La importancia del sexo en la cultura militar: guerra, jerarquía, roles y mando

Vicente Quintero
22 min readApr 16, 2019

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El sexo, como una manifestación de la política y las relaciones de poder, moldea el mundo y nuestra cosmovisión del mismo, desde la institución familiar hasta la configuración del sector militar.

Contexto

Myriam Miedzian: “La participación del hombre en la guerra es una prueba de virilidad”

Todo tiene, por lo general, un por qué; para qué; para quién. A nivel politológico, el sexo es, al mismo tiempo, poder duro (fuerza militar) y poder blando (influencia cultural). La masculinidad y la cultura sexual en el seno de los cuarteles y el ejército tiene un propósito y un sentido. El sexo y la sexualidad no solo están asociados a la guerra, sino que además son herramientas esenciales a la hora de controlar un país. A través del sexo y la sexualidad, que no son términos equivalentes, se expresa el poder de un ejército sobre el otro. El militar tiene que desarrollar su apetito sexual — y que no necesariamente tiene algo que ver con eso que llaman masculinidad tóxica — . Después de todo, la sexualidad juega un relevante rol en la formación de la identidad y el desarrollo integral de la persona. En psicología, el grado de importancia que se le da depende de la escuela psicológica.

Venezuela, como un país que no había llegado aún a la Lógica y a la Historia, seguía venerando su dragón legendario; aquel cocodrilo del trópico posado en el limo y el caño sucio de tanta iniquidad, que era entonces el Dictador. Daban a entender los periódicos que protegía la Agricultura y la Ganadería; que amaba más a las vacas que a los hombres; que le placía en el verano que los sementales bramaran llamando a las terneras jóvenes, y los hombres a las hembras como si fueran vacas, y realizado el acto sexual y engendrado el novillo, que los animales volvieran a sus establos y rumiaran en paz su ración de afrecho, alfalfa y melaza. (…)

“La cultura se prueba también en la relación erótica — decía el Dr. Razetti — y por eso un viejo pueblo como Francia impregna de amor y de inteligencia cuanto hace con su claro estilo. ¿Porqué no ha de marcarse de razón y de conciencia el abrazo de los amantes?” Pero los venezolanos íbamos al amor como a una emboscada oscura, como a la boca de un pozo séptico. Desde que los soldados españoles, los marineros y los picaros que debieron ser nuestros antecesores contaminaban a las indias con aquellas bubas cauterizadas con piedra infernal e iban a buscar los bejucos, las yerbas o la balsámica copaiba para reparo de sus llagas, una corriente de sangre impura circula por nuestras venas, y estalla en la crueldad de algún caudillo, la discontinuidad psíquica, el rencor y desamparo de innumerables gentes. Parece asomar, pidiendo justicia, en más de una cara mestiza. Sobre el amor auténtico se impuso el pecado, la lujuria y la violación. El soldado perseguía a la india; y el encomendero ejercitó su derecho de pernada. El hijo de la sorpresa, o de las venas que se hincharon sin amarse, está siempre gruñendo su bastardía.

Hablaba Razetti de una educación que nos liberara del miedo y nos enseñase a gobernar y cuidar nuestro cuerpo. Según él, había que mencionar aquellas cosas que no se nombran en público y hieren los oídos de la buena sociedad. Porque todos los seres que se aman quieren acostarse juntos, frotar su piel y sorber su aliento, confundirse como las ramas de una enredadera, ser la hiedra y el muro, para que la vida salga por la ventana abierta, buscando la brisa, con la alegría matinal de un pájaro. Ni la novia más casta quisiera recibir la dádiva de mutilación de Abelardo a Eloísa. De los perfectos amantes que parecía invocar utópicamente el Dr. Razetti, debían salir los venezolanos alegres y animosos que estábamos necesitando. Del estupro, la enfermedad, el encuentro culpable y avergonzado, salieron ya muchas gentes resentidas, abúlicas y tristes. Salieron simultáneamente — gemelos de la noche — los verdugos y los esclavos. Una especie de horrible sevicia sexual restallaba en las cárceles de Venezuela en el látigo de los carceleros. Había que llevar el alfabeto y el amor — que es también otro alfabeto — a tantos seres que aún flotan como en el légamo baboso del primer día de la creación. (…)

Así llegábamos, entre deseosos y tímidos, a las casas de la calle de Horno Negro. Era a la vez una estación avergonzada y ansiosa; quizás la necesidad de amor que no disponía para esa noche sino de los brazos mercenarios. O porque somos jóvenes y nos consideran inagotablemente fuertes; porque parecen descubrir en nosotros la virginidad de la pasión, esas mujeres nos darán la ternura que niegan a sus clientes de paso. (…)Pasamos los detalles grotescos de la casa: las oleografías del salón; la voz bronca de la Celestina; las gesticulaciones del músico homosexual que toca el piano; los hombres hoscos — quizás de la policía — que se repantigan altaneramente en las sillas y ordenan trago para todos; ese olor de lociones ordinarias, de polvos de arroz, de anís y sábanas almidonadas, de todos los prostíbulos. (…). Afuera arde y revolotea la noche de Caracas como enjambre de encandiladas rabiosas cantáridas. En ese sur de la ciudad — por las quebradas y barrancos enmogotados donde se escondieron los conspiradores y huyen los asesinos — el río Guaire arrastra su corriente de detritus. Miro el reloj de la medianoche y emprendo el desconsolado regreso a la pensión. (…) — Mariano Picón Salas, Regreso de Tres Mundos, Viejos y Nuevos Mundos

Como muchas otras organizaciones, el ejército se caracteriza, como institución, por ser estructura patriarcal dominada por valores como la formalidad, el rango, el liderazgo, la lealtad y la camaradería. En los cuarteles, se le da granimportancia a los ideales masculinos, fomentando las nociones de dominio, agresión, autosuficiencia y asunción de riesgos, y promoviendo intensamente interacciones masculinas, en términos de competencia, violencia y dominio. Los estereotipos conservadores y patriarcales-masculinistas y las actitudes negativas hacia la mujer se han relacionado con la aceptación y perpetración de acoso sexual y violaciones, no solo contra mujeres, sino también contra hombres, especialmente en situaciones donde se ingieren altas cantidades de alcohol (Castro, Kintzle, Schuyler, Lucas y Warner, 2015).

La cultura hostil a la comunidad LGBT en el ejército es asociada a la violencia sexual y puede ser considerada un elemento institucionalizador en el seno del ejército. El miedo y el estigma asociados a ser etiquetados o identificados como homosexuales son, con frecuencia, utilizados como tácticas de poder y control. Muchos hombres no denuncian que han sido violados porque esto les podría impedir el ascenso en su carrera militar. El hombre que es víctima de violación puede ser estigmatizado y ridiculizado, sobre todo en una institución donde la camadería, la jerarquía y el respeto a las órdenes del jefe son rasgos fundamentales; en la que todavía prevalecen y son aceptados los viejos mitos sobre la violación (rape myth).

Lloyd DeMause: “La razón de la necesidad de Kennedy de demostrar su masculinidad fue el abuso infantil. De niño su madre lo golpeaba con perchas y cinturones; su padre golpeaba su cabeza contra la pared. (…) Después de que Estados Unidos descubrió que habían misiles soviéticos en Cuba, Kennedy consideró que esto era una amenaza a su imagen hiper-masculina, a pesar de la opinión de su Secretario de Defensa (…).” La guerra vista como una forma de proteger y defender la masculinidad nacional. DeMause, sin embargo, ha sido a veces refutado por otros investigadores, quienes no comparten siempre algunas de sus ideas.

A nivel mundial, el sexo es de gran relevancia en el seno de los cuarteles. Los roles sexuales y las identidades que emanan de estos son parte de la vida militar y el desarrollo de la personalidad de los altos mandos. La cultura sexual militar de un país está asociada, por un lado, a la definición de política exterior, y por otro, a su historia. El militar debe defender la patria y extender la influencia de su país a otras latitudes, con especial énfasis en el poder duro; la guerra y el recurso fáctico como algunas de sus máximas expresiones. La ingeniería sexual militar se encuentra en constante renovación. En las últimas décadas, uno de los experimentos más interesantes fueron las “bombas gays”, que recibieron hace algunos años un Premio Nobel para la Paz.

Cuando se reduce el espacio para la negociación, base esencial de la vida política, llega la hora de la guerra, que borra las fronteras tal cual como las conocemos. En los conflictos bélicos, no necesariamente ganan los más fuertes, pero sí los más astutos. El militar tiene que aprender a ser frío y calculador; usar todos los recursos disponibles para dar con la victoria de su grupo. — Vicente Quintero

En particular, el ejército estadounidense tiene una historia muy interesante en el ámbito de la sexualidad. En más de una ocasión, el sector militar ha sido pionero en la conquista de derechos políticos y sociales en los Estados Unidos, sobre todo en materia sexual. Las políticas sexuales que se toman en el sector militar tienen importantes en el resto de la sociedad, como sugiere el investigador Ross Benes.

La legalización de la prostitución en los Estados Unidos

En los años 1862–1863, el sector militar estadounidense fue pionero en la legalización de la prostitución. Alrededor de 1000 mujeres en Nashville recibieron la autorización para ofrecer sus servicios sexuales a otros hombres, en vista de que sus esposos se habían retirado a prestar servicio militar en la Guerra Civil y muchas no contaban con los recursos necesarios para sostener a sus familias financieramente. Era una cuestión de supervivencia y necesidad. Cabe destacar que, en esos tiempos, la mujer era mucho más dependiente del hombre, jefe legítimo del hogar.

Consciente de que el surgimiento de este tipo de actividades era inevitable, el órgano militar creó un sistema que institucionalizara la prostitución, bajo ciertas condiciones y normas. Y después de todo, este es uno de los oficios más antiguos del mundo. Los militares sólo le dieron legalidad a lo que ya estaba ocurriendo, en las sombras, en las localidades de Louisville y Cincinnati. El tráfico sexual ocurría en la clandestinidad.

Varios años después, en los años 1916–1917, durante la ocupación de Veracruz, en el marco de la Expedición Punitiva contra Francisco Villa, el ejército estadounidense se propuso regular el mercado sexual y el ejercicio de la prostitución. Para este fin, fue necesario inspeccionar el área y realizarle a las mujeres una serie de exámenes médicos, que determinaran cuáles tenían buena salud o no. La Cruz Roja ya había detenido a las trabajadoras sexuales del lugar, con el fin de hacer los chequeos que fueran necesarios. Luego de realizar las pruebas y el entrenamiento, algunas instalaciones fueron acondicionadas para albergar trabajadoras sexuales para los militares, las más profesionales y con buen estado de salud.

El sexo anal en el discurso militar

“Far from representing an isolated concern, Dean’s fear of needles reflects anxieties about penetration that are pervasive among midshipmen and central to Naval Academy culture. Anal references which saturate the text often conflate anus and mouth, indicating how in military culture, the anus has come to serve as a point of entry like the mouth, an orifice for penetration, not just expulsion. (…) “Your ass and your mouth are both shaking, Dean. That must mean something. Yes, sir. Somebody ruined a perfectly good asshole when they put teeth in that mouth” — Aaron Belkin

Aaron Belkin (2012), a lo largo de su controversial obra “Bring Me Men: Military Masculinity and the Benign Facade of American Empire”, hace un análisis del discurso militar en diversas academias del mundo, desde los Estados Unidos hasta Australia, en el que realiza curiosas e interesantes observaciones sobre las influencias del coito anal en el lenguaje militar. En el caso australiano, Belkin resalta que, en el argot interno, los militares se refieren a sus novias como “traseros delanteros” (front bums) y “culos partidos” (split arses). Y a través del análisis de la obra A Sense of Honor, escrita por James Webb — considerada por Belkin una novela semi-autobiográfica — , Secretario de la Marina en los tiempos de Ronald Reagan, demuestra la importancia de la masculinidad en el sector militar, sobre todo si se ejercen posiciones de liderazgo; y la influencia del sexo anal en el argot.

Los militares, quienes con frecuencia viven más rodeados de hombres, que de mujeres; no en pocos casos recurren a sus compañeros para satisfacer sus necesidades fisiológicas y emocionales. En el mejor de los casos, el contacto sexual es voluntario, y en otros, ocurre la violación. El sexo anal, en la cultura militar, es entendido como poder y gratificación; evidencia simbólica y tangible de la jerarquía existente de roles y de manos. Esta situación, en parte, ha servido para justificar la prohibición de los militares a servir en el ejército. Durante décadas, los homosexuales en el ejército fueron considerados violadores. Además, son vistos como “agentes penetrables”.

La masculinidad y la reivindicación de los derechos de la comunidad LGBT

Los roles de género son, cuando menos, un constructo social, asociados a unos valores y características específicas, las cuales varían de cultura en cultura. Como constructo social y cultural, la masculinidad militar tiene un propósito y un sentido en el marco de la defensa del Estado-Nación. Por lo general, la masculinidad está asociada a la fuerza, la virilidad, la guerra, la conquista, la rudeza, el macho, etcétera. Se considera que el riesgo, la agresión y el dominio son situaciones que, por naturaleza, le deberían producir placer al hombre — idea que no deja de ser polémica y cuestionada — . Y por supuesto, la heterosexualidad y la idea tradicional de familia judeocristiana.

Caracas siempre esperó como muchacha pobre que un general viniera a hacerla suya “por palabra de matrimonio” o “detrás de la puerta” — Mariano Picón Salas, Regreso de Tres Mundos, Viejos y Nuevos Mundos

Aunque la conducta homosexual es frecuente en los cuarteles y tiene además un propósito en la formación militar, no se ha considerado algo a reivindicar en el seno de la institución, por lo menos no en lo ético-axiológico. Por mucho tiempo se pensó que permitir la entrada de homosexuales al ejército podría quebrantar la hegemonía militar estadounidense y minar la reputación de los marines a nivel mundial (Belkin, 2012). Todavía se discute si la comunidad LGBT es compatible o no con la institución militar y hasta hace pocos años, el consenso general establecía que no lo era.

La homosexualidad, por mucho tiempo relacionada con la noción intergénero (ver Muñoz, 2004), ha chocado con la masculinidad ideal en el seno del ejército, aún cuando el homosexual en algunas ocasiones puede encajar perfectamente con la concepción de macho en su cultura. Por esta razón, todavía en los años noventa y principios de milenio, las cabezas del sector militar estadounidense consideraban que la homosexualidad era un riesgo para la seguridad y orden de la institución, tanto a nivel interno y externo.

Según Peter Lee, en los ejércitos no existe una cultura de abuso sexual, como algunos sugieren. Lo que existe, a su juicio, es una cultura hiper-masculina, que en algunos casos determinados, podría facilitar que tales situaciones tengan lugar, con mayor frecuencia, en el seno militar — en comparación con otras instituciones de la sociedad — . En Estados Unidos, el análisis estadístico demuestra que las violaciones en el sector militar son más frecuentes que en los sectores gubernamental, no-gubernamental y educación (nivel universitario).

Aunque este no es un fenómeno nuevo en la Historia, lo cierto es que la discusión libre, pública y abierta sobre la cultura militar y el abuso sexual sí es un hecho relativamente reciente. Desde la década de los ochenta, el problema ha sido estudiado con mayor rigurosidad científica y pedagógica, procurando dejar a un lado los prejuicios tradicionales y los viejos mitos del abuso sexual, que en no pocos casos le atribuían mayor grado de culpa a la víctima, quien provocaba al victimario.

Aaron Belkin sugiere que el análisis de la aceptación de la homosexualidad en el sector militar se hace más complejo. En privado, muchos estudiantes y soldados toleran la conducta homosexual. Pero cuando son testigos presenciales de eventos de dominación, como las violaciones en grupo, toman una actitud homofóbica. Es necesario, entonces, que reflexionemos sobre la homosexualidad como un elemento institucionalizador en la academia militar, en donde la cultura hiper-masculina reivindica la agresividad y el dominio como algunos de sus rasgos fundamentales; el que está al mando posee al subordinado.

Si la masculinidad como constructo social y cultural ya es un elemento complejo de analizar, todavía más la masculinidad militar. A juicio de Belkin, la masculinidad militar no es realmente masculina y se nutre de prácticas que no encajan con el kanon de masculinidad, aún cuando esto no se admita públicamente. En algunas circunstancias, el sexo entre hombres ha sido usado como recurso de formación, adiestramiento y condena. Uno podría preguntarse: ¿Cuál es la línea entre lo masculino y lo no masculino; entre lo heterosexual y lo no heterosexual? Algunos de los rituales del ejército son considerados homofriendly. De hecho, se ha reportado que los bro-jobs son muy comunes entre militares.

Paradójicamente, algunos consideran que la primera organización que defendió los derechos de la comunidad LGBT en Estados Unidos fue Human Rights, fundada en el año 1924 por el veterano Henry Gerber, precursor del movimiento de liberación homosexual. Esta organización fue pionera de otras organizaciones como la Veterans Benevolent Association, que defendieron la causa de los homosexuales a principios del siglo XX y lucharon contra la dicriminación. Entonces, la lucha histórica por los derechos de la comunidad LGBT también estuvo conectada, en cierto modo, a la organización militar.

“Quiero tenerlo en mis brazos, controlarlo, dominarlo, mostrarle que soy todopoderoso” — Charles Socarides (1988), The Preoedipal Origin and Psychoanalytic Therapy of Sexual Perversions, en Lloyd DeMause (2010).

La guerra: el sexo como arma

“En la guerra todo se vale… y en el amor también”, dice un conocido proverbio, que aplica muy bien para comprender este asunto. Históricamente, las violaciones han sido recursos importantes en las guerras, ya sea para someter a un pueblo — situación en la que, por lo general, se violan mujeres en masa — , o para dominar a los líderes de una comunidad, grupo o sociedad; se viola al hombre para degradarlo y quitarle legitimidad como autoridad. En el caso de los vikingos, no se ha determinado hasta qué punto fue una costumbre generalizada la práctica de violar a los hombres enemigos, después de haberlos vencido en batalla.

Las violaciones casi siempre eran aceptadas por los padres, quienes a menudo ofrecían a sus hijos y esclavos, los alquilaban a sus vecinos como sirvientes para ser violados, vendían a sus hijas vírgenes para contraer matrimonio por cincuenta piezas de plata, entregaban a sus hijos a pedagogos para uso sexual, hicieron que sus hijos dieran sus servicios en banquetes para que luego fueran violados después de la cena, fueron a la guerra para violar a los hijos de los enemigos. (…)

Con frecuencia, los vecinos se matan entre sí para alcanzar la gloria; los guerreros se matan unos a otros para defender su honor, más que por fines de lucro. En tiempos de guerra, la violación es un recurso omnipresente que reproduce lo que el mismo guerrero vivió, en carne propia, durante su infancia (…): la castración habitual y la posterior violación anal de niños pequeños, en sus propias comunidades.— Lloyd DeMause, sobre las violaciones de niños en la Antigua Grecia.

Sin embargo, las escasas fuentes primarias documentales que han sobrevivido el paso del tiempo, así lo sugieren. La humillación sexual es parte de las épicas vikingas sobre la guerra y las referencias a la sodomía masculina (sexo anal) son frecuentes. Se piensa que el acto de violar a un enemigo era tomado como una medida adecuada, y hasta digna de elogio, o loable. En condiciones normales, era por lo general un acto vergonzoso, sobre todo para el receptor, quien perdía su honor.

Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la mujer es gloria del varón.” (1 Corintios 11:7). La gloria del hombre es su mujer.

A lo largo de la Historia de la humanidad, se ha evidenciado que, en las guerras, las violaciones han sido frecuentemente una marca de vergüenza y estigmatización a los pueblos sometidos. Las violaciones en Bosnia & Herzegovina, Chipre, Blangladesh, Haití, Ucrania, Polonia, Liberia, Perú y Ruanda, tienen antecedentes muy remotos en los vikingos, los romanos y los griegos. La lista, por supuesto, se extiende si nos vamos más allá del eje europeo-occidental, en donde también podrían encontrarse tales referencias históricas, especialmente en los eventos de limpieza étnica (raza+cultura). El caso de Bosnia y las mujeres musulmanas, en el año 1992, es uno de los casos recientes más interesantes de estudio. Más de 20 mil niñas y mujeres fueron violadas sexualmente, según un equipo de investigación de la Comunidad Europea.

La violación, a nivel psicológico, es uno de los eventos traumáticos más fuertes que puede vivir una persona. A grandes escalas, sirve para dominar a todo un colectivo, a través de la degradación moral y humana, con el fin de conseguir la rendición y la sumisión del enemigo. La hipermasculinidad que se fomenta en los militares tiene, entonces, un papel trascendental. El militar debe estar preparado para conquistar un territorio extranjero y proteger el suyo, con todas las implicaciones que tales misiones conllevan.

Lloyd DeMause: En tiempos de la Revolución Francesa, los franceses decían las mismas palabras que escucharon de sus molestas madres: “la guerra es necesaria para limpiar la basura del terreno de la libertad” (…). Con frecuencia, los soldados violaban y mutilaban a mujeres y niños… obligándolos a arrodillarse (…). Napoleón, al igual que Hitler, se acercaba al exterminio en masa, humillando y provocando a una nación tras otra en la batalla (…). DeMause, ha sido refutado por otros investigadores.

Pocos recursos bélicos son tan efectivos como la violación, en el caso de la ocupación de un territorio. El abuso sexual erosiona el tejido social de una comunidad y quiebra la institución central de la sociedad: la familia. El dolor que se imprime en el seno de las familias que son víctimas de abuso sexual no se borra fácilmente. Los jefes del hogar pierden su orgullo y las mujeres son degradadas al nivel de mujerzuelas. Además, al haber sentido los hombres que han perdido la capacidad de proteger a sus mujeres, estos pueden descargar su frustración ejerciendo un control violento sobre ellas en el hogar.

Durante la Segunda Guerra Mundial, muchas mujeres fueron secuestradas, encarceladas y obligadas a satisfacer las necesidades sexuales de las fuerzas de ocupación, tanto de un bloque, como del otro. Un escenario similar tuvo lugar en la Guerra de Vietnam. En la guerra, el objetivo es quebrar el alma y destruir la dignidad del adversario. La tendencia, hoy en día, todavía prevalece: desintegrar la familia es desintegrar el país enemigo. Y esa desintegración debe tener lugar en todos los frentes posibles: militar, económico, social, moral, sanitario e infraestructura. Christian Caryl, en el año 2017, denunció en The Washington Post que la violación sexual es todavía usada como un arma de guerra, de acuerdo al informe de la ONG Human Rights Watch sobre los eventos en Burma y los reportes de los medios de comunicación sobre Siria.

Desde los juicios de Nuremberg, después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional ha condenado la violación sexual como un crimen de lesa humanidad. Por lo menos en lo formal, los gobiernos prometen hacer cumplir el derecho internacional y los códigos de conducta, al mismo tiempo que ofrecen asesoramiento y servicios de asistencia social para las víctimas de abuso sexual. Pero al final, todavía la humanidad discute si la guerra es parte o no de su naturaleza. Y la violación sexual ha sido históricamente una de las más importantes armas bélicas.

¿La guerra es parte de la naturaleza humana? No lo sabemos con exactitud, aunque podrían existir algunas tendencias. Los militares, entonces, tienen que estar preparados para actuar, ya sea que les toque ocupar un país extranjero o defender su patria.

“La guerra tiene raíces profundas en la naturaleza humana, pero no es inevitable” — Razib Khan (2012)

Notas interesantes:

  1. Debido a la estigmatización de la homosexualidad en los cuarteles estadounidenses, muchos han evitado denunciar las violaciones, según Aaron Belkin. Si fuiste víctima de violación y los demás se enteran, entonces pensarán que eres gay.
  2. Madame Roland, participante de la Revolución Francesa, contó que en esos tiempos muchas mujeres fueron violadas brutalmente antes de ser despedazadas; sus entrañas se cortaron y se usaron como cintas; su carne humana se comió empapada de sangre.
  3. Según Lloyd DeMause, politólogo egresado de la Universidad de Colombia, especialista en psicoanálisis, en la Antigua Roma se esperaba que los médicos proporcionaran lubricantes para facilitar la penetración anal de los niños. En estas sociedades, las violaciones de niños y mujeres eran comunes y con frecuencia, se alegaba que estos eran “muy sexuales”. La violencia contra la mujer era considerada legítima, y por lo general, los hombres no se referían a ellas por sus nombres. Para los hombres, una mujer solía ser eso: una simple mujer.
  4. En varias ocasiones, Lloyd DeMause ha sido refutado por otros académicos, quienes no siempre comparten sus afirmaciones. No está, del todo claro, hasta qué punto los traumas de la niñez y las cicatrices del abuso sexual tienen un efecto directo en las guerras, más allá de la formación de la personalidad del dirigente político. Si hablar de la cultura sexual militar ya es un tema denso y complicado, todavía más difícil es medir con rigurosidad el efecto del abuso sexual en la historia militar de las naciones. Todavía estos temas están siendo discutidos y analizados.
  5. La obra de Lloyd DeMause nos debe invitar a reflexionar sobre el rol que tiene la crianza de los niños en la formación de ciudadanos libres, sanos y felices. No debe ser tomada como una verdad absoluta e irrefutable; es apenas una referencia. Las investigaciones sobre el tema no han terminado.
  6. En los tiempos de la Primera Guerra Mundial, el psiquiatra Albert Abrams creó un dispositivo que pudiera detectar la homosexualidad, con base en las radiaciones provenientes de los artículos. El dispositivo sugiere que los testículos de los homosexuales emitían menor radiación que los de hombres heterosexuales.
  7. En el año 1991, el entonces Secretario de Defensa, Sr. Dick Cheney, cuestionó que los homosexuales en el ejército fueran un riesgo para la seguridad de la nación y/o perturbaran a sus compañeros. Sin embargo, la mayoría de los militares no estuvieron de acuerdo con él.
  8. Durante la Segunda Guerra Mundial, en un período de hostilidad para la comunidad LGBT, se formaron vecindarios para homosexuales, quienes fueron expulsados del ejército y no regresaron a vivir con sus familias. Así es que evolucionó San Francisco, como epicentro de la cultura gay en Estados Unidos.
  9. En Venezuela, el doctor Luis Razetti también habló mucho de sexo, según el ensayista y experto cultural Picón-Salas: “Una especie de horrible sevicia sexual restallaba en las cárceles de Venezuela en el látigo de los carceleros”. ¿Qué clase de cosas habrá visto Razetti en las cárceles?
  10. La amenaza de guerra sirve para obtener mejores condiciones de negociación, sobre todo en aquellos contextos donde el bando que ejerce el poder tiene muy pocas razones para negociar.
  11. El abuso sexual es también muy común en los campos de refugiados y desplazados por la guerra, según informes de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. En la Kenia de 1993, la incidencia de violaciones fue alarmantemente alta en los campamentos para refugiados somalíes.
  12. En Estados Unidos, existe abundante información sobre este problema. En otros países, como Rusia, las fuentes documentales para estudiar esta situación de forma crítica, empírica, rigurosa e imparcial, son mucho más escasas.
  13. Según la Fundación Reflejos de Venezuela, en el país sudamericano ser homosexual es todavía un delito militar. A nivel estructural, existe un Estado hostil a la comunidad LGBT.
  14. Según Carlos Basilio Muñoz (2004), el homosexual a principios de siglo era todavía considerado un intergénero en algunos países de América Latina, es decir, un punto intermedio entre un hombre y una mujer. Por mucho tiempo, la idea del homosexual como intergénero, con rasgos de masculinidad y feminidad (ambos constructos culturales), prevaleció en los medios de comunicación.

Material de consulta:

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Autor: Vicente Quintero Príncipe @vicenquintero

Vicente Quintero es analista cultural y político. Licenciado en Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana de Caracas, con énfasis en la politología. También estudió, durante 1 año, Lengua y Cultura Rusa en el Instituto de Estudios Internacionales ИМОП de la Universidad Politécnica Estatal de San Petersburgo (Rusia). Cursa actualmente una maestría en Gobierno y Políticas Públicas. También cursa estudios especializados de Teología avalados por el Patriarcado de Moscú y de todas las Rusias, máximo representante institucional de la Iglesia Ortodoxa en Rusia y su eje de influencia. Quintero ha sido intérprete-traductor y asesor político de periodistas y empresarios extranjeros en Venezuela. Quintero es columnista de El Nacional Web (Venezuela), Ideas en Libertad, Cultura Colectiva (México), The Global World (España), WTC Radio (Venezuela), ProEconomia, Alternos (Venezuela), American Herald Tribune (Estados Unidos) y La Trenza (México).

Sus artículos también han sido publicados por Entorno Inteligente (Venezuela), Maduradas (Venezuela), Enlace Judío y Иносми — Россия Сегодня (Rusia). En el año 2018, ha tenido la oportunidad de presentar sus obras de arte en el Museo Alejandro Otero (Fundación de los Museos Nacionales de Venezuela). A través del arte, Quintero expresa la realidad política y económica del mundo. Quintero habla cuatro idiomas: español, inglés, ruso y alemán. Quintero ha dado entrevistas para la BBC, Россия 24, Izvestia, WTC Venezuela y otros medios nacionales e internacionales. Quintero además ha aprobado la mitad de los créditos de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Metropolitana de Caracas, lo que le ha permitido desarrollar inteligencia emocional.Sus artículos también han sido publicados por Entorno Inteligente (Venezuela), Maduradas (Venezuela), Enlace Judío y Иносми — Россия Сегодня (Rusia). En el año 2018, ha tenido la oportunidad de presentar sus obras de arte en el Museo Alejandro Otero (Fundación de los Museos Nacionales de Venezuela). A través del arte, Quintero expresa la realidad política y económica del mundo. Quintero habla cuatro idiomas: español, inglés, ruso y alemán. Quintero ha dado entrevistas para la BBC, Россия 24, Izvestia, WTC Venezuela y otros medios nacionales e internacionales. Quintero además ha aprobado la mitad de los créditos de la Licenciatura en Psicología de la Universidad Metropolitana de Caracas, lo que le ha permitido desarrollar inteligencia emocional.

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Vicente Quintero
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Written by Vicente Quintero

Social researcher. Politics, Philosophy, History and Economics. Poetry. Amazon: https://www.amazon.com/dp/B08FCTQP3L/

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