Marian Gladis, Pápež Košice1, CC BY-SA 3.0

Un papa robot en el Vaticano

Vicente Quintero

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La innovación de la técnica y la tecnología impulsa cambios profundos en nuestras nociones de humanidad, naturaleza y ontología, lo cual se ha traducido en una evolución consecuente de lo que entendemos por tiempo, espacio y lugar. Si bien es cierto que asociamos la palabra implante con las intervenciones estéticas, una gran parte de las personas que viven en sociedades bien organizadas tienen dentro de sus cuerpos artefactos o dispositivos que fueron creados por el hombre, como los marcapasos para el corazón. Otro buen ejemplo de ello son las resinas dentales, comúnmente presentes en la dentadura de muchas personas. Los implantes de chips en el cuerpo humano suenan a ciencia ficción. Pero ya estamos, y desde hace rato, inmersos en esa realidad: VeriChi, en el año 2004, fue el primer implante a humanos aprobado por la Food & Drug Administration (FDA) estadounidense. Así, vemos que hay algo de ‘máquina’ en nuestros cuerpos. El artificialmente natural hombre-máquina es hoy tan real como el robot, que cada día adquiere mayor relevancia, debido a la automatización de los procesos que tendrá lugar en el mercado laboral.

El conocimiento es un todo universal, aunque lo dividimos y sistematizamos en partes. Así, los cambios que ocurren en una rama de la vida tienen implicaciones sobre las otras. ¿Qué significarán la automatización, la robotización y la inteligencia artificial para la religión? Porque el estudio de las religiones y sus principales instituciones sociales y políticas nos enseña que el cambio cultural-tecnológico tiene un impacto sobre lo religioso. Dicho esto, se hace necesario pensar en la posibilidad, en un futuro, de tener un hombre-robot en el Vaticano, entendido como el centro de poder de la Iglesia Cristiana Católica, Apostólica y Romana de Occidente. También, aunque en menor medida, el Vaticano tiene su importancia para el cristianismo ortodoxo, en tanto las relaciones entre católicos occidentales y ortodoxos son favorables — en comparación a las que tienen otros grupos dentro del cristianismo — y se espera que, algún día, la Iglesia sea reunificada. Porque es que Jesucristo fundó una sola Iglesia.

¿Es posible hallar humanidad en los animales, siendo que estos no son, evidentemente, humanos? Porque a veces pareciera que hay tanta animalidad en los humanos como humanidad en los animales. Y el hombre ajeno no es del reino animal. Es parte de él. Esto nos lleva a la siguiente pregunta: ¿Y si analizamos los fenómenos de la robotización, la automatización y la inteligencia artificial desde las contemporáneas perspectivas de género, que vienen de mediados del siglo XX? Ese enfoque no lo vemos tan a menudo, aún cuando el robot y el humano se acercan cada día más. ¿Se puede ser robot, a pesar de haber nacido humano? ¿Qué tan lejos estamos de ver transiciones robot-humano? ¿Tiene alma el robot?

Discusión que no es ajena a los dilemas teológicos, en la medida que se discute sobre los humanos y los ángeles, lo cual nos lleva no solo a discusiones sobre el género, sino también sobre el sexo. La noción de lo masculino y lo femenino tiene otra dimensión cuando se habla de ángeles. De hecho, algunas interpretaciones teológicas asumen que los ángeles no tienen sexo, aunque no todos estén de acuerdo y se exige referirse a estos en masculino por su autoridad. Tan importante ha sido este tema en el mundo cristiano, que una leyenda dice que, en 1453, los bizantinos en Constantinopla fueron sorprendidos por los invasores otomanos mientras discutían sobre el sexo de los ángeles, y aunque la teología cristiano-ortodoxa es, en líneas generales, más homogénea que la occidental, también existe la diversidad de criterios y perspectivas.

¿El humano puede convertirse en ángel? ¿Y qué papel puede jugar el robot en este esquema evolutivo? ¿El poshumano podría ser una suerte de ángel? Porque la evolución de la medicina nos acerca un poco a la máquina, a la vez que prolonga nuestra esperanza de vida general. Discusión que no es ajena al pensamiento de Friedrich Nietzsche, en tanto hablar de ángeles y robots es también, de alguna forma, hablar del superhombre. El Ubermensch nietzscheano, que trasciende de las limitaciones del hombre y potencia su capacidad hasta nuevos límites desde y más allá de la ontología del ser, superando así las nociones de sexo, género, biología y hasta sustancia. Una evolución que, además de tecnológica, podría ser cultural, biológica y teológica. La potencia del hombre expandida hacia el cosmos.

La robotización, la automatización y la inteligencia artificial están formando parte de nuestras vidas, a un ritmo temporal cada vez más acelerado. Casarse con hologramas ya es una realidad, como hemos visto en Japón. Mientras tanto, los abogados y juristas discuten actualmente sobre el derecho de los robots. Así, entramos en una nueva cotidianidad. La ley tiene un impacto sobre la conducta, la percepción del mundo y la noción ética-moral del hombre. Actuar sobre el robot podría ser, en pocos años, un hecho punible, con base en la legislación a aprobar.

Y entonces, uno se pregunta si estamos lejos o no de tener un papa robot en el Vaticano. Porque es que el papa tiene que predicar para sus feligreses, que comienzan a ser tan robot-autómatas como humanos. El papa tiene representar a su comunidad, que ya no es la misma de antes. De lo contrario, se produciría una desconexión entre el líder y la base creyente. El poder, visto en su complejidad, opera tanto en la verticalidad como en la horizontalidad. Y también, claro está, en la transversalidad. No ignoremos que, fue precisamente en el seno de la fe, que se dieron algunas de las primeras discusiones sobre el transhumanismo. Pierre Teilhard de Chardin, jesuita francés, fue pionero en el análisis y la proyección de los efectos del desarrollo tecnológico sobre la inteligencia humana, que sería amplificada universalmente a través de lo que este llamaba singularidad. Su teoría ha tomado cada vez más relevancia entre teólogos e investigadores sociales, a la vez que han surgido posturas secularistas que plantean una reinterpretación de Nietzsche.

Es hora de reflexionar hasta qué punto es natural o artificial todo lo que hoy ocurre en el mundo con los robots, los autómatas y la inteligencia artificial. Porque si bien es cierto que la creación del robot ha sido posible gracias a la acción del hombre, debe también señalarse que este es impulsado, en menor o mayor medida, por impulsos que vienen de la naturaleza, a través los genes, las hormonas y el mismo ambiente que lo rodea. ¿El robot es obra del hombre, o mas bien, de la naturaleza a través del hombre que le sirve de vehículo? De así serlo, ¿está el hombre consciente de ello? ¿Y qué decir de la naturaleza? Porque uno de los grandes dilemas de la humanidad ha sido la consciencia de la naturaleza.

La tecnología ha sido asimilada por la naturaleza y esta es parte funcional del cuerpo humano. Esto podría tener, inevitablemente, consecuencias no solo sobre nuestra privacidad, sino también sobre la unicalidad que distingue, tradicionalmente, a cada ser humano del otro. Reflexionemos entonces sobre Dios y el papel del papa, el primer obispo entre iguales de la Iglesia. Porque la inteligencia artificial también tocará las puertas de nuestras nociones de fe, creencia y religión. Y así, a través de Anthony Levandowski en Sillicon Valley, la divinidad ha encontrado el camino para promoverse en este campo. Fundador de la iglesia ‘The Way of Future’, Levandowski es asociado al singularitarianismo, el cual es un movimiento que sostiene que la inteligencia artificial llevará a un cambio abrupto en la civilización humana. La religión, así, encuentra nuevas vías para llegar a la población. La tecnología puede ser un nuevo vehículo para difundir la verdad revelada. Sobre todo desde San Agustín hasta nuestros días, el futuro no ha dejado de ser un tema central en la teología, especialmente en su relación con la ciencia y la tecnología.

Movimientos como la Asociación Transhumanista Cristiana y la iglesia The Way of Future nos pueden parecer pequeños. Pero es que el tamaño es tan o más relativo que el mismo tiempo. Los defensores de la evangelización de las inteligencias artificiales adquieren cada vez más relevancia y los factores de poder sugieren que el potencial que estos tienen está muy lejos de ser insignificante, en tanto juegan un papel importante en la economía, la política y la cultura. El nombre de Levandowski no solo es conocido por su vinculación al singularitarianismo religioso, sino por su participación y asociación en importantes empresas y proyectos como Google, Uber, Waymo y Otto. Porque es que el mundo está interconectado, aunque no siempre lo veamos. La parte tiene sentido y razón de ser en tanto existan las otras partes que la complementen; estas son, en última instancia, piezas del universo. Preguntemos nuevamente: ¿qué tan lejos estamos del primer papa robot? ¿Y qué podría detener su ascensión al poder? Para que la profecía se convierta en prueba hay que tener, primero, plena certeza de que ha tenido lugar.

Referencias en los hipervínculos.

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Vicente Quintero

Social researcher. Politics, Philosophy, History and Economics. Poetry. Amazon: https://www.amazon.com/dp/B08FCTQP3L/