La corporeidad en la descomposición

Vicente Quintero
4 min readSep 21, 2022

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Una sociedad descompuesta — o en proceso de recomposición — es todavía una sociedad que piensa en su corporeidad. Una sociedad que piensa y se ve reflejada en su complejidad humana; en su cuerpo físico; en su cuerpo emocional; en su cuerpo mental; en su cuerpo trascendente; en su cuerpo cultural; en su cuerpo mágico; y hasta en su cuerpo inconsciente. El cuerpo es, en sí mismo, un monumento.

Richyelpoeta7, CC BY-SA 3.0 <https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0>, via Wikimedia Commons.

La acción de comprender e interpretar la realidad se lleva a cabo desde la corporeidad. Percibimos a través de los sentidos y el cerebro nos permite procesar lo percibido. Escribimos y dibujamos con las manos, besamos con los labios, saboreamos la comida con las pupilas gustativas y los perfumes brotan en nuestra nariz. Así, la corporeidad es un aspecto fundamental en el desarrollo de la identidad en relación con los factores culturales. Lo corporal desde la corporalidad y la corporeidad en un contexto de cosificación y construcción de interpretaciones de la historia.

En la medida de las posibilidades, la corporeidad es el primer medio de relación, asociación, experiencia, comprensión, comparación y evolución constante en un espacio-tiempo dinámico y cambiante. Un ciego también crea su mundo, interior y exterior, en y desde su corporeidad, aunque lo haga desde otro punto de partida y bajo otros parámetros. Un sordomudo dialoga permanentemente con el mundo que lo rodea gracias a ella; es la confirmación de su presencia plena en el mundo y la comunicación con su medio entorno. La forma de caminar en la vida y dejar un mensaje con cada paso que damos.

Así como el sujeto es plenamente capaz de componer y descomponer, también puede corporizar y descorporizar. Los deseos, los pensamientos y los sentimientos del ser tienen una manifestación en lo corpóreo, en una frontera más o menos prolija entre este cuerpo y los otros que lo rodean. Fronteras que sirven de base sustancial a la consciencia existencial y que, aún en un nivel más micro, tienen mucho en común con las fronteras entre unos países y otros; la corporeidad es núcleo de la colectividad y también nucleo de la individualidad. Los países, a grandes rasgos, también son una suerte de cuerpos con referencias propias y culturales; reconocimiento de la alteridad y de los roles fijados; valores trascendentales en función de una historia; y diferenciación del uno con el otro.

Como espacio de convergencia de conceptualizaciones dicotómicas en constante tensión, la corporeidad es el choque dialéctico-ontológico entre la igualdad y la diferencia/libertad; la interioridad y la exterioridad; la individualidad y la colectividad; la actividad y la pasividad. El sujeto, ni en su representación inmediata individual, ni en sus construcciones estatistas-organizacionales y comunitarias, tiene el don de las salamandras. Crea, destruye y construye, pero no regenera. La amputación de miembros del cuerpo humano y la balcanización de países quedan como evidencia; no hay vuelta atrás. La fatalidad de la corporeidad, como abstracción que conecta la biología con la cultura, es su subordinación al curso de la historia. La reflexión sobre la filosofía de la historia pasa también por el cuerpo como construcción y deconstrucción.

La lógica sobre el cuerpo humano va más allá de su materialidad y funcionalidad. El cuerpo es espacio móvil durante la guerra y al mismo tiempo es atravesado, no siempre de forma consensuada, por el lenguaje y la ideología. Como espacio móvil en un conflicto armado, hay un cuerpo en la guerra y también un cuerpo para la guerra, ya sea de forma activa (combatiente) o pasiva (testigo). Un cuerpo mutilado es consciencia y memoria viva de un conflicto. En la medida que pensamos en nosotros mismos como construcciones de una cultura — o de unas culturas, en plural — , nuestros cuerpos terminan siendo también moldeados por el factor cultural en función de sus propios códigos. El cuerpo es terreno de creencias y herramienta para la búsqueda de cuotas de poder político.

El lenguaje, además de espacio de creación, es existencia y poder. Las narrativas se modifican, a medida que cambian los actores que ejercen el poder. Y en cuanto el lenguaje expresa ideas y pensamiento, se convierte el lenguaje en una herramienta válida para comprender cómo se concibe el cuerpo en las dinámicas de poder. En tiempos de Capitán Cyborg, surgen nuevas corporeidades emergentes a partir de la tecnología. Nuevas intervenciones sobre el cuerpo probablemente den lugar a nuevas conceptualizaciones sobre este. Nuevos cuerpos responden a nuevas necesidades que crean, inevitablemente, nuevas preguntas y nuevos problemas. Por su memoria encarnada, el cuerpo es epicentro de la transición y la descomposición.

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Vicente Quintero

Social researcher. Politics, Philosophy, History and Economics. Poetry. Amazon: https://www.amazon.com/dp/B08FCTQP3L/