La Historia LGBT de Rusia: entre la homofobia y la homofilia

Vicente Quintero
20 min readDec 17, 2018

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La defensa de las tradiciones es una de las políticas públicas del actual gobierno de la Federación Rusa. A través de la historia, es posible observar que la relación de los rusos con la homosexualidad ha sido una relación de contrastes. ¿Cómo fue que las medidas emprendidas por Pedro El Grande institucionalizaron culturalmente la homofobia en Rusia?

Дождались!, flyer que fue difundido en una discoteca de Moscú cuando la homosexualidad fue despenalizada en 1993

No fue sino hasta el día 17 de mayo de 1990 que la homosexualidad definitivamente dejó de ser calificada como una enfermedad mental (Organización Mundial de la Salud — publicación ICD 10), después de los primeros pasos dados por la APA en 1973. A lo largo del siglo XX, fueron muy populares las terapias para corregir la homosexualidad, diseñadas por prestigiosos psicólogos y psiquiatas. Una de ellas consistía en mostrarle a los pacientes fotos de hombres desnudos mientras les daban fuertes descargas eléctricas o medicamentos para hacerlos vomitar y, una vez que ya no podían soportarlo, les mostraban fotos de mujeres desnudas o enviándolos a una “cita” con una atractiva y muy femenina enfermera. En particular, la contribución de la Escuela Conductista fue muy notable. Más allá de lo que sucede hoy en día en Rusia, es pertinente que nos preguntemos: ¿cuál es la raíz de la homofobia? La Historia es fundamental para comprender las identidades de los pueblos.

En el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-2), publicado en 1968, con fuerte influencia del dogmatismo religioso y de la tradición del siglo XIX -la homosexualidad como un pecado-, define a esta condición como una enfermedad mental, aún cuando todavía se seguía discutiendo este último concepto. En los años sesenta, indudablemente, el contexto del gremio de psiquiatras y psicólogos estuvo marcado por el debate y la ambivalencia. El psicólogo Thomas Szasz argumentó que el concepto de enfermedad mental era un mito utilizado para ocultar los conflictos morales en la sociedad. Por su parte, el Erving Goffman señaló que este concepto era usado para controlar y etiquetar a los sectores no conformistas.

En 1973, la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) sometió la cuestión a votación, a raíz de varios estudios realizados sobre la salud mental del homosexual y la sostenida lucha de los activistas que apoyaban la causa gay. Los resultados fueron los siguientes: 5854 psiquiatras votaron a favor de eliminar la homosexualidad del DSM, mientras que 3810 votaron en contra. La APA, entonces, re-definió a la homosexualidad como un “desorden de la orientación sexual”. En 1974, la séptima edición del DSM-2 adopta la nueva definición de homosexualidad, que había dejado de ser considerada un trastorno mental por la APA, en los Estados Unidos.

No fue, sin embargo, hasta el año 1987, que la homosexualidad salió definitivamente del DSM. En el año 1990, si bien la OMS eliminó a la homosexualidad de la lista de trastornos mentales, la consideró una orientación sexual ego-distónica. Progresivamente, la terapia sufrió importantes modificaciones: ahora se alienta al homosexual a aceptar su orientación sexual, mientras que al principio los psicólogos y psiquiatras se dedicaron a “tratar de corregir esta conducta desviada”. Casi treinta años después, este tipo de terapias no han desaparecido.

De acuerdo a la decisión del paciente y su entorno familiar, el terapeuta alienta al paciente a aceptar su homosexualidad, o bien, a modificarla a través de sesiones conductistas o fármacos. A principios de 2018, el psicólogo Everardo Martínez, quien afirma curar la homosexualidad, presentó su libro en Baja California Sur (México) y manifestó sentirse decepcionado al no poder entrenar a los estudiantes de la Universidad de Tijuana. “Iba a interactuar con los estudiantes de psicología. Quería entrenarlos para enseñarles a curar la homosexualidad. Haremos un curso para enseñar a curar la homosexualidad, a nivel nacional y recibiremos a 2 psicólogos por Estado”, dijo.

En los años setenta, el homosexual en los Estados Unidos era objeto de constantes persecuciones por parte de la policía. La simple sospecha de homosexualidad bastaba para que los ciudadanos fueran detenidos por la policía; peor aún si eran vistos en los alrededores de aquellos bares con fama de “gay friendly” (tolerantes a los homosexuales). También, la policía les imponían altas multas por su orientación. la discriminación laboral era común y no era sorprendente que un buen trabajador fuera despedido por su orientación sexual. La presunción de homosexualidad era más que suficiente para justificar un despido, muchas veces sin abrir investigación. El abogado Milk fue una de las víctimas de este sistema. La película sobre su vida, estrenada hace una década, es un clásico del cine LGBT.

Alexander Kokorin y Pavel Mamaev (2013)

Hasta ahora, se ha analizado brevemente un corto período de la Historia LGBT de Occidente y su zona de injerencia -Beinart no consideraría que América Latina sea parte de occidente-, en donde el homosexual era visto como un enfermo mental, hasta hace no mucho tiempo. Más allá de que la Unión Soviética fue el primer país que en el siglo XX despenalizó la homosexualidad (1922), lo cierto es que ha tenido una trayectoria histórica llena de altibajos con respecto a la comunidad LGBT. La Unión Soviética, en sus inicios reivindicadora de los derechos de las minorías sexuales, terminó reprimiéndolos años después. Rusia, el país que permitió la unión civil de dos mujeres en el año 1922, es hoy en día uno de los más homofóbicos en el mundo entero.

Rusia no siempre fue la Federación Rusa que conocemos hoy en día. Anteriormente, existió la Unión Soviética, el Imperio Ruso y la Rus Medieval. Según el investigador estadounidense Kevin Moss, profesor del Middlebury College, la Rus medieval fue muy tolerante con la homosexualidad. En documentos históricos que datan del siglo XI, hay evidencias de amor homosexual y sodomía en algunas de las vidas de los santos de la Rus en Kiev. Si bien los actos homosexuales fueron tratados como un pecado por la Iglesia Ortodoxa, pero no aplicaron sanciones legales contra ellos. Además, a los eclesiásticos solo les perturbaba la homosexualidad en los monasterios. Aún así, el reconocido historiador John Boswell, en su obra The Marriage of Likeness: same sex unions in pre-modern Europe, señala que en San Petersburgo existen manuscritos custodiados que evidencian que ritos litúrgicos de unión entre personas del mismo sexo se llegaron a celebrar en la Rusia medieval.

En los siglos XVI y XVII, los visitantes extranjeros a la Rusia expresaron constantemente su asombro ante las demostraciones abiertas de afecto homosexual entre los hombres, sin distinción de clase social. Sigismund von Heberstein, Adam Olearius, Juraj Krizhanich y George Turberville son solo algunos de los viajeros que, en sus publicaciones sobre viajes y memorias, escribieron sobre la muy extendida homosexualidad en Rusia. En el siglo XIX, el historiador Sergei Soloviev dijo que: “en ninguna parte, ni en Oriente ni en Occidente, fue este pecado vil y antinatural [la homosexualidad] tomado tan a la ligera como en Rusia”.

Durante el reinado de Pedro el Grande en el siglo XVIII, es que en Rusia se promulgaron las primeras leyes que sancionaron los actos homosexuales en los estatutos militares, es decir, se aplicaban solo a los soldados. La primera ley fue copia de una que con anterioridad había sido en Prusia, Estado que ya no existe y que comprendió parte del actual territorio de los países que hoy conocemos como Alemania, Polonia, Rusia, Lituania, Bélgica, Dinamarca, República Checa y Suiza. La institucionalización de la homofobia en Rusia fue parte del proyecto de modernización y occidentalización de Pedro El Grande, quien soñaba con una Rusia menos atrasada; más desarrollada y “occidental”. No es un hecho aislado que, Pedro mandó a construir San Petersburgo con el sueño de que esta fuera tan hermosa como Ámsterdam y Venecia.

No fue sino hasta el año 1832, que el código penal incluyó el artículo 995, que estableció que la мужеложство (dícese de aquellos hombres que yacen con hombres, con el fin de tener relaciones anales) era un acto criminal punible, incluso penado con el exilio a Siberia por 5 años. La legislación, no obstante, solo se aplicó en muy raras ocasiones, menos aún cuando se trataba de las clases altas. En la Rusia del siglo XIX, muchos intelectuales prominentes llevaron una vida homosexual o bisexual muy abierta. Entre ellos se encontraban el escritor Philip Vigel, el explorador Nikolai Przhevalsky, el filósofo Konstantin Leontiev y el compositor Peter Tchaikovsky.

Los futbolistas rusos Alexander Kokorin y Pavel Mamaev (2013), dos grandes amigos.

A principios del siglo XX, la subcultura homosexual había crecido sustancialmente en Rusia, sobre todo en ciudades como San Petersburgo, en la cual existía toda una ciudad dentro de la ciudad, solo para la comunidad gay. A través de la vestimenta, los tatuajes y los dialectos, la subcultura gay en petersburguesa coqueteaba en las calles sin disimulo. El jardín Katkin, en la plaza Ostrovsky, es uno de los lugares más antiguos de recreación para los homosexuales en San Petersburgo. Desde los tiempos de la Rusia tsarista, ha sido un espacio de encuentro LGBT. La organización LGBT “Laboratorio Gay”, que operó en la clandestinidad en los tiempos de la Unión Soviética, fue fundada en estos espacios.

En el año 1903, Vladimir Nabokov, padre del escritor y fundador del Partido Demócrata Constitucional en Rusia, publicó un artículo sobre el estatus legal de los homosexuales en Rusia, en el que argumentaba que el Estado no debía interferir en las relaciones sexuales privadas. Influenciado por la ola reformista que tenía lugar en Europa, en Rusia se discutía la despenalización de la sodomía en el Código Penal tsarista y la posibilidad de que los hombres tuvieran relaciones con adolescentes de catorce años.

Entre los años 1905 y 1917, se vivió la Edad de Plata para la literatura rusa y la Edad de Oro para los homosexuales. Muchas figuras importantes llevaron vidas homosexuales abiertas, incluidos varios miembros de la Corte Imperial. En estos tiempos, era lo más común. Sergei Diaghilev y muchos de los miembros del movimiento World of Art y el ballet ruso eran homosexuales declarados. En 1906, el escritor ruso Mikhail Kuzmin publicó su novela semi-autobiográfica Alas, la cual se ha convertido, a travès de los tiempos, en el ícono cultural de la literatura gay en Rusia.

Los efectos de la Revolución Bolchevique en el desarrollo de la Historia LGBT de Rusia, según el investigador estadounidense Kevin Moss, todavía son tema de discusión. Es un hecho que, los líderes de la Revolución de Octubre eliminaron el Código Penal en Rusia, y los nuevos códigos penales de 1922 y 1926 no contemplaban el delito de мужеложство. La fijación materialista de los socialistas y la vocación científica de los intelectuales llevaron la discusión de la homosexualidad al campo de la ciencia y la medicina (psiquiatría). La homosexualidad como enfermedad que debe ser curada por la ciencia.

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En la opinión popular, la homosexualidad en los inicios de la Unión Soviética era relacionada con la élite bohemia y burguesa pre-revolucionaria. Los valores burgueses y aristocráticos, tan criticados por las juventudes revolucionarias en Rusia, eran asociados con la vida homosexual. Algunos historiadores consideran que esta asociación, junto al debate psiquiátrico sobre el tema de la homosexualidad, contribuyeron a estigmatizarla en el siglo XX. No nos extraña, entonces, que la liberación sexual que acompañó a la Revolución Rusa fue de muy corta duración.

Diego Rojas en Infobae: Rusia, el país donde hoy se persigue a los homosexuales y lesbianas, en 1922, luego de la revolución bolchevique de octubre, realizada en 1917, legalizó la unión entre Evgeniia Fedorovna M. y “S.”, tal como hace constar el psiquiatra A. O. Edelshtein en 1927. El episodio, recopilado en el libro Homosexualidad y revolución, que acaba de publicar la editorial Final Abierto, cuenta que Egveniia era una agente de la GPU (policía secreta soviética) especializada en “redadas y requisas contra monasterios” y que así llegó a una ciudad de provincias, se enamoró de “S.” y, con unos documentos falsos a nombre de un tal Egveni Fedorovich, “finalmente consumaron matrimonio que fue oficialmente registrado, gracias a que Egveniia presentó su documento de identidad alterado”. Convivieron. Pero los vecinos son así: les gusta el chisme y alguno pensó: “Este Egveni me parece un poco una mujer” e hizo la denuncia correspondiente.

Las políticas igualitarias y pro-feministas que habían promovido el aborto y modificado las leyes de matrimonio-divorcio, dieron luego paso, en la década de 1930, a las tradicionalistas políticas pro-familia estalinistas -según diversos historiadores, esto se debió a un pacto entre la élite del Partido y la Iglesia Ortodoxa-. Paralelamente, la homosexualidad era relacionada con el nazismo. En un artículo escrito por Maxim Gorky, este dijo que: “erradicando a los homosexuales, el fascismo [y el nazismo] desaparecerán”. Fue, en este contexto, que la Unión Soviética recriminalizó la homosexualidad, en un decreto firmado a fines de 1933. Un año después, los nazis también criminalizaron la homosexualidad.

En las siguientes décadas, la comunidad LGBT en Rusia sufrió una muy larga historia de malos tratos, represión y discriminación. Desde que el artículo 121 volvió a ser promulgado, los homosexuales volvieron al clóset y mantuvieron una vida bajo perfil. Poco a poco, los arrestos y los hallanamientos a viviendas de homosexuales se hicieron frecuentes.Alrededor de 1000 hombres eran arrestados al año por ser considerados homosexuales, según estadísticas publicadas en 1980.

En la prisión, el homosexual en Rusia creó toda una subcultura y surgió en la lengua rusa el término петух. La sodomía y el amor homosexual fueron fenómenos generalizados en la cárcel rusa, en donde muchos homosexuales terminaron incluso siendo más felices. Según el estadounidense Kevin Moss, el apetito homosexual en la prisión rusa iba mucho más allá del grupo acusado de incumplir el artículo 121: perder en los juegos de cartas, insultar a alguien o simplemente ser muy hermoso, eran motivos más que suficientes para ser víctima de una redada gay. Con el tiempo, estas se convirtieron en rituales de iniciación. El director de cine Sergei Paradjanov y el poeta Gennady Trifonov fueron algunos de los tantos procesados por la presunta violación del artículo 121. Según algunos cálculos, más de 250 mil homosexuales pudieron haber sido encarcelados.

El dúo ruso T.aT.U., que usó el tema LGBT para venderse internacionalmente. En realidad, no eran lesbianas. All The Things She Said fue uno de los grandes hits a principios de milenio.

En las ciudades más grandes y cosmopolitas de Rusia, la subcultura gay siguió activa, aunque en las sombras y el anonimato. Las actividades se restringieron a los círculos de amigos, lejos de la libertad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. La comunidad, sin embargo, tenía algunos bares para distraerse y habían algunas zonas públicas que se prestaban para el cruising, en ciudades como Moscú y San Petersburgo. Las autoridades lo sabían, pero con frecuencia se hacían la vista gorda. En Leningrado -hoy San Petersburgo nuevamente-, se intentó fundar la primera organización para homosexuales, pero los dirigentes fueron perseguidos por la KGB. En los años 1989–1990, es que la organización pudo existir finalmente.

Desde los noventa, el desarrollo movimiento pro-homosexual en Rusia, el cual hoy lleva las siglas LGBT (LGBTIQAP+), se había venido acelerando. En 1991, tuvieron lugar la primera conferencia internacional, el primer festival de cine y las primeras manifestaciones por los derechos de los homosexuales en Moscú y Leningrado. Los periódicos con temática LGBT también se comenzaron a publicar en este período. Tema, editado por Roman Kalinin, fue el primer periódico oficialmente registrado para homosexuales en Rusia. Además, una leyenda dice que la comunidad gay fue aliada de Yeltsin. Se comenta que, en las manifestaciones, estos se encargaron de hacer las barricadas que protegían al gobierno. En la prensa, los homosexuales también le sirvieron a Yeltsin.

Después de la disolución de la Unión Soviética en 1993, se aceleró el proceso de inclusión de la comunidad LGBT en diversos sectores de la vida nacional. En ese mismo año, la homosexualidad fue nuevamente despenalizada y el artículo 121 del código penal eliminado. De forma exponencial, las manifestaciones culturales de los homosexuales crecieron en Rusia. La vida de la comunidad LGBT había entrado en un proceso de normalización, que no se detuvo hasta los años 2012 y 2013, por lo menos de manera oficial. La promulgación de la ley que protege a los niños de la información que “niega los valores familiares tradicionales” ha puesto un signo de interrogación al proceso que se venía gestando desde principios de los noventa.

En la Rusia de hoy, la homosexualidad es asociada con los valores occidentales. Después de que la luna de miel entre los Estados Unidos y Rusia llegó a su fin a finales de los noventa, los rusos han vuelto a mirar con cierto escepticismo, desprecio y rechazo a todo aquello que tenga la etiqueta occidental. En esta época, la política exterior de Rusia llegó a ser comparada con la de una prostituta, una vil puñalada al orgullo ruso. En este contexto, las recientes medidas que han frenado el proceso de normalización de la homosexualidad en Rusia han tenido una importante trascendencia política y sociocultural. Según Nikita Sleptcov, la homofobia política en Rusia es una estrategia opresiva modular se ha utilizado para legitimar el régimen político autoritario actual, unificar la identidad nacional y presentar los valores del país como distintos de los de Occidente.

Después de la invasión de los tártaros en el siglo XIII (Kievan Rus), Rusia nunca ha sido colonizada por una potencia extranjera. Los rusos han estado acostumbrados al rol de conquistadores y no al de conquistados. Su espíritu guerrero y resiliente les permitió ocupar muchos territorios y dominar un sinfín de etnias, que si bien algunas de ellas todavía existen en la Federación Rusa, a estas alturas son pequeñas minorías. El proceso que tuvo lugar en Rusia en los noventa ha sido catalogado de “cuasi-colonización” por diversos analistas.

Las premisas básicas de la ley anti-propaganda no tradicional son las siguientes: “Rusia es una nación heterosexual y Occidente no. La homosexualidad no es rusa y esta es una mera cuestión occidental”. La Rusia actual busca aferrarse, como sea, a sus tradiciones, llegando al punto de promulgar una ley que permite que el hombre le pegue nuevamente a la mujer, mientras esta no quede gravemente herida.

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Diversos analistas políticos, tanto rusos como extranjeros, señalan que la ley anti propaganda gay es una forma de evitar cualquier intento de generar una revolución de colores en la Federación Rusa. Esta técnica, que dio resultados en varias ex-repúblicas soviéticas como Ucrania y Georgia, es percibida como una amenaza por los funcionarios del gobierno ruso. La revolución de colores, a su juicio, podría significar la balcanización de Rusia, el debilitamiento de su Estado y la salida del poder de la élite gobernante, que lleva ya bastante tiempo en el poder. Curiosamente, Entre los años 2011 y 2013, la posibilidad de una revolución de colores en Rusia aumentó. Las medidas tomadas desde entonces cambiaron ese panorama y neutralizaron eficazmente las posibilidades de éxito. Fue inevitable que el gobierno ruso fijara ciertas posiciones. (Nicolas Bouchet, 2016).

Por otro lado, también hay que considerar que, en los últimos años, la religión ha estado configurando la política y la vida cotidiana en Rusia. Una de las manos derechas del gobierno ruso es, sin duda, la Iglesia Ortodoxa. En el contexto europeo, Rusia se presenta como la esperanza del cristianismo en Eurasia, sobre todo considerando que los cristianos son una minoría en estos días, especialmente en Europa. Los valores que predican los cristianos son rechazados o ignorados. El ateísmo y el agnosticismo han tomado más relevancia. El Patriarca Kyrill dijo en 2016: “Vemos cómo la gente en Rusia está empezando a creer, este fenómeno es verdaderamente histórico. La Iglesia se está restaurando, los jóvenes se están convirtiendo. Cuando la gente elige este camino, definitivamente toman la ruta que los llevará a las estrellas. Es el camino al cielo, a lo más alto. Siempre es difícil, pero es el camino de la salvación.”

“Decimos que la Iglesia no puede redefinir el bien y el mal, el pecado y la justicia, pero no condenamos a las personas que tienen diferentes preferencias sexuales. Está en su conciencia y es su problema, pero no deben ser discriminados ni castigados, como solía ser una práctica común en algunos Estados. (…) Sin embargo, bajo ninguna circunstancia debe aceptarse como algo normal, sino como algo diferente de la norma social que se deriva de nuestra naturaleza moral, es decir, el matrimonio entre un hombre y una esposa que crean una familia y tienen hijos. Por eso creemos que esta nueva tendencia [occidental] representa una amenaza importante para la existencia de la raza humana.”, dijo en una entrevista el Patriarca Kyrill, en el año 2016.

Con apoyo del Estado, la Iglesia Ortodoxa se está reperfilando de forma sostenida, con el fin de ganar más popularidad en las masas. Una cantidad cada vez mayor de jóvenes se están convirtiendo al cristianismo ortodoxo más radical, algo que no está ocurriendo en otros países de Europa. La creciente influencia de la Iglesia Ortodoxa en todos los aspectos de la vida cotidiana rusa no debe pasarse por alto, sobre todo considerando que esta podría extenderse a otros países de tradición ortodoxa. En Hungría, el cristianismo también ha experimentado un resurgimiento, si bien no en los niveles de Rusia.

Para los occidentales y los latinoamericanos, es muy difícil comprender la situación de los homosexuales en Rusia, aún después de la promulgación de la ley que sanciona la propaganda pro-LGBT en territorio ruso. A diferencia del mundo hispano, en Rusia no existe una marcada cultura del “macho”. La línea que separa al heterosexual del homosexual a veces puede ser muy delgada. Al punto que, si un hombre no asume abiertamente su homosexualidad y ejerce el activismo político LGBT, es muy difícil que sus vecinos tengan la certeza de su condición.

Obra de arte Producto LGBTIQA+, de Vicente Quintero (Museo Alejandro Otero de Caracas)

La Rusia de nuestros días todavía conserva muchos rasgos de su pasado homófilo. En 2013, la historia de los futbolistas Alexander Kokorin y Pavel Mamaev en la Ciudad de Miami impactó a muchos. En las redes sociales, ambos deportistas compartieron fotografías de sus vacaciones, en las cuales se abrazaban efusivamente y hasta se besaban en la boca. Lo que ignoran en Occidente es que en Rusia es muy común el contacto físico entre los buenos amigos. La cultura rusa admite más contacto físico entre hombres heterosexuales que la europea, la estadounidense y la latinoamericana. El amigo es muy importante para el ruso y es mucho lo que comparte con él, más allá de los límites.

Oleg Grosstager, estudiante ruso-alemán en la Universidad Estatal de Moscú, es abiertamente homosexual y desempeñó altos cargos como dirigente estudiantil. Todo su entorno conoce su orientación sexual y aún así no ha sido víctima de insultos o discriminación. En el trabajo, tampoco reporta haber tenido problemas. Es difícil, sin embargo, asumir que esta es la realidad de toda la comunidad gay en Rusia. Maxim Neverov, en agosto de 2018, fue multado por haber publicado en Vkontakte (el Facebook ruso), una imagen pro-LGBT, según los expertos legales rusos. Este hecho fue repudiado por la comunidad internacional. En primer lugar, se trataba de un menor de edad. En segundo lugar, era un activista de derechos humanos.

La ley en contra de la propaganda no tradicional, sin duda, ha aumentado el rechazo de las minorías. La impresión que da, sin embargo, es que el foco de la homofobia estatal son los activistas políticos pro-LGBT. Los homosexuales que viven abiertamente su condición y no son parte de ninguna organización que lucha por la inclusión del colectivo podrían tener menos probabilidades de ser atacados. El objetivo principal, entonces, parece ser el siguiente: silenciar aquellas voces que con coraje piden la inclusión política y economía de las minorías sexuales.

La cuestión LGBT en Rusia es, sin duda, paradójica. En paralelo, la sociedad tiene internalizados rasgos homófilos y homofóbicos. El contexto en el que desenvuelve el homosexual todos los días es, en sí mismo, una contradicción. La misma ley en contra de la propaganda no tradicional es ambigua y poco clara. La ley no define con exactitud qué es lo que se entiende por propaganda homosexual y nadie sabe cuáles son los criterios de evaluación. Tampoco esta ley es, en sí misma, una prohibición plena de la conducta homosexual. En términos estrictos, lo que hace es dar espacio para censurarla en territorio nacional.

Si se hiciera un recuento histórico, las relaciones homosexuales han sido más aceptadas en Rusia que en Occidente -Europa y EE UU-. Si bien el patriarcado y los muy marcados roles de género tienen orígenes muy remotos en la cultura rusa, no sucede lo mismo con la homosexualidad, que hasta hace unos siglos era mucho más tolerada en Rusia que en cualquier otro territorio de Eurasia. De ninguna manera, Occidente tiene autoridad moral para criticar la homofobia en Rusia, puesto que la raíz de este profundo rechazo es occidental y religioso.

Las violaciones de los derechos humanos y la discriminación deben seguir siendo reprochadas, pero Occidente no debe olvidar la culpa histórica que tiene en este asunto. No solo en Rusia, sino en países como India, donde hasta hace pocos meses todavía eran ilegales las relaciones entre parejas homosexuales. Tampoco ignoremos que, la reciente reivindicación de los derechos de la comunidad LGBT son parte de un proyecto económico, que desde hace décadas viene reportando los potenciales beneficios de aprobar el matrimonio igualitario (Williams Institute de UCLA). Aunque no es la única variable que ha influido, lo cierto es que lo económico, junto a las variables ideológica, religiosa y política, ha tenido un importante papel en la real y efectiva conquista de los derechos de los homosexuales. ¿Cuál sería la situación actual de la comunidad LGBT si el Foro Económico Mundial (WEF) no tuviera en su agenda de discusión este tema? ¿Qué es lo que después de todo, nos importa?

Alexander Kokorin y Pavel Mamaev, los dos amigos rusos incomprendidos por la prensa internacional, que especuló y sugirió que eran pareja, mientras que en Rusia las fotografías eran tomadas como algo normal.

Nota: Este artículo usa el término LGBT, que es una construcción reciente. Anteriormente, en Rusia solo se hablaba de homosexualidad y мужеложство; o todavía más remotamente, de sodomitas. El término мужеложство no tiene traducción exacta en castellano.

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Autor: Vicente Quintero

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