¿Por qué la especulación no es mala en sí misma?
Una de las palabras más estigmatizadas es la “especulación”. ¿Por qué?
Una de las palabras más estigmatizadas es la “especulación”. La especulación no es, en sí misma, ni buena ni mala. Especular es pensar que una situación futura será en cierta forma diferente a la actual y actuar sobre ese conocimiento para obtener beneficios, principalmente de índole económico. La especulación se basa en la previsión y la investigación. El especulador busca información y toma decisiones que lo beneficien a largo plazo. De hecho, la Historia Universal está llena de casos que demuestran la importancia de la especulación para la estabilización de los precios. Uno de los más relevantes es la Tasa Tobin (Francia, 1971).
Las bases de la especulación son la previsión, la investigación y la percepción. En el momento que uno hace una inversión a largo plazo, uno es especulador. Cuando uno compra un bien esperando que se revalorice con el paso del tiempo, uno “especula” que el precio va a subir. Con frecuencia, los críticos de la especulación también especulan. El especulador básicamente lo que hace es analizar una situación y apostar por el escenario que le traería mayores beneficios a futuro. Todos especulamos, hasta cuando vamos de compras al supermercado.
Gracias a la especulación se estabilizan los precios, se incrementa la liquidez a los activos, se reduce la incertidumbre, se dinamiza el mercado y se generan mayores fuentes de empleo. La especulación ayuda a calibrar la oferta y la demanda de muchos bienes más allá del corto-mediano plazo y contribuye a la estabilidad relativa de la vida económica. La eficiencia del mercado aumenta gracias a la acción de los agentes especuladores. La certeza absoluta no existe y por tanto siempre hay una incertidumbre sobre lo que pasará en el futuro; esa incertidumbre es lo que nos lleva a especular. La angustia y la especulación son propias de la vida misma.
Sobre este tema todavía prevalecen muchos prejuicios, a menudo sostenidos por los mismos medios de comunicación y las creencias religiosas. Lo cierto es que la especulación no es ni buena ni mala; es un término neutro. Un especulador arriesga su patrimonio porque, con base en la información obtenida, cree saber cómo va a evolucionar el precio de algo a futuro. Si su previsión es buena, gana dinero, y si no, entonces lo pierde. Muchos grandes emprendimientos han tenido como punto de partida la especulación.
Un detalle interesante sobre la actividad especulativa, es que los especuladores no siempre apuestan al aumento de precios, sino a su caída también. Los especuladores financieros toman decisiones en función de las vicisitudes de los ciclos económicos del mercado y no son los culpables de las burbujas financieras. En realidad, la intervención de los especulares reduce la volatilidad de los precios y permite su estabilización; unos esperan la subida de los precios y otros la caída de estos. Los especuladores son muy necesarios para la sostenibilidad de los mercados bursátiles y financieros; la especulación ajusta los precios.
En términos morales y éticos, la especulación debe ser analizada con mucho cuidado y sin prejuicios. La Iglesia Católica, por ejemplo, ha tenido históricamente una posición ambigua frente a la especulación, sugiriendo que en algunos casos es positiva y en otros, moralmente ilícita. Si bien el término ha sido satanizado, lo cierto es que la especulación no es mala en sí misma y los especuladores no son los malos de la película en una crisis económica y financiera; tristemente los especuladores han tenido que jugar el papel de chivos expiatorios. Antes de que los católicos condenen o alaben la especulación, es importante que entiendan a este recurso financiero en toda su complejidad.
Autor: Vicente Quintero
Vicente Quintero es analista cultural y político. Licenciado en Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana de Caracas, con énfasis en la politología. También estudió, durante 1 año, Lengua y Cultura Rusa en el Instituto de Estudios Internacionales ИМОП de la Universidad Politécnica Estatal de San Petersburgo (Rusia). Cursa actualmente una maestría en Gobierno y Políticas Públicas. También cursa estudios especializados de Teología avalados por el Patriarcado de Moscú y de todas las Rusias, máximo representante institucional de la Iglesia Ortodoxa en Rusia y su eje de influencia. Quintero ha sido intérprete-traductor y asesor político de periodistas y empresarios extranjeros en Venezuela. Quintero es columnista de El Nacional Web (Venezuela), Ideas en Libertad, Cultura Colectiva (México), The Global World (España), WTC Radio (Venezuela), ProEconomia, Alternos (Venezuela), American Herald Tribune (Estados Unidos) y La Trenza (México).
Sus artículos también han sido publicados por Entorno Inteligente (Venezuela), Maduradas (Venezuela), Enlace Judío y Иносми — Россия Сегодня (Rusia). En el año 2018, ha tenido la oportunidad de presentar sus obras de arte en el Museo Alejandro Otero (Fundación de los Museos Nacionales de Venezuela). A través del arte, Quintero expresa la realidad política y económica del mundo. Quintero habla cuatro idiomas: español, inglés, ruso y alemán. Quintero ha dado entrevistas para la BBC, Россия 24, Izvestia, WTC Venezuela y otros medios nacionales e internacionales. Quintero además ha aprobado la mitad de los créditos de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Metropolitana de Caracas, lo que le ha permitido desarrollar inteligencia emocional.Actualmente es aspirante a un postgrado en Gobierno y Políticas Públicas.