No toda la Derecha en Europa y Norteamérica es occidentalista

Vicente Quintero
16 min readMay 25, 2020

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El sufijo ‘ista’ se usa para denotar una profesión o una reivindicación de algo. De manera que, occidentalista es un término usado para definir a aquel o aquello que reivindica lo occidental. Más allá de lo polisémico que resulta hablar del término occidental y las pasiones que esto puede despertar, según la nacionalidad y la etnia del sujeto, lo cierto es que la Derecha europea no es, en toda su expresión, occidentalista. No lo es porque una de las bases del construcción sociocultural conocido como Occidente es, curiosa y paradójicamente, oriental. Las perspectivas eurocentristas y la estigmatización del componente hebreo-judío en las sociedades europeas son, en parte, algunas de las causas del rechazo a lo que llamamos occidente. Revisemos brevemente las controversias sobre el concepto de Occidente. ¿Por qué Julius Evola es popular? ¿Existe hoy una derecha paganista en Europa y Norteamérica, que anhela volver a los tiempos pre-cristianos? ¿Existe una derecha paganista, indigenista y anti-liberal? ¿En qué tipo de democracia puede creer esta derecha, si entendemos que no todas las definiciones de democracia son liberales y representativas? No toda la derecha es liberal.

Julius Evola, pensador tradicionalista italiano.

La noción de Occidente, que bajo los criterios de Sartori y Morlino (1999) podría considerarse ‘perro-gato’, es polisémica, autoidentificatoria, segregacionista, divisionista, ejemplarizante y temporal. Estamos ante una noción que, con el paso del tiempo, ha cambiado profundamente, luego de surgir en Europa para denominar a una cultura o civilización — o grupo de culturas y civilizaciones — . No es lo mismo hablar de Occidente que hablar de hemisferio occidental. La relación de Occidente, como constructo sociocultural, con una ubicación geográfica determinada, es titubeante, incierta y ambigua, razón por la cual es ampliamente discutida.

Latinoamérica es, por ejemplo, vista como una suerte de mundo semi-occidental y semi-civilizado. Pete Beinart (2017), destacado pensador liberal estadounidense, señala: “Occidente es un término racial y religioso. Para ser considerado occidental, un país debe ser mayormente cristiano, preferiblemente protestante o católico, y mayoritariamente blanco. Cuando existe ambigüedad sobre la “occidentalidad” de un país, es porque hay ambigüedad o tensión entre estas dos características. ¿Es occidental América Latina? Tal vez. La mayoría de sus habitantes son cristianos, pero bajo los estándares estadounidenses, no son del todo blancos. ¿Son occidentales Albania y Bosnia? Tal vez. Bajo los estándares estadounidenses, sus habitantes son blancos. Pero son en su mayoría musulmanes”.

No es que regiones como las Américas, Europa del Este y la Federación de Rusia sean excluidas de Occidente, sino que se considera que una parte de su población es occidental y otra no, al menos en función de ciertos estándares fijados, que afectan la percepción que mundialmente se tiene sobre los habitantes de estas regiones, más allá de lo que ellos mismos asuman sobre sí mismos. En el imaginario colectivo internacional, existe una imagen y patrón de lo que es occidental y no-occidental, con ciertos países y etnias como principales exponentes de este constructo socio-cultural. La gente puede auto-identificarse como mejor lo desee, pero otra cosa, muy distinta, es que los demás los perciban a ellos como ellos mismos se han identificado. Estén o no estén de acuerdo, lo cierto es que existe, no solo diversas percepciones sobre el asunto, sino también distintas posiciones, manifestadas en emociones, sentimientos, actos y actitudes. Más allá de lo que opinen, existen datos y hechos.

The tendency of aesthetic idealism — Julius Evola (1918). El intelectual italiano también tuvo una notable obra artística.

Ese mismo concepto de Occidente, asociado a la noción de democracia, cuya orientación, en este caso, es liberal y representativa, debe ser revisado. Existen controversias en su definición; controversias que no son ajenas al etnocentrismo y a los complejos de inferioridad-superioridad de unos y otros. Lo cierto es que, como se ve en Beinart (2017), Millman (2017) y Huntington (1998), la noción de Occidente ha tenido como una de sus bases al cristianismo, además de la idea de Europa y la cultura atlántica-portuaria. El atlanticismo, que puede ser entendido como la visión de la política internacional que otorga un papel relevante a las relaciones producidas entre los diversos Estados de la OTAN, con base en una narrativa que sustenta la existencia de estas relaciones en un histórico vínculo político, económico y cultural entre los países de tradición portuaria y conectados al Océano Atlántico.

El atlanticismo ha enfrentado importantes críticas y controversias en las Islas Canarias. Aunque las Islas Canarias son parte del Reino de España — quien en ellas ejerce legítima soberanía — y la Unión Europea, estas se encuentran en África; concretamente en la placa litosférica africana. Más allá de la polémica discusión que existe en torno a la africanidad y la europeicidad de Canarias, existen algunos que, basados en el atlanticismo, justifican el papel de estas islas en los planes militares de la Organización del Tratado del Atlantico Norte (Canarias en África: “arrancarnos de cuajo del continente, 2018). De manera que, los argumentos atlanticistas se encuentran bajo constante revisión y crítica, como también lo han estado los argumentos de otras importantes teorías, doctrinas y visiones del mundo.

Pero el cristianismo, por más que se le considere base del constructo cultural llamado Occidente, nació en Oriente, en territorios como Siria y Palestina-Israel. De hecho, en el cristianismo ortodoxo, los cuatro patriarcados más antiguos son orientales. Occidente, entonces, tiene su raíz y origen en Oriente, más allá de la dicotomía que se ha creado del todo orgánico. El cristianismo surgió en Oriente, aunque haya alcanzado su mayor desarrollo en Occidente. El concepto de Occidente es, entonces, un ‘perro-gato’.

Y es, precisamente, este curioso y paradójico origen oriental del concepto de Occidente, a lo que se le debe su rechazo en un importante sector de la Derecha en Europa, que hoy tiene relevantes admiradores en Norteamérica, como se evidencia en Momigliano (2017) y Horowitz (2017). Uno de ellos es el estratega Steve Bannon, que ha sido uno de los principales asesores políticos en la Casa Blanca, y tiene ideas reaccionariamente conservadoras, según lo señalado por Parmar (2020). Steve Bannon es admirador del intelectual tradicionalista italiano Julius Evola, el cual ha sido una de las mayores influencias de la ideología eurasianista tradicionalista, cuyo mayor exponente es, en Europa y las Américas, Aleksandr Dugin.

Otros pensadores, muy relevantes en Rusia, pero menos conocidos internacionalmente, quizá porque su obra ha sido escasamente traducida y difundida fuera del mundo ruso parlante, son Pyotr Savitsky, Nikolay Trubetskoi, Nikolay Alekseev, Aleksandr Prokhanov, Eduard Limonov, Gennady Ziuganov, Vladimir Zhirinovski, entre muchos otros. Laruelle (2006), en un material publicado por el Wilson Center de Estados Unidos, hace un breve y puntual recuento histórico de la ideología eurasianista, desde sus cimientos fundacionales hasta la primera mitad de la década pasada.

Lo cierto es que, una buena parte de la derecha europea y norteamericana admira a Julius Evola, más allá de los muy sesgados artículos que se publican en su contra, no solo en el mainstream media, sino hasta en el referencial portal conocido como Wikipedia, que si bien no es una fuente del todo confiable, sus artículos en inglés suelen ser de notable calidad. Desde hace un tiempo, el artículo lleva un anuncio que indica que ‘este carece de neutralidad’. La redacción y el lenguaje usado en el artículo no solamente es emocional, sino categóricamente crítico y negativo. Los bibliotecarios aún no han hecho nada para solventar la situación. Como puede verse en Quintero (2019), la neutralidad de Wikipedia ha sido cuestionada académicamente. Uno de los trabajos más notables sobre la materia fue publicado por la Universidad de Warwick en Reino Unido.

Julius Evola, “Portrait cubiste de femme,” 1919–20

Evola, a quien se debe estudiar y analizar en su contexto histórico, desde una perspectiva crítica y no desde los prejuicios, fue un intelectual tradicionalista italiano que reivindicó el papel de las religiones autóctonas e indígenas de Europa, antes de la llegada del cristianismo que, siendo hoy base del europeo constructo sociocultural que llaman Occidente, surgió en Oriente; en territorios como Palestina y Siria. Para Evola, que vivió en tiempos de gran hostilidad hacia los judíos, el cristianismo era un dogma supersticiones semitas, fundado por un judío como Jesús; dogma que, a grandes rasgos, era una de las razones de la decadencia de Occidente. Además de la hostilidad hacia los judíos en tiempos de Evola, debe tomarse en cuenta que, durante esta época, existía una percepción general de crisis existencial sobre la humanidad, la cual también se manifestó en la obra de pensadores como Albert Camus, Spengler y Ortega & Gasset.

Aunque Evola tiene fama de intelectual anti-semita, y quizá deberíamos decir anti-judío, puesto que también hay musulmanes semitas, lo cierto es que, si se analiza el pensamiento de Evola en su complejidad, no es plenamente anti-judío. Para Evola, los judíos representaban el materialismo, el individualismo económico y la hegemonía del dinero. Más que luchar contra los judíos, Evola criticaba lo que creía personalmente que estos representaban. De hecho, gran parte de sus acusaciones, como se puede evidenciar en la introducción de una de las ediciones más recientes de sus obras, escrita por el intelectual austríaco Hans Thomas Hakl, fueron también realizadas por personajes como Martin Luther y Karl Marx (Evola, 2018, p. 80). Más allá del desprecio generalizado hacia los judíos y los comentarios despectivos que Evola públicamente emitió contra este colectivo, también hizo observaciones positivas que lo alejan de otros pensadores anti-judíos.

Algunas de sus observaciones fueron, para la época, ‘muy positivas’ hacia los judíos; contrarias a los intereses de la propaganda fascista y nazista, que buscaban estigmatizar al judío. En el pensamiento de Evola, muy a pesar del Zeitgeist, no se condena a todos los judíos como colectivo y se les sentencia, biológicamente, de estar determinados a causarle problemas a la humanidad; no se asume que los judíos son, exclusivamente, los culpables de todo lo que sucede en el mundo. El mismo Evola dijo que no debía seguirse cierto anti-semitismo fanático. De manera que, sin ignorar que Evola no fue filosemita, podría decirse que tampoco fue anti-semita. O por lo menos, su antisemitismo no fue tan radical y extremista como el de otros de sus contemporáneos.

Julius Evola, “Paesaggio interire, aperture del diaframma”, 1920–21

Su posición crítica al Vaticano como institución y al cristianismo como religión, que también es una religión semita, debe comprenderse desde esta perspectiva. Evola guardaba respeto hacia el cristiano humilde y virtuoso, más allá de sus diferencias con la Iglesia Católica Romana. Tampoco debe ignorarse que Evola mantuvo cierta distancia con los sectores más radicalmente anti-clericalistas en Europa. Estos son detalles que no deben perderse de vista a la hora de evaluar los grados de anti-cristianismo en la obra de Julius Evola.

Julius Evola, nostálgico de la Europa pre-cristiana, fue un crítico del materialismo y el secularismo. A su juicio, Europa debía volver a los orígenes tradicionales, aristocráticos y jerárquicos que la caracterizaron, antes del advenimiento del cristianismo. La hombría, la masculinidad, el pre-masculinismo y la preocupación por la virilidad fueron cuatro importantes rasgos de su obra, además de la crítica a las religiones semitas (o semíticas). Evola reivindicaba el papel del patriarcado como institución social, y algunos ven, en su filosofía sobre la sexualidad, un antecedente del homosexualismo nacionalista — corriente que, según Tobin (2017), tiene importantes partidarios en el entorno del presidente Donald Trump — , aún cuando Evola no fue del todo pro-homosexual, no en la noción de género de su época, y menos, cuando el homosexualismo se había distanciado de lo que había sido en los tiempos de los antiguos griegos, más concretamente, en los tiempos de Platón. En el portal web Julius Evola, que publica algunos fragmentos de sus ensayos, pueden leerse fragmentos de su obra.

El misticismo pagano, belicista y masculinista de Evola reivindicaba, por un lado, la magia sexual y el Tantra oriental, mientras que, por el otro, rechazaba el pacifismo. La energía sexual, revitalizada por métodos esotéricos, se presentaba como un camino para recuperar la energía del hombre fuerte, heróico y viril. La justificación de la guerra residía en que esta era, en última instancia, el camino a la autorrealización del guerrero. En el pensamiento evolista, el pacifismo conducía a la formación de hombres débiles y materialistas.

Además de la cultura del Tantra, Julius Evola admiraba el mundo asiático-oriental, el tradicional orden de la cultura política de China y el sistema de castas de la India Antigua. Entre las aficiones de Evola estuvo el estudio de manifestaciones culturales orientales como el yoga, el budismo zen, el taoísmo, el hinduísmo, etcétera. A lo largo de su obra, el elemento místico y religioso, como base de la identidad nacional y cultural, se presenta como uno de los principales objetos de estudio e interés. Las sociedades organizadas en sistemas jerárquicos de castas, con vocación sagrada y espiritual, subordinados a hombres guerreros y virtuosos; dirigida así la nación por divinos gobernantes que representan la luz divina trascendental.

Julius Evola, “The generator of the Universe”, 1968–70

Aunque el artículo publicado en la Wikipedia en inglés sobre Julius Evola señala que este ha sido definido, no solo como un intelectual fascista, sino como una de las principales figuras del movimiento neo-fascista en Europa, no existe consenso sobre lo apropiada o no que puede ser esta etiqueta para definir a Evola. En Urban (2006, p. 140) se precisa que Evola no fue oficialmente parte del Partido Nacional Fascista de Italia, y que, en ciertos aspectos, fue muy crítico con Mussolini. El recientemente fallecido profesor Anthony James Gregor (1999) señala que Julius Evola no fue fascista, aún cuando es considerado una de las principales figuras del movimiento neo-fascista. Evola rechazó al fascismo, no solo por su corte totalitario y corporativista, sino también por su visión del nacionalismo, con la cual disentía en ciertos aspectos, así como por otros factores, entre los que destacan el sistema de partidos, la filosofía, las políticas sociales, etcétera. De manera que, el pensamiento de Evola, más que fascista, podría considerarse tradicionalista. Reaccionario, místico y nacionalista, pero más en el rango de las dimensiones del tradicionalismo, que en las del fascismo.

Debido a estas razones, algunos académicos prefieren definirlo como tradicionalista — y no fascista — , si bien es cierto que su obra, al menos hasta cierto punto, sirvió de influencia al fascismo. A lo largo de su trayectoria intelectual, Evola, quien reivindicó la legitimidad y la autoridad del emperador en su imperio, le dio gran importancia al concepto de autarquía, entendido como el equilibrio armónico del conjunto de elementos que componen la sociedad.

La Derecha en Europa no tiene una única posición con respecto a la obra Evola, especialmente, habiendo sido él un intelectual de profesión y vocación generalista, es decir, que escribió de casi todos los temas. Aunque este era un pensador pro-pagano, pro-esotérico, anti-modernista y anti-occidentalista, es asumido como un defensor de la identidad nacional, que debe ser protegida y salvaguardada a toda costa. De manera que, existen un punto de intersección y convergencia entre la derecha cristiana, la derecha pro-judía y la derecha pro-pagana europeísta, por citar algunas ramas.

En Norteamérica, este debate se más complejo, cuando se toma en consideración la historia de los pueblos indígenas y la de las minorías étnicas y socioeconómicas de la región. Como puede evidenciarse en los derechistas medios de comunicación Breitbart News, Daily Stormer y Alt Right, existe un importante sector en Estados Unidos que admira a Evola, por distintas razones, más allá de los puntos de coincidencia. Esta diferencia de criterios evidencia que la Derecha, en su defensa del nacionalismo y las tradiciones, no es plenamente occidentalista, mientras se asuma como una de sus bases al cristianismo, con orígenes orientales, judíos y hebreos. También una derecha lo rechaza, por las posiciones racistas y racialistas que Evola tuvo, que aunque estaban en consonancia con la mentalidad de su época, son rechazadas actualmente. La Derecha es, el día de hoy, un mundo tan amplio y diverso como el de la Izquierda. No se trata de un cuerpo unificado; puede ser tan conservadora como progresista.

Julius Evola, “Nudo di donna (afroditica)”, 1960–70

Así como es necesario desprenderse de los prejuicios para analizar críticamente la obra de Julius Evola, también es necesario hacer lo mismo a la hora de estudiar y comprender la obra de los admiradores de Evola, no solo en Europa, sino en Norteamérica. La influencia de Evola no necesariamente los hace a ellos anti-semitas, o siendo más concretos, anti-judíos. No se niega, sin embargo, el derecho y la necesidad que algunos colectivos tienen de prestarle particular atención al desarrollo ideológico y partidista de estos movimientos. En un mundo de constantes conflictos y enfrentamientos históricos, hacerle seguimiento al otro es importante.

Las ideas sirven como instrumento de control y dominación. La ideología es un poder espiritual y material que legitima producciones sociales y económicas, a la vez que ejerce una función de control político con una línea de pensamiento que, en sí misma, se retroalimenta; establece límites en las nociones cotidianas y consagra el estatus de quienes están en posiciones de mando, es decir, las élites. En tanto la ideología refleja el poder, la influencia y los intereses de los grupos dominantes en la sociedad, esta es hegemónica. Estemos o no estemos de acuerdo con ellos, ha existido históricamente en Europa una derecha anti-occidentalista. Y otra, que sin ser anti-occidentalista, es crítica y escéptica ante lo que Occidente asume que es, dice, hace y representa. Así como ‘la letra entra con sangre’ es una máxima escolar alejada de la verdad científica, también lo es el asumir que la Derecha, en toda su dimensión, es occidentalista. Occidente, como constructo sociocultural e ideología, tiene grandes críticos, disidentes y enemigos. No los busquen tanto en la periferia y el patio trasero de Occidente, cuando están en la capital de este. Hay élites e intereses en contradicción.

Estemos o no de acuerdo con la Derecha que no es occidentalista, lo cierto es que esta existe. No solo es que existe, sino que está organizada, tiene un proyecto y una voz. Si se asumen los valores liberales, que comprenden el respeto a la libertad de expresión, identidad y pensamiento, se aceptará a esta Derecha, en la medida que esta respete también al resto de la sociedad. De lo contrario, el occidentalismo, en su polisémica y ambigua dimensión, terminará siendo una ficción ideológica de corte totalitario — de aquellas ficciones ideológicas de las que hablaba Hannah Arendt (1970) — . No en la periferia de Occidente, sino en su propio centro neurálgico. Más que reaccionar en contra de estos derechistas, conviene reflexionar por qué no se sienten completamente identificados por los valores que el polisémico concepto de Occidente representa. La crisis de la noción sociocultural de Occidente está presente tanto en la Izquierda, como en la Derecha.

No toda la Derecha en Europa y Norteamérica es occidentalista. Y tampoco toda derecha es liberal. Unas derechas abiertamente se asumen como anti-liberales. Y otras derechas lo hacen, pero sus acciones irrespetan y contradicen los principios básicos del liberalismo. Derechas liberales de panfleto.

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Vicente Quintero Príncipe

Vicente Quintero es analista cultural y político. Escritor de un libro sobre el Tercer Reich en Venezuela, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, en proceso de publicación. Licenciado en Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana de Caracas, con énfasis en la politología. También estudió, durante 1 año, Lengua y Cultura Rusa en el Instituto de Estudios Internacionales ИМОП de la Universidad Politécnica Estatal de San Petersburgo (Rusia). Cursa actualmente estudios de postgrado en Gobierno y Políticas Públicas, en la Universidad Central de Venezuela — en proceso de entrega del trabajo final de grado — . También cursa estudios especializados de Teología avalados por el Patriarcado de Moscú y de todas las Rusias, máximo representante institucional de la Iglesia Ortodoxa en Rusia y su eje de influencia. En 2018, presentó la obra de arte “Producto LGBT” en el Museo Nacional Alejandro Otero de Caracas, bajo dirección de la Fundación Museos de Venezuela. Aprobada la mitad de los créditos en la Licenciatura en Psicología de la Universidad Metropolitana de Caracas. Quintero ha sido intérprete-traductor y asesor político de periodistas y empresarios extranjeros en Venezuela.

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Written by Vicente Quintero

Social researcher. Politics, Philosophy, History and Economics. Poetry. Amazon: https://www.amazon.com/dp/B08FCTQP3L/

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