Paolo Sarpi: el curioso teólogo italiano que influenció a Hobbes, Descartes, Bacon y Locke

Vicente Quintero
16 min readAug 19, 2019

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Setenta y siete de las cartas entre Sarpi y Cavendish todavía se conservan, todas traducidas del italiano al inglés por Thomas Hobbes. La influencia de Sarpi en Hobbes es tema de discusión no solo porque este tradujo la correspondencia entre Sarpi y Cavendish, sino porque además el patrón de Hobbes recibió una copia de la obra “Historia del Concilio de Trento” en abril de 1619. Por mucho tiempo se pensó que el secretario Micanzio había escrito las cartas, pero ya se demostró que hasta 1623 fue el mismo Paolo Sarpi. Es decir, el teólogo italiano fue el precursor de muchas de las ideas que erróneamente le fueron atribuidas a otros intelectuales.

Paolo Sarpi, uno de los italianos más influyentes del milenio pasado.

Nacido el 14 de agosto de 1552 en Venecia (Italia), Paolo Sarpi ha sido uno de los venecianos más influyentes en la historia de la Iglesia Católica y el Estado como institución político-administrativa; defensor del legítimo poder autónomo de la República de Venecia de gobernar y ejercer su soberanía sobre los súbditos cristianos. Según Andrew Dickson White (1990, pp.3–5), Paolo Sarpi fue, después de Nicolás Maquiavelo, y superando a Galileo Galilei, el hombre más grandioso producido por la Italia entre la Edad Media y el siglo XIX. En su opinión, fue Sarpi quien le enseñó al mundo cómo el Espíritu Santo guía verdaderamente los Concilios de la Iglesia; reveló los métodos usados por la Iglesia Católica para mantener su poder sobre la sociedad; legitimó el fortalecimiento del Estado-Nación distanciado de la Iglesia Católica; fue uno de los líderes políticos italianos más importantes del pasado milenio, quizá superado por Camillo Benso de Cavour. Desde su niñez fue considerado como un prodigio teológico: su talento de debate y argumentación fue conocido poco después de la muerte de su padre, cuando captó la atención del obispo local.

Evangelista Torricelli, Galileo Galilei, Jerónimo Fabricio de Acquapendente, William Gilbert de Colchester, son algunos de los notables que se refirieron a Paolo Sarpi como una de las grandes figuras intelectuales de su época. Se dice que fue Sarpi quien descubrió la existencia y el mecanismo de funcionamiento de las válvulas semilunares de las venas, que impiden el retorno de la sangre hacia los capilares; dio a conocer la función de contractilidad del iris del ojo humano; varias de sus conjeturas y suposiciones sobre el lenguaje, la luz y el calor, con el paso del tiempo, han sido demostradas y comprobadas por la ciencia, es decir, resultaron siendo verdades científicas. Andrew White sugiere que, de haber difundido Sarpi su obra como científico, más allá de haberse enfocado en la actividad política y teológica, es probable que este hubiera logrado quedar en la historia como uno de los más grandes investigadores científicos, no solo de Italia, sino del mundo.

Al igual que Galileo y Bacon, podría afirmarse que Paolo Sarpi fue un hombre de su época; recordemos que las personas no son órbitas aisladas de su entorno -tampoco los países-, y el Zeitgeist, para bien o para mal, tiene una importante influencia sobre el desarrollo humano. Desde el principio, Sarpi mostró gran interés por las ciencias, especialmente la física, la matemática, la astronomía, la anatomía y la fisiología. En estas áreas, llegó incluso a ser considerado uno de los grandes eruditos del Viejo Continente. Aunque no se ha demostrado, se ha especulado y afirmado que Sarpi anticipó a Harvey en su descubrimiento sobre la circulación de la sangre; fue precursor del magnetismo. La pérdida de gran parte de sus documentos dificulta demostrar, hoy en día, hasta qué punto esto pudo haber sido cierto, pero los investigadores siguen haciendo un gran esfuerzo. Es necesario recordar que, en el año 1769, un incendio destruyó gran parte del convento en donde se resguardaban los documentos más valiosos e importantes sobre su vida y obra.

Más allá de su significativa contribución en la misión de legitimar, a nivel intelectual, la separación de Estado e Iglesia, sus ideas también son precursoras, en cierta forma, de las doctrinas sobre los derechos humanos y la reforma integral del ser humano. Ya en su época, Sarpi llegó a la conclusión de la necesidad de reformar la legislación sobre la tortura, con el fin de reformar y educar al criminal. El objetivo debe ser su reinserción en la sociedad; el criminal debe ser reformado y no destruido por el sistema. Aunque contemporáneamente tales ideas encuentran sentido y aprobación en el sentido común de nuestros pueblos, no era así en los tiempos de Paolo Sarpi: a los criminales, traidores y desertores se les castigaba con todo el peso de la ley; el castigo era entendido, más como un medio de venganza que como un recurso de reforma.

En más de una ocasión, Paolo Sarpi fue denunciado por los agentes del Santo Oficio de la Inquisición, debido a su contacto con importantes judíos venecianos. Fue Sarpi quien en 1616 dio el visto bueno final a la decisión del Senado Veneciano, que permitía dar títulos de doctorado en medicina y filosofía sin la necesidad de demostrar la fe católica. Esta medida permitió que. No debe ignorarse, que Venecia era uno de los territorios más culturalmente ricos y diversos en la Europa sarpiana: los turcos, los conversos y hasta los griegos, sobre los cuales ejercía su soberanía la rival Iglesia de Constantinopla, vivían en un ambiente relativamente ameno y tolerante, en comparación a la situación que vivían estas comunidades en otras latitudes de Europa. El ghetto de Venecia había sido históricamente un espacio de encuentro cultural, no solo para las distintas comunidades judías que en él consiguieron albergo, sino también para los cristianos que, en condición de visitantes o turistas, acudían a sus eventos. De modo que, partiendo de dicho contexto, no resulta sorprendente que Sarpi tuviera relevantes amistades en el mundo hebreo y cierto dominio del idioma del pueblo de Israel (Fishman, 1997:18–20).

La vida y la obra de Paolo Sarpi fueron unas de las expresiones más genuinas, interesantes, significativas y auténticas del espíritu veneciano; por su diplomacia, su maquiavelismo y su liderazgo político; considerado por algunos el primer filósofo que desarrolló un sistema filosófico que argumentara a favor del ateísmo — generando otra cosmovisión — en el Mundo Occidental Moderno. Si bien es cierto que el ateísmo occidental tiene sus raíces en la filosofía griega presocrática, por mucho tiempo, se pensó que el ateísmo no logró surgir como una cosmovisión distinta hasta la Ilustración tardía. No obstante, el estudio de la obra de Sarpi demostró que ya en la Edad Moderna Temprana se había creado un sistema filosófico ateísta, bien estructurado pero ignorado hasta entonces.

Paolo Sarpi jugó un rol sumamente importante en la Guerra de los Treinta Años en Europa Central, la cual incluso había pronosticado, debido al choque de intereses difícilmente reconciliables de índole político, ideológico y financiero; Bohemia (Francia) fue la mecha necesaria para justificar el inicio de la guerra, cuyo inicio ya parecía previsible en el siglo XVI con la formación de la liga de Ratisbona (católica) en 1524, y la alianza de Torgau (protestante) en 1526.

Durante este conflicto, considerado por algunos historiadores una suerte de primera guerra mundial — debido al número de países que participaron activamente en ella — , Paolo Sarpi intervino como asesor político y especialista en propaganda de guerra, tanto a nivel de agresión, como de defensa. Con base en las correspondencias que se han conservado, se ha demostrado el papel desempeñado por Sarpi en la tarea de calibrar el mensaje en la opinión pública sobre las conspiraciones, con el fin de que la versión veneciana prevaleciera sobre las otras. La propaganda, el espionaje y la guerra están articuladas y se retroalimentan.

Monumento a Paolo Sarpi en Venecia, Italia. Por mucho tiempo, no se le erigió una estatua a tan importante hombre.

A pesar de la importancia de su obra, como precursora de algunos de los más importantes intelectuales de la Edad Moderna, es todavía poco lo que se ha profundizado, especialmente en el mundo hispanoamericano, en donde son muy escasos los ejemplares traducidos de su obra. La mayoría se encuentran disponibles en italiano, o bien, en inglés. Tampoco debe ignorarse que, las obras filosóficas de Paolo Sarpi no fueron publicadas sino hasta después de haber finalizado la Segunda Guerra Mundial, es decir, aún no ha pasado ni un siglo desde que la academia ha tenido acceso más abierto al trabajo de Sarpi.

Si bien aún no todos los académicos que han estudiado la obra de John Locke, particularmente el ‘Essay Concerning Human Understanding’, publicado en 1689, no mencionan la influencia que Paolo Sarpi tuvo sobre la teoría del conocimiento humano y formación del lenguaje lockeana, lo cierto es que existe una gran semejanza entre las ideas de Sarpi y Locke, razón por la cual, ya desde el siglo XVIII, aparecen en la literatura analogías entre el pensamiento sarpiano y la filosofía lockeano. De manera que, la conexión entre semántica y conocimiento, por mucho tiempo atribuida exclusivamente a John Locke, ha sido reevaluada desde hace algunos años. Foscarini y Griselini han argumentado que Sarpi anticipó el sensacionalismo de Locke y sugieren que la teoría de Locke sobre el lenguaje se extrajo de Paolo Sarpi, quien ya había expuesto anteriormente las mismas ideas lockeanas de forma clara y concisa. De ser esto cierto, la contribución de Locke pudo haber sido entonces el haber desarrollado las ideas de Sarpi (Riverso, 2016; Baldin, 2013).

Más allá de esta controversia, lo cierto es que Paolo Sarpi Sarpi introdujo un lenguaje de prosa histórica que hace énfasis en los significados y las descripciones, a la vez que subraya la importancia de la lógica argumental. Sarpi fue capaz de elaborar un lenguaje natural, efectivo, enérgico, preciso y claro; partiendo de la necesidad de cerrar la brecha entre la comunicación y la comunicabilidad, con el fin de que la transmisión de un mensaje y la comprensión del mismo sea lo más eficaz y efectiva posible.
A lo largo de su vida, Sarpi se negó a escribir utilizando exclusivamente el dialecto toscano; lo importante para él era adaptar las palabras para expresar su pensamiento de la manera más efectiva. Sarpi desarrolló un lenguaje moderno enfocado en la efectiva comprensión, abandonando los modelos literarios tradicionales y el estilo de escritura de sus contemporáneos.

La teoría del lenguaje en Sarpi hace énfasis en la realidad empírica y rechaza la influencia que el barroco tuvo entonces en la literatura. El lenguaje debe ser objetivo; el excesivo y acumulado uso de recursos literarios para hacer más pomposo el texto puede nublar y confundir al lector; la prosa debe orientarse a la racionalidad, más que al formalismo. El pensamiento y la forma deben corresponderse; hay una relación entre el pensamiento y el lenguaje, el orden de las palabras y la capacidad para expresarse de forma efectiva revelan la estructura mental de las ideas; los conceptos, las palabras, los significados y los significantes deben articularse para estructurar un discurso efectivo y poderoso.

Para Sarpi, el lenguaje puede ser usado como una potente arma de guerra, para lo cual es esencial un dominio apropiado del mismo. Y así lo demostró en 1606, como líder del movimiento conocido como escritura de guerra, guerra literaria o guerra comunicacional (war writing). El lenguaje tiene el poder de crear realidades que se sustentan y tienen peso a medida de que las proposiciones estén bien estructuradas y sean planteadas de forma clara y lógica, evitando los falsos silogismos. La idea es representada por el lenguaje: el poder de la palabra y la comunicación está en la subjetividad y el mundo abstracto; la palabra puede ser usada para confundir, abusar, ocultar y silenciar.

No obstante, a partir de que Luisa Cozzi hiciera por primera vez esta observación, se ha afirmado que es Thomas Hobbes el filósofo cuya metodología, epistemología y sistematización de las ideas encaja mejor con el pensamiento de Paolo Sarpi. La visión sarpiana del mundo, materialista y mecánica, es considerada un antecedente de Hobbes. La geometrización y la matematización de la realidad física en Sarpi pudo haber servido de inspiración para el desarrollo de la filosofía hobbesiana, cuyo impacto en las ciencias políticas modernas y contemporáneas fue sumamente notable. Hobbes, quien admiraba a Galileo Galilei por ser el filosofo más grandioso de todos los tiempos, recibió directa e indirectamente influencia de Sarpi (Baldin, 2013).

La teoría de la mecanización de la imagen del mundo y la distinción de las cualidades; la revocación de cualquier estado ontológico a cualidades secundarias; la noción de que el movimiento se fundamenta en sí mismo y la presencia de un mundo de cuerpos en movimiento cuyo origen y actividad remontan a la existencia de un primer motor eternamente movido -a diferencia del primer motor inmóvil en Aristóteles-; y la idea del concepto de potencia sarpiano con el concepto de causa aristotélica; son algunos de los elementos básicos que demuestran la influencia de Paolo Sarpi en Hobbes. Gregorio Baldin afirma que el proceso de la mecanización de la imagen del mundo tuvo su inicio con Paolo Sarpi, fue luego desarrollado científicamente por Galileo, y posteriormente profundizado y sistematizado por Thomas Hobbes. Fue Sarpi uno de los que dio los primeros pasos en la tarea de conocer al mundo natural en términos de magnitudes físicas que se puedan medir; la necesidad de corresponderle a la existencia de la cosa una unidad física, abstracta, medible y matemática.

Más que el anti-papismo, uno podría decir que el hilo conductor de la obra de Paolo Sarpi fue el anti-dogmatismo; el motor de su trabajo intelectual fue lo secular sobre lo religioso. Los pilares del renacer del pensamiento fueron la nueva arquitectura de Palladio, la nueva actitud de Sarpi hacia la religión y la nueva ciencia de Galileo. Es una teoría plausible que, Thomas Hobbes, quien tradujo la correspondencia entre Sarpi y Cavendish, se haya inspirado en el análisis maquiavélico del clericalismo en Paolo Sarpi, que entendía al Catolicismo Romano como una ideología dirigida a obtener recursos y asegurar el poder del clero y la nobleza. En abril de 1619, Hobbes recibió una copia de la obra “Historia del Concilio de Trento”, una de las más polémicas publicaciones de Sarpi. La obra fue introducida a Inglaterra a través del contrabando.

“La Historia del Concilio de Trento” fue la obra que le dio notoriedad internacional a Paolo Sarpi, aún cuando fue colocada en el Índice de libros censurados por las instituciones eclesiásticas. El impacto de la obra no solo fue alto en el seno del catolicismo, sino también en los entornos protestantes y hebreos. Yehudah Aryeh Mi-modena, o bien, León de Modena, judío italiano de origen sefardí, citó la obra de Sarpi en algunos de sus trabajos. En la Historia del Concilio de Trento, Sarpi condenó la corrupción de la Iglesia Católica, mostró la decadencia moral de los católicos y develó información crítica y perjudicial para la institución con respecto al proceso de la Contrarreforma. Sarpi sugiere que la autoridad religiosa debe tener límites; el papado y el obispado no debe abusar del poder que confiere su estatus. La historia europea, a juicio de Sarpi, había dado un paso en falso en el Concilio de Trento, el cual prácticamente aniquiló la libertad intelectual de los católicos.

Sarpi alega que, a través de la Divina Escritura, el cristianismo ordena el cumplimiento de unos principios básicos. Pero la implementación de los mismos, así como la evaluación del efectivo y eficaz seguimiento de estos por parte de los ciudadanos, depende de un contexto terrenal y temporal. La legislación es un producto de la circunstancia y del espíritu del tiempo. Según Sarpi, la Iglesia Católica se había históricamente valido del miedo para gobernar y legitimó sus arbitrarias acciones, bajo el pretexto de que las leyes de la Iglesia no deben ser cuestionadas, puesto que el origen de estas es divino y supraterrenal. Sarpi además ataca abiertamente al clero por su abuso del sacrosanto.

Aunque la religión tiene un importante rol institucionalizador y utilitario dentro de la sociedad, debe estar subordinada a la verdad metafística. El poder religioso debe ser entendido como un recurso para facilitar la implementación de medidas y políticas públicas beneficiosas para el ciudadano, mas no debe ser un recurso que, legitimado en el deseo divino de Dios, se use para imponer la voluntad de las autoridades que ejercen terrenalmente el poder que Dios confiere al clero y la Iglesia Católica.

Ante la falta de una respuesta apropiada de la institución, Sarpi abrazó el ataque del protestantismo a la Iglesia Católica, debido a que este consideraba que ella no mostraba la voluntad de reinstitucionalizarse y superar los vicios internos. A su juicio, el protestantismo había surgido como un exitoso proyecto de resistencia ante la tiranía del papado; ante el deseo de perseguir la dignidad humana y la soberanía real-gubernamental, más allá de las interpretaciones de la Verdad Revelada. Para Sarpi, si la Iglesia Católica deseaba sobrevivir en Venecia sin destruir a la sociedad veneciana, esta institución debía entonces mantenerse rigurosamente aparte de los asuntos del Estado.

Puede afirmarse que es necesaria la reivindicación de la vida y obra de Paolo Sarpi, especialmente en el mundo hispanoamericano, en donde muchos aún ignoran la existencia de tan importante erudito; un hombre que marcó a la Iglesia Católica. A nivel politológico, la Edad Moderna es uno de los períodos más fascinantes: la incisión, aunque no definitiva, del Estado y la Iglesia, produjo una más abierta y profunda discusión sobre los asuntos civiles y públicos. Aunque Maquiavelo no acuñó en sí un concepto de Estado, el pensador italiano introdujo en su obra El Príncipe las ideas que sobre esta institución ya circulaban en Italia, y quizá, el resto de Europa. La obra maquiaveliana no presentó una definición de Estado, pero incluyó los elementos constitutivos de la política como técnica, a diferencia de todos los ejercicios intelectuales previos que contemplaban a la política como ética. Gracias a este paso fue posible llegar al concepto contemporáneo del Estado como un orden coactivo legítimo.

Con el paso del tiempo, la idea básica de Estado presentada por Maquiavelo se hizo más compleja, a medida que se agregaron otros elementos, asociados bien sea a ideologías, a estructuras de carácter normativo, cultural o económica y a los objetivos que le han dado apellidos a la noción básica de Estado: democrático, totalitario, social, corporativo, intervencionista, mínimo, constitucional, de derecho, de bienestar, y muchas variantes más. Las discusiones filosóficas sobre el Estado y la separación de lo civil de lo eclesiástico, son esenciales para comprender, en una dimensión más amplia, la evolución de las ciencias políticas y la noción del Estado a través del tiempo; así como para delimitar, con mayor precisión, las etapas de la historia del desarrollo de las ideas políticas. Se hace, entonces, necesario volver a Paolo Sarpi y estudiarlo con rigurosidad. Es a partir de este período que el problema conceptual del Estado aparece y sigue siendo hoy objeto de aportaciones.

Debido a su espíritu reformista, más que anti-clerical, Paolo Sarpi fue uno de los hombres más temidos en la historia de la Iglesia Católica. Esto es evidenciado a través de los múltiples intentos de asesinato en contra de Sarpi, todos atribuidos al Cardenal y el Papa Pablo V, que después de la muerte de Clemente VIII hasta había decidido excomulgar a Venecia. Por 8 mil coronas, el sicario Rotilio Orlandini accedió a matar a Sarpi el día 5 de octubre de 1607. El plan inicial no prosperó ya que fue descubierto con antelación; Orlandini fue arrestrado al ingresar a Venecia. Pero el Papa no se rindió y envió más asesinos, los cuales le dieron 15 puñaladas a Sarpi y lo dejaron solo, una vez dado por muerto. Afortunadamente, Sarpi sobrevivió, y hasta el año 1623, vivió rodeado de comodidades. Los intentos de asesinato no cesaron, si bien todos fracasaron.

Después del primer intento de asesinato y hasta el día de su muerte, Sarpi tuvo el cargo de consultore in iure (consultor o consejero) en la República de Venecia, posición que le dio una gran relevancia en los asuntos públicos y políticos de la ciudad. Durante esta época, tuvo importantes relaciones con James I Stuart (Rey de Inglaterra), Henry Wotton (Embajador de Inglaterra en Venecia), Dudley Carleton (Embajador de Inglaterra en Venecia, sucesor de Wotton) y otros.

El poder, por naturaleza, tiene algo de reaccionario. Con el paso del tiempo, los discursos revolucionarios se vuelven conservadores. El poder, hasta el más revolucionario, es conservador por necesidad. Muchas de las ideas de los sectores conservadores alguna vez fueron revolucionarias, como es el caso del propio cristianismo, cuyos inicios primitivos se remontan a una secta de judíos que vivieron cerca del Mar Muerto. Paolo Sarpi fue un librepensador de loables y firmes convicciones republicanas, razón por la cual representó una amenaza para el statu quo de la época. La obra de este valiente pensador todavía está en proceso de decodificación y redescubrimiento; una obra cuyo potencial historiográfico y filosófico es difícil de calcular.

En esencia, historia y política eran para Paolo Sarpi la misma cosa.

Notas:

  1. En la recientemente publicada ‘Pensieri naturali, metafisici e matematici’, se recoge el pensamiento de Paolo Sarpi en materia de filosofía natural. Su Los manuscritos, encontrados desordenados, se sistematizaron y recopilaron para su publicación. El investigador y traductor Libero Sosio demostró la importante relación entre los textos de Galileo y los Pensieri de Sarpi.
  2. Las evidencias documentales asocian a Paolo Sarpi con el desarrollo del telescopio de Galileo Galilei (Biagioli, 2010).
  3. El historiador Gaetano Cozzi señaló, con base en un estudio de la correspondencia de Paolo Sarpi, que este tenía conocimiento de un dispositivo que permitía observar el cielo.
  4. La obra más célebre de Paolo Sarpi, “Historia del Concilio de Trento”, permaneció inédita en los países católicos hasta finales del siglo XVIII. Hasta la WW2, la difusión de esta obra fue limitada y sumamente restringida.
  5. Paolo Sarpi es considerado precursor de la Ilustración.
  6. El liberalismo angloholandés imperial moderno tiene su antecedente en la obra sarpiana.
  7. Según Gibbon, los señores Sarpi, Dávila y De Thou son los segundos fundadores, después de Maquiavelo y Guicciardini, de la historia filosófica (Trevor-Roper, 2009:233).
  8. Martin de Azpilcueta Navarro, amigo del gran Paolo Sarpi, ha sido reconocido como el más importante de los economistas salamanquino (España).
  9. No fue sino hasta 1898 que se otorgó el permiso para erigir una estatua en honor a Paolo Sarpi en Venecia — en los alrededores del monasterio -.
  10. Galileo Galilei fue uno de los mejores amigos de Sarpi.
  11. La familia Cavendish fue la gran aliada de los intereses de Paolo Sarpi en Inglaterra.
  12. A los sicarios de Sarpi les fueron asignadas pensiones y tierras, en función de los servicios dados para eliminarlo.
  13. Sarpi fue el contacto y hombre de confianza en Venecia de Francis Bacon.
  14. Algunas versiones señalan que, en privado, Sarpi afirmaba ser protestante. Todavía se discute esa cuestión.
  15. Los fallidos intentos de asesinar a Sarpi sirvieron para que se mitificara e idealizara la figura de Sarpi en ciudades como Ginebra, París, Londres y Ámsterdam. Fue uno de los hombres más admirados de su época.

Material referencial:

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Biagioli, M. (2010). How did Galileo develop his telescope? A ‘new’ letter by Paolo Sarpi. En Van Helden, A. (Ed). The Origins of the Telescope (pp. 203–230). Amsterdam: Royal Netherlands Academy of Arts and Sciences. Recuperado de http://innovation.ucdavis.edu/people/publications/biagioli-did-galileo-copy-the-telescope

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