El riesgo de balcanización en la Federación Rusa y la presencia de grupos separatistas

Vicente Quintero
43 min readJun 4, 2019

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El riesgo de balcanización o fragmentación del Estado de la Federación Rusa no es alarmantemente alto, pero existe. El riesgo está latente.

Polémico mapa que muestra una Rusia fragmentada

EL RIESGO DE BALCANIZACIÓN EN LA FEDERACIÓN RUSA Y LA PRESENCIA DE GRUPOS SEPARATISTAS

INTRODUCCIÓN

Entre los más de 170 millones de habitantes de la Federación Rusa12, el país más grande del mundo, aproximadamente el 70% por ciento de la población es de origen eslavo. En su territorio conviven más de 190 grupos étnicos, en donde los rusos y los tártaros destacan por ser nominalmente las mayorías. En el idioma ruso existen dos términos para diferenciar a los rusos: русский (ruso étnico) и российский (ruso como ciudadano)3. Los tártaros son ciudadanos de la Federación Rusa, mas no son rusos étnicos.

Tras muchos años de convivencia y matrimonios interraciales, la población de la Federación Rusa ha experimentado, en grandes proporciones, mezclas culturales y étnicas, con base en estudios realizados (Kazak, 2017). En la Federación Rusa, el uso y alcance de los términos “asiático” y “europeo” sigue siendo motivo de discusión. Los antropólogos rusos no tienen una única clasificación.

La actual Federación Rusa es heredera de la Rus Medieval4, el Imperio Ruso y, sobre todo, de la Unión Soviética. A partir de la desintegración de la Unión Soviética, en el año 1991, Rusia ha experimentado altos niveles de conflictividad étnica, que en algunos casos. Los estados satélites y las regiones periféricas han reclamado su soberanía, lo cual ha devenido en guerras. anteriores que ya no quieren formar parte de la federación.

Usualmente, los líderes políticos de las periferias de Rusia usan la cuestión étnica como un recurso que les permite mantener las tradiciones de sus comunidades y exigir que el Kremlin (centro) respete su autonomía, y si es posible, incluso la extienda. En algunos casos, los conflictos entre las periferias y el centro en Rusia han escalado hasta el nivel bélico, especialmente en Chechenia, la Región del Volga-Ural y la Siberia Oriental, donde se han producido violaciones masivas de los derechos humanos.

Tras el conflicto entre los chechenos y los rusos en 1994 5, pocos años después de la desintegración de la Unión Soviética, los rebeldes chechenos han intensificado su lucha por la independencia, cuyos orígenes se remontan al siglo XIX. El problema, más que político-administrativo, ha sido étnico. Para muchos, el hecho de que Chechenia siguiera siendo parte de Rusia, a pesar de la caída de la Unión Soviética, era incómodo y difícil de soportar. Según Brzezinski:

El espacio en el que durante varios siglos estuvo instalado el imperio de los zares y durante tres cuartos de siglo una Unión Soviética dominada por Rusia pasó a ser ocupado por una docena de Estados que, en su mayoría (excepto Rusia), estaban muy poco preparados para asumir una soberanía genuina y cuyo tamaño iba desde el de la relativamente extensa Ucrania, con sus 52 millones de habitantes, hasta Armenia, con 3.5 millones. La viabilidad de estos Estados era incierta, en tanto que la voluntad de Moscú de acomodarse de manera permanente a la nueva realidad era igualmente impredecible (Brzezinski, 1998: 96).

En la región de Chechenia, parte de la Federación Rusa, los chechenos representaban más del 70% de la población a principios de los años noventa, siendo la minoría más numerosa y homogénea en toda la zona del Cáucaso Norte. El pueblo checheno, tanto en Rusia como en el exilio, había logrado mantener su cohesión social y cultural, resistiendo a los procesos de integración y transculturización.

En el caso de las regiones periféricas de Rusia, entre las cuales se encuentra Chechenia, se ha argumentado que las tácticas militares del Kremlin han violado los Convenios de Ginebra al realizar ejecuciones extrajudiciales, torturas (incluidas violaciones y maltratos sexuales), desapariciones de líderes políticos y detenciones arbitrarias. Los organismos internacionales todavía debaten sobre las violaciones a los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad que se han cometido en la periferia rusa, con el fin de mantener la unidad nacional del Estado-Nación ruso.

Hoy en día, el Estado de la Federación Rusa afronta diversos problemas, entre los cuales destacan: la debilidad institucional, la inseguridad jurídica, el terrorismo, el tráfico de armas, el tráfico de personas, el estancamiento de la transición democrática, y particularmente, los movimientos separatistas. Asimismo, en el escenario posterior a la Guerra Fría, es importante destacar que los principales actores del sistema internacional, en su gran mayoría, interactúan de una forma rápida e interdependiente, como lo son: los Estados-Nación, los organismos internacionales y los actores trasnacionales (organizaciones no gubernamentales, corporaciones trasnacionales y organizaciones criminales trasnacionales).

En el territorio de la Federación Rusa existen al menos 14 grupos separatistas, lo cual sugiere que el riesgo de balcanización en la Federación Rusa está presente. Según Andrey Manoilo6, el riesgo de balcanización o fragmentación en Rusia es bajo en estos momentos, si bien existe. A juicio de Manoilo, la Federación Rusa prevalece la unidad nacional sobre los intereses de los grupos separatistas. Los años noventa le enseñaron a los ciudadanos de Rusia que la única forma de sobrevivir como país es a través de la unidad y la cohesión. Los rusos ahora entienden que la desunión les haría repetir el destino de los Balcanes, Tayikistán y otros países, en los cuales la desintegración fue detonante de sangrientas guerras civiles. En la Federación de Rusia, los casos de Chechenia y Daguestán han sido los más complicados en los últimos años. “La llegada al poder de un político tan fuerte como Putin fue lo que nos permitió superar la amenaza del colapso nacional. Putin es el forjador de nuestra seguridad nacional”, dice Manoilo. (A. Manoilo, comunicación personal, 12 de mayo de 2019).

SEPARATISMO EN RUSIA

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

A lo largo de su historia, ya sea como la Rus’ Medieval, el Imperio Ruso, la Unión Soviética o la Federación Rusa, el problema del separatismo ha sido un fenómeno constante. El consenso de los antropólogos, sociólogos, etnólogos y politólogos establece que estas son las principales causas del separatismo en Rusia: la compleja composición étnica -más de 190 grupos étnicos-, la vastedad del territorio7, la inestabilidad política, el apoyo de los separatistas por parte de patrocinadores externos, y particularmente, la crisis económica de los años ochenta y noventa del siglo XX, período en el que Rusia se vio obligada, en su nuevo modelo federal, a ceder mayores atribuciones político-administrativas a las minorías étnicas.

Según Ronald Grigor (1997), el carácter multicultural de Rusia se evidencia desde los registros históricos más tempranos y remotos que se han conservado. Los pueblos que habitaron el actual territorio de la Federación Rusa eran étnica y lingüísticamente diversos. La Crónica de Néstor, también conocida como la Primera Crónica Eslava, que cuenta la primera historia del primer Estado eslavo oriental (años 850 y 1110), señala que los pueblos eslavos, balsos, turcos y finlandeses vivían en una misma región, reunidos todos una vez que los varangianos llegaron al territorio ruso. Desde la adopción y difusión del cristianismo ortodoxo en 988 (fecha tradicional en la historiografía oficial), los rusos han constituido una comunidad que fusiona las nociones del cristianismo ortodoxo y las costumbres autóctonas de los eslavos originarios, rasgos que los distinguen de los católicos de Polonia y Lituania, así como también de los pueblos nómadas no cristianos de la región del Volga y Siberia.

Desde el principio, o bien en los siglos posteriores, la identidad rusa estuvo estrechamente vinculada con la religión, un territorio cambiante y en expansión, y el estado. Cuando Iván III el Grande asumió los títulos de zar y samoderzhets (autócrata) a mediados del siglo XV, reclamaba ser el gobernante soberano de Rusia. Moscú, que a menudo había sido favorecida entre los principados rusos, incluso promovida por los mongoles en el siglo anterior, ahora reemplazó a la Horda de Oro como el poder soberano dentro de las tierras de Rusia y adoptó atribuciones como el gobernante legítimo e imperial chingisid [Mongolia] (Grigor, 1997, p.21).

Después de que Iván IV conquistara las ciudades de Kazán y Astraján, a mediados del siglo XVI, el rudimentario Estado Muscovita comenzó a ejercer soberanía sobre territorios que históricamente no habían sido gobernados por rusos étnicos. La Rusia relativamente homógenea se convirtió, de esta forma, en un imperio multiétnico en el cual los rusos tuvieron que pactar y hacer importantes convenios con las etnias dominadas. Desde entonces, los zares adoptaron la denominación “Rossiya” para referirse a Rusia, dejando de lado a la antigua Rus’, que se refería a los núcleos centrales de la etnia rusa-eslava. Ya para el siglo XVII, se entiende por ruso al súbdito del Imperio Ruso, mas que al ruso étnico de origen eslavo. De hecho, a finales de este siglo, el zar Fedor se refirió a Rusia como el Reino de la Gran Rusia (Velikorossiiskoe Tsarstvie), término que que denotaba un Estado absolutista e imperial, con derecho legítimo a gobernar sobre los territorios rusos, y también, sobre los no-rusos.

A finales del siglo XVII, la visión del imperio Gran Rusia, el zar y el estado, se fusionaron en una sola concepción de soberanía y absolutismo. El estado, el imperio y el zar autocrático se combinaron en un sistema elaborado para reforzar las legitimaciones (Grigor, 1997, p.24).

A través de la conquista y la anexión de tierras aledañas, Rusia pasó a ser el país más grande del mundo. Generalmente, las élites de los territorios anexados eran recibidos en la nobleza rusa -si bien perdían una buena parte de sus privilegios- y se dieron casos de matrimonios interétnicos, con el objetivo de establecer alianzas políticas y económicas que permitieran la expansión de la influencia rusa en Eurasia. Los rusos permitían que las élites locales conservaran sus tradiciones y leyes tradicionales, pero su soberanía era cedida al centro de poder, es decir, Moscú.

En términos temporales, la reivindicación de los valores rusos como símbolo de la grandeza del pueblo eslavo es un fenómeno reciente, que viene, si bien de forma muy rudimentaria, del siglo XVIII. Como bien señala Paul Bushkovitch, se entendía por Rusia, desde finales del siglo XV hasta el reinado de Aleksei Mikhailovich a mediados del siglo XVII, a los territorios controlados por las dinastías Riurikid y más tarde, Romanov. Richard S. Wortman argumenta que las imágenes de la monarquía rusa, desde el siglo XV hasta finales del siglo XIX, establecían una fuerte distinción entre las élites gobernantes y la gente común. Los gobernantes usualmente eran presentados como hombres de origen noble y extranjero, comparados incluso con los gobernantes de Occidente. “Al expresar la preeminencia política y cultural del gobernante, los rasgos extranjeros tenían una valoración positiva; los nativos uno neutral o negativo”, dijo Grigor (2009, p.19). En la Rusia de antaño, cabe destacar que los modelos de gobierno eran, en cierta forma, adaptaciones importadas del extranjeros (casos de Bizancio y Mongolia, por ejemplo).

En los siglos dieciocho y diecinueve, el mito del gobernante como conquistador8 se usó para expresar los beneficios de la civilización y el progreso de la monarquía, y el gobernante fue representado como un héroe desinteresado que salvó a Rusia del despotismo, la ruina, e incluso, la sodomía9, muy común en la Rusia pre-dieciochesca. Históricamente, el anhelo de grandeza de los rusos ha contrastado con la pobre valoración que, en diversas ocasiones a lo largo del tiempo, han tenido de sí mismos.

LOS MOVIMIENTOS SEPARATISTAS EN RUSIA

Actualmente, los movimientos separatistas modernos en Rusia no gozan de altos niveles de popularidad, y de acuerdo al Doctor en Ciencias Políticas Andrey Manoilo, asesor del Kremlin ruso, este podría considerarse uno de los grandes logros de la política interior de Vladimir Putin, quien los logró neutralizar (A. Manoilo, comunicación personal, 12 de mayo de 2019). También, cabe destacar que el separatismo en la Federación Rusa es hoy en día considerado una amenaza a la seguridad nacional, al nivel del terrorismo y el extremismo político. Los grupos separatistas hoy operan en la clandestinidad. Los más importantes son:10

  1. Grupo separatista rebelde de Chechenia: compuesto por chechenos, los cuales llegaron a formar un gobierno en el exilio. Este es uno de los grupos más peligrosos para la seguridad nacional de la Federación Rusa y ya en varias ocasiones el Kremlin ha tenido que controlarlos a través del fuego. Los rebeldes chechenos promueven la creación de la República Chechena de Ichkeria.
  2. Grupo separatista de Circasia: conformada por un conglomerado de organizaciones nacionalistas de circasios, pueblo étnico que habita en el Norte del Caucaso. Al igual que los rebeldes chechenos y los nacionalistas tártaros, son fuertemente vigilados por los organismos de inteligencia en Rusia. Los circasios consideraron que los Juegos Olímpicos de Sochi fueron una ofensa a su etnia, al haber tenido lugar en el sitio donde habían sido masacrados años atrás11, coincidiendo además con la fecha de aniversario.
  3. Grupos separatistas de Kabardino-Balkaria y Karachay–Cherkesia: diversas asociaciones civiles nacionalistas que luchan por la independencia de los balkaros y los karacháis, de origen túrquico. El objetivo de estas asociaciones civiles es que se reconozcan, como repúblicas independientes y soberanas, a las regiones de Karachay y Balkaria.
  4. Grupo separatista All-Tatar Public Center de Tartaristán: compuesto por el grupo étnico Tártaro, emparentado con los turcos. Este es uno de los grupos separatistas más peligrosos para la seguridad nacional de la Federación Rusa y tiene sede en Kazán, una de las ciudades más importantes del país, solo superada por Moscú, San Petersburgo y Yekaterinburg. Tartaristán es una de las regiones más ricas y prósperas de Rusia. Los tártaros son, después de los rusos, el grupo étnico más importante de Rusia. A diferencia de los rusos étnicos, los tártaros son musulmanes y no cristianos ortodoxos.
  5. Grupo separatista de Udmurtia: conformado por la etnia udmurto. Este grupo separatista promueve la creación de la República de Udmurtia.
  6. Grupo separatista de Idel-Ural: compuesto por los grupos étnicos Tártaro, Bashkir, Chuvash, Erzya, Mari, Moksha y Udmurto. Este grupo propone la creación de la República de Idel-Ural.
  7. Grupo separatista de Kaliningrado: compuesto por rusos étnicos, que no quieren ser parte de la Federación Rusa. Uno de los grupos separatistas más débiles.

En mucha menor medida, en el sector asiático de la Federación Rusia, también destacan los grupos separatistas de Tuva, Altai, Jacasia, Evenkia, Buriatia y Saja. Sin embargo, únicamente los tuvanos, los altáis (El Kurultai), los buriatos y los sajos están organizados en partidos. Los jacasios y los evencos no están organizados a ese nivel.

Según Dmitry Gorenburg (1999), la creciente ola separatista-soberana que ha surgido en Rusia desde finales de los años ochenta -y que tuvo su auge en los años noventa, hasta la llegada al poder de Vladimir Putin-, entre las antiguas repúblicas autónomas de la Federación Rusa, fue orquestado principalmente para preservar el control de los locales locales de la era comunista sobre sus regiones y aumentar su poder frente al gobierno central, es decir, el Kremlin de Moscú12.

Las amenazas separatistas pueden, a veces, ser propuestas para aumentar la dependencia financiera del centro de una región. En lugar de ser [auténticas] expresiones de aspiraciones étnico-culturales, estas pueden ser entendidas como armas en una lucha competitiva por obtener una mayor proporción de los beneficios otorgados por el Gobierno Central (Treisman en Gorenburg, 1999, p.246).

De acuerdo a Julie George (2009), los movimientos separatistas ayudaron a fortalecer el modelo federalista de la actual Rusia, que surgió después de la caída de la Unión Soviética, cuyo modelo de organización político-administrativa fue el punto de partida de muchos movimientos separatistas, puesto que este le otorgaba a ciertos grupos étnicos un estatus territorial al construir territorios nacionales para ellos. Esta estructura institucional le proporcionó a las minorías étnicas de la periferia rusa un argumento moral para el separatismo, así como una estructura institucional, a través de la cual podrían organizar sus acciones y esfuerzos.

Las elites regionales, entonces, calibraron en función de sus intereses el grado de separatismo que perseguirían y los mecanismos por los cuales lo alcanzarían, con base en la factibilidad y la evaluación de escenarios. Los líderes locales examinaron las posibilidades de éxito de las gestas independentistas, dado el poder y la posición de sus regiones, así como la capacidad del gobierno central para disuadir sus demandas u ofrecer incentivos para su resolución. Las alianzas personales entre líderes políticos mejoraron tanto la posición regional como la tolerancia del gobierno central, que ofreció interesantes concesiones en las rondas de negociaciones. Cada uno de estos factores incrementó o disminuyó la capacidad de movilización de las regiones.

Antes del estallido de la segunda guerra de Chechenia en 1999, el presidente de Chechenia y el ex insurgente Aslan Maskhadov intentaron negociar con el Kremlin en diversas organizaciones. Fueron rechazadas las solicitudes. Sin duda, existen marcadas diferencias en las realidades políticas de Osetia del Sur y Chechenia, Georgia y Rusia. Georgia mantiene un sistema político mucho más pluralista que Rusia, por ejemplo (aunque pocos lo llamarían democracia). Las identidades étnicas y los intereses políticos de los osetios y chechenos también tienen características únicas. Sin embargo, ambos países comparten experiencias de separatismo étnico en los contextos de construcción del Estado y la creación de instituciones. También comparten realidades comunes en lo que respecta a oportunidades de negociación perdidas, las cuales se tradujeron en muertes civiles (George, 2009, p.3)

Asimismo, los líderes locales de las minorías étnicas en Rusia entendían que el Estado-Nación de Rusia se encontraba en una situación de gran vulnerabilidad a principios y mediados de los años noventa. La estructura estatal no tenía los insumos para detener sus pretenciones, y en dicha correlación de fuerzas, poco favorable para el Kremlin, estarían forzados a pactar y negociar. Esta era una oportunidad interesante para las regiones más desarrolladas de Rusia.

Mapa étnico de las repúblicas de la Federación Rusa, extraído de George (2009).

En Rusia, únicamente Chechenia, una de las 21 regiones étnicas especiales de la Federación Rusia, buscó la independencia del gobierno central, a través de la violencia. Las demás regiones demandaron mayores niveles de autonomía, sin pretender entrar en un conflicto bélico interno con el Kremlin, como es el caso de Tatarstán, región de la Federación Rusa de mayoría musulmana.

LA SEGURIDAD NACIONAL EN RUSIA

LA AUTOCRACIA EN UN PAÍS MULTI-ÉTNICO Y CULTURALMENTE DIVERSO

La autocracia ha estado asociada al abstracto de consciencia nacional rusa, por lo menos desde los siglos XVII y XVIII, si bien existen antecedentes en Iván III El Grande. Durante el siglo XVIII, los historiadores y los ideólogos rusos justificaron la autocracia como la mejor forma de gobierno, que debe tener base en la continuidad dinástica, el dinamismo del gobernante y su preocupación por el bienestar de la nación. Después de las guerras napoleónicas, las Leyes Fundamentales del Imperio Ruso en 1832 establecen que el monarca tiene poderes autocráticos e ilimitados; Dios mismo ordena que se obedezca su poder supremo.

En Rusia, la figura del autócrata, como el equivalente de otros monarcas absolutistas europeos, suplantó desde el siglo XVIII la imagen de un gobernante ortodoxo aislado y único. Aún cuando la gran mayoría de los rusos se aferró a los valores ortodoxos tradicionales, las reformas de Petrine y el movimiento ilustrado ruso impulsaron cambios en el seno de la élite educada hacia una mayor participación en el discurso político y provocó una revalorización sin precedentes de su característica central, la autocracia.

Uno de los grandes retos del Imperio Ruso fue el de crear una consciencia nacional que trascendiera las barreras étnicas del vasto territorio que los rusos conquistaron, con el paso del tiempo. Pero la geografía era una de las grandes amenazas: la red terrestre y vial de Rusia conectaba muy pobremente las regiones del imperio; los recursos económicos para emprender programas de unificación vial eran muy limitados; la densidad poblacional era baja; las comunicaciones eran lentas; y la interacción entre los pueblos centrales y periféricos era complicada. Los asentamientos urbanos estaban, a menudo, muy retirados los unos de los otros.

El control del monarca ruso sobre los asuntos de los pueblos periféricos era, en el mejor de los casos, muy limitado. La rudimentaria estructura político-administrativa rusa no era capaz de ejercer plenamente la soberanía sobre todo el territorio que le correspondía. Con frecuencia, los asuntos locales eran resolvidos por los campesinos, sin estos tener necesariamente las competencias para ello. A nivel local, los grandes señores feudales trataban más con el campesino y el habitante promedio que las autoridades gubernamentales, que apenas acudían a los poblados en tiempos de reclutamiento militar o de recaudación de impuestos.

La unificación cultural del Imperio Ruso, en este contexto, era sumamente compleja. Para cohesionar las distintas tradiciones culturales y orientarlas en una sola dirección, era fundamental que los no-rusos interactuaran con los rusos étnicos. Hasta finales del siglo XIX, no se avanzó en grandes proporciones en lo que respecta a la integración cultural de las minorías étnicas en Rusia. En estos tiempos, el discurso nacionalista que estaba en auge en Europa logró calar en las regiones periféricas de Rusia y complicó todavía más el panorama de asimilación cultural. Debido a esta situación, la autocracia se perfilaba como la forma de gobierno más adecuada para Rusia13.

La fe y la autocracia son las cimientos del Estado ruso; el sentido común de patria de los eslavos rusos… Este inmenso coloso, Rusia, casi un continente separado, que contiene en sí misma todos los climas y todas las tribus de la humanidad, se puede mantener en equilibrio sólo por medio de la fe y autocracia. Es por ello que, en Rusia no puede existir una noción de nacionalidad y sentido patrio que no tenga sus bases en el modelo autócratico-ortodoxo (Riasanovsky, 1969, p.77).

Especialmente en el siglo XIX, se hace clara la relación entre el cristianismo ortodoxo, la autocracia y la nacionalidad rusa, tríada ideológica que sería, hasta nuestros días, la médula espinal de la cultura política rusa14. Mientras tanto, no fue sino hasta finales del siglo XX que la democracia comenzó a ser idealizada por algunos sectores en Rusia, planteándose así una transición a la democracia.

La autocracia ha sido, históricamente, la forma de gobierno que ha permitido que Rusia mantenga su integridad territorial e imponga, a través de la coerción, el nacionalismo asimilicionista, que busca cohesionar a todas las etnias de Rusia hacia un único objetivo común: la grandeza y la superioridad de la Rusia, ahora no solo entendida como el territorio de los eslavos, sino también como el territorio que gobiernan los eslavos y que puede extenderse sin límites. Según Cynthia Whittaker:

Una nueva lectura de las fuentes indica que en la sociedad rusa del siglo XIX existía un amplio apoyo a la autocracia y sugiere que esta era entendida, por las élites locales como fuente de integración y cohesión social. Durante este tiempo, los rusos discutieron la legitimidad de la autocracia, debatieron su factibilidad y elaboraron argumentos sofisticados, extraídos del arsenal de la Ilustración Rusa. Además, percibían la autocracia como una forma dinámica de gobierno, no como reaccionaria o incluso estática, y, por lo tanto, se veían a sí mismos como parte de una política progresista. La interpretación de la autocracia en sí misma se convirtió en un proyecto que reflejaba los cambios en la noción de política doméstica, así como también en los criterios de la Ilustración Rusa para definir un buen gobierno y las distintas percepciones sobre la moral entre las élites educadas de los valores, actitudes y expectativas.

Muchos grupos participaron en este nuevo discurso sobre la autocracia, pero entre los más característicos se encontraban los rusos del siglo XVIII que escribieron historias sobre el país eslavo (Whittaker, 1996, p.32).

En el imaginario colectivo ruso, el autócrata es visto como el hombre proveedor; el protector de la moral y las buenas costumbres; el líder nacional; el guía espiritual; y el salvador de la patria. En el marco de la terminología politológica de los siglos XVIII y XIX15, la autocracia en Rusia no solo había sido presentada como una forma de gobierno preferible a la democracia, también como una superior a la república. Los términos autocracia y progreso, en Rusia, eran virtualmente tomados como sinónimos; la forma natural y racional de gobierno. La no autocracia podría llevar a la anarquía, temida por el pueblo ruso. Mikhail Lomonosov, escritor, científico y filólogo ruso, después de haber sugerido que Roma vivió su era de mayor prosperidad una vez que la república término, dijo lo siguiente: “La autocracia desde el principio la fortaleció [a Rusia] y, después de los tiempos desafortunados, la restauró, la forjó y la hizo ilustre” (Lomonosov en Whittaker, 1996, p.39).16

Aún así, los rusos han demostrado que dominan con gran destreza el arte de la negociación. El conflicto bélico con Chechenia, durante la década de los noventa, evidencia que los rusos, a pesar de su tradición y vocación autocrática, rasgo fundamental de su cultura política nacional, son pacientes y saben hacerse entender muy bien, a través del diálogo y la persuasión diplomática. A veces, algunas situaciones se deben dejar en stand-by. Julie George señala lo siguiente sobre la naturaleza autoritaria del federalismo soviético, génesis de algunos de los actuales problemas político-administrativos de la periferia rusa:

La naturaleza autoritaria del federalismo soviético no proporcionó vías de participación política popular. Sin embargo, cuando se hicieron las reformas de democratización en la Unión Soviética durante la era de Gorbachov, la estructura federal comenzó a ofrecer medios para una mayor participación de los grupos étnicos minoritarios. En el caso de las Repúblicas de la Unión (el nivel más alto en la jerarquía étnica soviética), esto desencadenó en movimientos secesionistas pacíficos y exitosos; cada uno se convirtió en un país independiente. Después del colapso de la Unión Soviética, cuando los Estados comenzaron a construir nuevas instituciones, generalmente reteniendo la estructura territorial que había existido bajo el gobierno soviético, el separatismo surgió con el propósito de establecer las reglas detrás de esas estructuras federales. Algunos sostienen que, dentro del contexto post-soviético, las instituciones que trabajaron para fortalecer el proceso de democratización, el federalismo y la convivencia étnica, en realidad terminaron promoviendo los conflictos étnicos en Rusia (George, 1999, p.26).

LA INTEGRIDAD TERRITORIAL Y LA PROTECCIÓN DE LA NACIÓN RUSA

El control del territorio y el ejercicio pleno de la soberanía sobre este son dos de los elementos básicos del Estado-Nación, en sentido weberiano. Para los rusos, las regiones del Cáucaso y Tartaristán son de gran importancia geopolítica y estratégica, de las cuales es muy difícil prescindir. El caso de Tartaristán, si bien todavía existen grupos nacionalistas y separatistas, fue satisfactoriamente resuelto con la firma, el día 15 de febrero de 1994, de un acuerdo entre la Federación de Rusia y la República de Tatarstán sobre la delegación de esferas de autoridad y la delegación mutua de poderes entre las agencias del poder estatal de la Federación de Rusia y la República de Tatarstán. Tartaristán (o Tatarstán), entonces, aceptó integrarse en la Federación de Rusia, pero gozando de una amplia autonomía y beneficios económicos.

Ya en 1989, los líderes de Tatarstán definieron los tres puntos que iban a formar el núcleo central de su ideología durante todo el período de la post-perestroika. Los tártaros querían el estatus de república sindical separada de Rusia; que las leyes de Tatarstán fueran supremas en el seno república; y querían el control sobre las industrias más rentables de la república de Tatarstán.

En sus primeros discursos sobre el tema, Mintimer Shaimiev, ex-presidente del Soviet Supremo de la Unión Soviética, pidió la independencia de Tatarstán (samostoyatel’nost’) en lo que respecta a las decisiones de cuestiones internas y culpó al Estado de la República Autónoma de Tatarstán por los desequilibrio de su industria manufacturera (…). El estatus de república no solo ayudaría al desarrollo político de Tatarstán, sino que también promovería su desarrollo socioeconómico. Dos meses después del segundo discurso, Mukhammat Sabirov, ex-primer ministro de Tatarstán, argumentó que sería mejor para Tatarstán administrar sus recursos económicos por sí sola, a través de la restitución de competencias estatales mucho más plenas (Gorenburg, 1999, p.251).

El Cáucaso, no obstante, es una región más complicada para la Federación Rusa. Este sitio conecta a Rusia con el Mar Caspio y el Mar Negro; Turquía, Georgia, Azerbaiyán, Armenia e Irán rodean esta región17. El Cáucaso es un punto de tránsito entre el Mar Caspio18, lleno de inmensas riquezas en gas y petróleo; y el Mar Mediterráneo, conexión con los mercados europeos-occidentales y norteamericanos.

En términos geoestratégicos, la cadena montañosa del Cáucaso supone una gran barrera geológica de las amplias llanuras, que aseguran la defensa del territorio nacional, en el caso de ataques de ejércitos extranjeros. Rusia, que ya había perdido control de los territorios de Georgia, Armenia y Azerbaiyán, ha visto al Cáucaso como el mínimo geoestratégico irrenunciable, que no se debería ceder. El Cáucaso, entonces, debe ser entendido como una base estratégica de primer rango.

Rusia, uno de los principales países exportadores de petróleo, entiende muy bien que los dos únicos oleoeductos en el Cáucaso, pasan por Chechenia. Estados Unidos también, y es por ello que rompió el monopolio ruso de la exportación de crudo del Mar Caspio, a través del financiamiento del oleoducto Bakú-Ceyhan. Hoy en día, Chechenia tiene una gran importancia económica, como punto de tránsito estratégico en el traslado de bienes, mercancías y materias primas.

Los oleductos en la región del Cáucaso. Extraído de Vacas-Fernández & Calvo (2005).

Las hostilidades entre Rusia y Chechenia han estado históricamente latentes. En el siglo XVIII, los chechenos culminaron su conversión al islam sunnita. Esta región fue la confluencia de tres imperios poderosos: el Imperio Persa, el Imperio Ruso y el Imperio Otomano, los cuales han dejado en ella su influencia. Asimismo, hay que destacar que en el siglo XIX ya los británicos tenían intereses en Chechenia, puesto que el área del Cáucaso formaba parte de lo que se conocía como el Gran Juego: una zona de contención entre los Imperios Ruso y Británico.

El río Terek servía de frontera entre Persia y el Imperio Ruso, mientras que los límites del Imperio Otomano se encontraban al sureste, en el vecino reino vasallo de Georgia. La incipiente decadencia otomana y los problemas religiosos y dinásticos en Persia facilitaron la progresiva penetración rusa que, a principios del siglo XIX, se extendería por los reinos cristianos de Georgia y Armenia así como por las costas del Caspio y el Mar Negro.

Pero las zonas montañosas del interior continuaban manteniéndose independientes, en parte por la dificultad del terreno y en parte por la feroz oposición de sus habitantes. Ya en 1786 un caudillo musulmán, Mansur Usurma, inició un movimiento de resistencia contra rusos y persas que se prolongó hasta su captura por las tropas del Zar en 1791. En 1818 las tropas rusas penetraron al sur del Río Terek, y comenzaron la construcción del fuerte Grozni. Pero en 1830 estalló otra sublevación bajo la dirección de un nuevo líder: el imán Shamil, que mantendría abiertas las hostilidades hasta su rendición en 1859.

Tanto Mansur como Shamil fueron líderes religiosos al tiempo que rebeldes. Ambos se convirtieron en leyenda y contribuyeron al origen del nacionalismo checheno, que quedó así impregnado de religiosidad islámica. El fin de la resistencia significó una época dura tanto para los chechenos como para sus vecinos ingushes, daguestanos o cherkesses. La ocupación militar rusa y la llegada de colonos de esa nacionalidad, así como armenios y georgianos cristianos, provocó un éxodo hacia el Imperio Otomano que, para los chechenos, significó el desplazamiento de unas 50.000 personas, un 20% del total de la población. Muchos de ellos se establecieron en el territorio que hoy corresponde a Jordania, donde aún existen comunidades chechenas. La situación nunca estuvo del todo normalizada en Chechenia, y prueba de ello es que el Imperio Ruso mantuvo el territorio como un distrito militar hasta la Revolución de 1917. No obstante, el contacto con la sociedad rusa también contribuyó a sacar a los chechenos de su tradicional atraso, y los primeros años del siglo XX vieron el nacimiento de lo que después sería el principal recurso económico del territorio: las industrias derivadas del petróleo.

La Revolución Rusa trajo consigo un periodo de esperanzas y desengaños para los chechenos y otros pueblos del Cáucaso. Inicialmente se produjo una fuerte oposición armada contra las fuerzas rusas blancas que se habían refugiado en la región, a las que se identificaba con la opresión zarista. Consecuencia de esta lucha fue la constitución de un Emirato del Cáucaso Norte en 1919. Pero el triunfo final de los bolcheviques no trajo las mejoras esperadas. El Emirato fue suprimido y sustituido por una «República Soviética de las Montañas» que en 1922 fue también disuelta. El Cáucaso Norte se fragmentó en diferentes entidades políticas diseñadas con criterio étnico y sometidas a la autoridad de la República Socialista Soviética de Rusia. Una de ellas fue la región autónoma de Chechenia.

La época de las colectivizaciones de Stalin no fue precisamente amable, pero Chechenia no fue de las regiones más desfavorecidas de la URSS. El auge de la industria derivada del petróleo hizo crecer las ciudades y modernizó la ancestral cultura de la región. En 1936, tras la nueva constitución promulgada por Stalin, Chechenia y su vecina Ingushetia fueron unificadas en una sola entidad a la que se ascendió al rango de República Socialista Soviética Autónoma. En la práctica esto significaba una cierta capacidad de autogobierno aunque muy alejada de las Repúblicas Federadas que componían la URSS. De hecho, Chechenia-Ingushetia continuará bajo el control de la República de Rusia.

La Segunda Guerra Mundial trajo consigo el momento más amargo en la historia chechena. En 1942 las tropas alemanas lanzaron una ofensiva en el Cáucaso en dirección a los vitales yacimientos petrolíferos de Bakú. Las unidades alemanas más avanzadas llegaron a 50 Km. de Grozni. La acusación posterior realizada por Stalin a chechenos e ingushes de colaboracionismo con el enemigo parece poco sostenible. Es cierto que algunos grupos, que habían iniciado una rebelión nacionalista en 1940, expresaron su satisfacción ante el avance alemán, e incluso algunas decenas de chechenos se alistaron en las unidades extranjeras de la Wehrmacht. Pero, por contraste, más de 17.000 chechenos combatieron junto al Ejército Rojo.

En 1943 el ejército alemán se vio obligado a iniciar la retirada de la región y la represión soviética será brutal. Stalin, cuya preocupación por los nacionalismos caucásicos era a veces obsesiva, decidió la deportación forzada y masiva de chechenos e ingushes. Un total de 400.000 personas serán enviadas a Kazajistán y Siberia en un viaje de condiciones tan brutales que provocará la muerte de quizás la cuarta parte de ellas.

Los chechenos mantendrán su cultura y su identidad en el destierro y, tras la muerte de Stalin en 1953, comenzarán un lento y clandestino retorno. La vuelta a su país vendrá marcada por los enfrentamientos con los colonos rusos, georgianos y armenios que se habían asentado en el territorio tras la deportación. En 1957 el nuevo líder de la URSS, Krushov, restableció la República de Chechenia-Ingushetia y el derecho de sus antiguos habitantes a retornar al territorio. Esto agravó la tensión con los colonos rusos y en 1958 se produjeron enfrentamientos abiertos en las calles de Grozni.

Los chechenos que regresaron a su país vieron como se ponían serias trabas a su asentamiento en las zonas montañosas del Sur. En consecuencia, estas zonas permanecieron escasamente pobladas, puesto que allí apenas se habían establecido colonos rusos, y la mayor parte de los habitantes del territorio se concentraron en la capital, Grozni, y en el cinturón de ciudades satélites al sur del río Terek.

La economía se especializó cada vez más y se hizo más dependiente de la industria derivada del petróleo, sobre todo tras la construcción del oleoducto Bakú-Novorossysk que atravesaba el territorio checheno procedente de los pozos de Azerbaijan. La agricultura se mantuvo con cierta fuerza en las llanuras al Norte del Terek y la ganadería, recurso tradicional de la zona, perdió mucho peso.

Durante los años 60 y 70 la vida transcurrió en Chechenia sin sobresaltos, aunque la represión soviética hacia las manifestaciones nacionalistas será cada vez más dura, culminando en 1977 con la promulgación de una nueva Constitución de la URSS que promovía la creación de una cultura soviética, en detrimento de las culturas y lenguas nacionales. (Vacas-Fernández & Calvo, 2005, p.10).

Como puede verse, la región de Chechenia, rica en recursos minerales y con una muy privilegiada ubicación estratégica en Eurasia, ha tenido una historia complicada. El pueblo checheno, resultado de la interacción de culturas y víctima del expansionismo del antiguo Imperio Ruso, ha luchado durante siglos por la reivindicación de sus tradiciones y su autodeterminación.

Chechenia declaró su independencia en el año 1991, si bien el Estado de la Federación esperó hasta el año 1994 para enviar tropas y restaurar la autoridad central de Moscú en la región.19 Doku Zavgayev, líder del Partido Comunista local y presidente del soviet10 de Chechenia-Ingushetia, era partidario del mantenimiento de la Unión Soviética y su caída lo tomó por sorpresa. Las minorías étnicas consideraban que el renacimiento de Rusia, promovido por los separatistas rusos, entre los cuales destacaba el líder político Boris Yeltsin, podría suprimir sus atribuciones y representaciones en la periferia.

El Gobierno de Rusia decidió no usar inmediatamente la fuerza armada en Chechenia porque temía que el conflicto se extendiera a otras regiones periféricas de Rusia.20 Partiendo de este hecho, se entiende que para los rusos era preferible mantenerse al margen de la situación y esperar el momento indicado para actuar en Chechenia. La solución de la profunda crisis económica y política era la prioridad en ese momento, mientras que en paralelo se desarrollaba una nueva doctrina nacional que fuera lo suficientemente contundente y reaccionara, con el fin de amalgar y unificar a los ciudadanos rusos que habían perdido las esperanzas luego del derrumbamiento de la Unión Soviética. El camino ideológico escogido fue el de revivir el nacionalismo ruso y rehabilitar el rol de la Iglesia Ortodoxa como eje institucionalizador de la sociedad.

A mediados de 1994, los rusos deciden que había llegado el momento para darle fin a la crisis en Chechenia, la cual estaba sirviendo de ejemplo para otras minorías étnicas en Rusia. La construcción de un discurso neo-imperial y nacionalista ruso quedaba ridiculizado, en la práctica, con la autoproclamada independencia de Chechenia. Pero para desgracia de los rusos, los chechenos ganaron en 1996 el primer conflicto bélico, lo que fue interpretado como una humillante derrota, por parte del Kremlin y sus asesores militares; significó un retroceso en la implementación de la nueva doctrina nacionalista rusa y prolongó aún más la ya complicada crisis política interna en Rusia. En 1996, los chechenios estuvieron muy cerca de conseguir la autonomía político-administrativa, anhelada durante varios siglos por el pueblo checheno.

Sin embargo, el Kremlin ruso no perdió en todos los tableros. El conflicto checheno y su autoproclamada independencia les sirvió como cortina de humo, para sacar de la agenda pública aquellos temas que les resultaban incómodos, y además, desviar la atención de los problemas más profundos de Rusia. El conflicto checheno sirvió para aglutinar a los nacionalistas rusos y fue utilizado hábilmente por aquellos sectores cercanos al Kremlin que estaban esperando una guerra. Vacas-Fernández & Calvo (2005) muestran cómo el gobierno ruso preparó a la ciudadanía rusa para un nuevo conflicto armado, a través de la opinión pública y el recurso de la demonización del enemigo:

Por otra parte, esta política venía favorecida, y también fomentada desde el poder, por la imagen negativa que, en general, tiene la población rusa de los caucasianos de manera genérica y de los chechenos, muy en particular. Su identificación constante desde el poder, asumida en gran medida por buena parte de la población rusa, con la comisión de delitos comunes, con grupos mafiosos, con el extremismo islámico y con la realización de atentados terroristas, facilitaba esta demonización de la población chechena y la instrumentalización del conflicto para fines propios del Gobierno ruso. Imagen negativa que iba creando, poco a poco, las condiciones sicológicas y de apoyo político de la población tan necesarios para desencadenar un nuevo conflicto armado en Chechenia (Vacas-Fernández & Calvo, 2005, p.28).

Según BBC Mundo (2004): “La segunda ofensiva contra los rebeldes, iniciada en octubre de 1999, aumentó la popularidad del entonces primer ministro ruso, Vladimir Putin, quien luego llegó a la presidencia.” Putin entendía que la crisis en Chechenia demanda soluciones rápidas que no debían ser postergada, debido a que los rebeldes chechenos incluso intentaron, a principios de 1999, establecer por las armas un Estado Islámico, lo cual era una amenaza para la noción de identidad nacional rusa, cuya base es el cristianismo ortodoxo y no el islam.2 1 Además, se creía que los rebeldes chechenos tenían vínculos con Al-Qaeda y Osama Bin Landen; voluntarios musulmanes habían viajado a Chechenia para luchar contra Rusia, los cuales previamente pasaron por campos de entrenamiento ubicados entre Afganistán y Pakistán. La inteligencia estadounidense supervisaba los pasos y aspiraciones de estas organizaciones en Eurasia.

Al frente de una guerrilla islámica fuertemente armada, el Vicepresidente de Chechenia, Shamil Basayev, había intentado crear la República islámica del Cáucaso norte. El 1 de octubre de ese mismo año, Rusia enviaba a su ejército para que tomase el control definitivo de Chechenia por la fuerza. Desde entonces, la convivencia entre rusos y chechenos no ha sido la más amena, pero el Estado de la Federación de Rusia ha garantizado el pleno ejercicio de su soberanía en ese territorio.

La cuestión humanitaria22 en Chechenia es una de las grandes críticas que se le ha realizado al Estado Ruso.23 De acuerdo a Vacas-Fernández & Calvo (2005, p.7): “Los últimos datos fiables se remontan a 1989, cuando la población llegaba a 1.170.000 habitantes, de los que alrededor de 300.000 eran de origen ruso y el resto mayoritariamente checheno (…). En la actualidad (…) sobrepasen [sobrepasan] los 600.000”. Debido a la violación masiva de derechos humanos, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, condenó la actuación del Estado Ruso y de los rebeldes chechenios, en términos muy severos, debido a las ejecuciones extrajudiciales; las desapariciones forzadas; las torturas; las violaciones físicas, psicológicas y sexuales; los tratos inhumanos y degradantes; etcétera.24

Durante el conflicto bélico entre Chechenia, la personificación del checheno como enemigo de Rusia y sus valores llegó, en ocasiones, al extremo de la inhumanización. En consecuencia, los militares rusos estaban preparados para hacer lo que fuera necesario para controlar a los chechenos y la opinión pública legitimaba lo que estaba ocurriendo. En un artículo publicado en Los Angeles Times, por la periodista Maura Reynolds, se presenta un extracto de una entrevista que le hizo el periodista Sergey Kovalyov, activista de derechos humanos, a un militar ruso (Valery), sobre el caso de Chechenia:

(…) Los militares se han dado cuenta de que los chechenos no pueden ser reeducados. La lucha [de los chechenos] contra los rusos está en su sangre. [Los chechenos] han robado, matado y robado nuestro ganado durante toda su vida. Simplemente no saben hacer otra cosa. No deberíamos haberles dado tiempo para prepararse para la guerra. Nostros hemos debido haber matado a todos los chechenos mayores de 5 años y enviado a todos los niños que aún podrían ser reeducados a retenes con alambres de púas y guardias en cada esquina ¿Pero dónde encontraríamos maestros dispuestos a sacrificar sus vidas para reeducar a estos cachorros endemoniados? No hay tales personas. Por lo tanto, es mucho más fácil matarlos a todos. Les lleva menos tiempo morir que crecer. (Reynolds, 2000).

A juicio del profesor universitario Kirill Ozymko, la existencia de Rusia se vio seriamente amenazada en los años noventa, principalmente debido a la guerra que estalló en el norte del Cáucaso. Pero el desafortunado desenlace para el pueblo ruso fue prevenido por Vladimir Putin, quien llevó la lucha contra el terrorismo y el separatismo hasta los más altos niveles. A pesar de las diferencias que se puedan tener a la hora de evaluar los resultados de la gestión de gobierno putinista, el hecho es que el presidente Putin desempeñó un papel clave en la preservación de la integridad territorial de Rusia. Rusia es el país más rico del mundo en términos de recursos naturales, y esto significa que tiene todas las oportunidades para convertirse en un país próspero en el ámbito económico. Hasta ahora, por desgracia, los resultados son diferentes y poco satisfactorio, lo que sugiere que existe una serie de problemas sistémicos que el gobierno de Rusia debe corregir (K. Ozymko, comunicación personal, 17 de mayo de 2019).

En segundo lugar, como es bien sabido, en el norte del Cáucaso en la década de 1990, después de todo, estalló la guerra y la existencia de Rusia se vio amenazada. Luego, el desafortunado resultado fue prevenido por Vladimir Putin, quien decidió ir al final en la lucha contra el terrorismo y el separatismo, y lo logró de muchas maneras. Es posible evaluar los resultados de su gobierno de diferentes maneras, pero el hecho de que desempeñó un papel clave en la preservación de la integridad territorial del país sigue siendo un hecho.

Hoy en día, la situación se hace más complicada, debido a la reconfiguración de la sociedad internacional de Estados y los organismos multilaterales25. La responsabilidad de proteger limita todavía más el alcance del principio de soberanía de los Estados-Nación. En este contexto, Rusia podría ser objeto de fuertes presiones y sanciones diplomáticas26, si se sobrepasa a la hora de controlar las acciones de los movimientos separatistas dentro de su territorio. Los derechos humanos tienen que ser salvaguardados, más allá de las fronteras.

Según un reporte publicado por Statford27 en el año 2015, sobre sus perspectivas para la década 2015–2025 a nivel mundial, es poco probable que la Federación de Rusia sobreviva en su forma actual. El fracaso de Rusia para transformar su economía dependiente de las materias primas y los mercados energéticos en una economía más autosuficiente28 y diversificada, hace que esta sea muy vulnerable a las fluctuaciones de los precios de los commodities.

Dada la organización de la federación de Rusia, con ingresos que llegan a Moscú antes de ser distribuidos directamente a través de los gobiernos regionales y locales, el flujo de recursos también variará de forma dramática. A juicio de los analistas de Stratfor, esto podría llevar a una repetición de la experiencia de la Unión Soviética en la década de 1980 y la de Rusia en la década de 1990, en la cual la capacidad de Moscú para apoyar la infraestructura nacional disminuyó sustancialmente. En este caso, las regiones periféricas de Rusia se verán obligadas a crear entidades autónomas informales y formales. Los lazos económicos que unen la periferia rusa con Moscú podrían quebrarse, especialmente si los servicios de inteligencia no logran contener la crisis político-administrativa y separatista.

La empresa estadounidense Statfor también advierte que, al oeste de Rusia, los países Polonia, Hungría y Rumania podrían intentar recuperar los territorios que hace siglos fueron conquistados por los rusos. Estos países lucharán por llevar a Bielorrusia y Ucrania al eje de influencia europeo-occidental. Al sur de Rusia, la capacidad del Estado para controlar la región del norte del Cáucaso podría disminuir, y en consecuencia, Asia Central entrará en una profunda crisis. Al noroeste, la región de Karelia intentará de incorporarse nuevamente a Finlandia. Al este de Rusia, las zonas marítimas que en lo económico se encuentran mayormente integradas a países como China, Japón y Estados Unidos, decretarán su independencia del poder central ruso.

Aunque es difícil rastrear con exactitud las fuentes primarias consultadas por dicho informe, para así evaluar sus afirmaciones y los intereses que quizá podrían existir detrás de ellas, es evidente que el panorama presentado contrasta drásticamente con la opinión de Andrey Manoilo, asesor de Seguridad Nacional de la Federación Rusa. Sin embargo, ambos coinciden en que la balcanización de la Federación Rusa es posible, en menor o mayor medida. El riesgo, entonces, existe; ha sido reconocido.

Además de Manoilo, el abogado y profesor universitario de la Federación Rusa, Kirill Ozymko, sostiene que el riesgo de balcanización en Rusia no es alto, por lo menos no en las actuales condiciones. En primer lugar, la cuestión de la integridad territorial está estrictamente controlada por el Estado de la Federación Rusa, que contempla y prevé la responsabilidad penal para las convocatorias públicas de separatismo. Por lo tanto, cualquier intento de plantear públicamente el tema del separatismo está fundamentalmente bloqueado.

En segundo lugar, las comunidades con sentimientos separatistas son actualmente pequeñas y marginales. Su influencia en la situación política de las regiones o en la opinión pública es prácticamente nula. En general, la unidad del pueblo ruso se ha consolidado mucho más en los últimos años, si se compara con la década de 2000, y especialmente, la década de 1990. Los sentimientos patrióticos son bastante fuertes en Rusia, lo cual indica que las amenazas internas a su integridad territorial soberana son muy bajas. Esta tendencia se ha pronunciado, particularmente, después del inicio de la guerra en Ucrania y la introducción de sanciones antirrusas por parte de Occidente. Gracias a las sanciones estadounidenses, los rusos nos hemos unificado y el riesgo de separatismo es cada vez más bajo.

Además, Ozymko señala que la población de Rusia es mucho más homogénea que la población de los Balcanes. La mayoría de los representantes de los pueblos indígenas de Rusia (caucásicos, turcos, finobugnos y otros) todavía se asocian con los valores rusos, fortaleciendo claramente su membresía en una Rusia unida e indivisible. En muchos sentidos, se han formado y crecido en la Federación Rusa. Las minorías étnicas en Rusia hablan perfectamente el ruso y son parte de la Gran Rusia, En cambio, la situación en los Balcanes era completamente distinta.

El pueblo ruso no permitirá que su país sea balcanizado; el destino del país está en manos de su liderazgo y población. Occidente entiende que la inestabilidad de Rusia es una amenaza para la seguridad hemisférica de Eurasia y debe reconocer el rol del país eslavo en el juego geopolítico. El pueblo ruso sabe que su país, como sucesor de la Unión Soviética, tiene como misión ser uno de los centros geopolíticos del mundo entero (K. Ozymko, comunicacion personal, 17 de mayo de 2018).

Por último, cabe destacar que, el derecho de autodeterminación de los pueblos tiene sus limitaciones, como bien lo aclara la resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que establece que el principio de la libre determinación de los pueblos no debe ser usado para autorizar o fomentar acciones orientadas a quebrantar, de manera parcial o total, la integridad territorial de un Estado Soberano. El Derecho Internacional Público le exige a Rusia el respeto de sus minorías étnicas, en el marco de su legislación interna y los tratados internacionales que han sido suscritos, pero también es cierto que los grupos étnicos minoritarios deben respetar la autoridad del gobierno central, y resolver sus diferencias a través de los canales regulares y no del uso de la violencia, como fue el caso de Tatarstán.

CONCLUSIONES Y CONSIDERACIONES

En el presente trabajo se hizo una revisión histórica de la construcción nacional de la identidad rusa y se estableció cómo ésta fue evolucionando en la medida de que el Imperio Ruso anexó territorios foráneos, que no habían sido habitados anteriormente por los pueblos eslavos. Además, se analizó el estado actual de los grupos separatistas en Rusia y el riesgo que estos representan para la seguridad nacional y estratégica de la Federación Rusia.

Desde la perspectiva realista de la teoría de las relaciones internacionales, que predomina en la Federación Rusa, es importante subrayar que en el tablero geopolítico y geoeconómico existe en la actualidad una lucha de poderes. La correlación unipolar de fuerzas que existe desde el año 1991, después de la caída de la Unión Soviética y el auge de Estados Unidos como la única superpotencia mundial, se ve amenazada por actores emergentes como China, India, Irán y Rusia. La disputa por la Península de Crimea en 2014, y el fracaso de las sanciones por parte de Occidente, evidencian la capacidad de resistencia y respuesta del Estado Ruso, el cual ha sabido perfilar, de forma muy estratégica, su nueva doctrina militar, en el marco de la multipolaridad29.

El riesgo de balcanización en la Federación Rusa todavía existe, si bien es cierto que ha disminuido, en comparación con la Rusia de los años noventa. A través de la revisión de fuentes documentales secundarias y las entrevistas realizadas a expertos en Ciencias Políticas de la Federación Rusa, se ha establecido que Rusia es un país multi-étnico, que no necesariamente se mantiene cohesionado por el mito nacional y heróico de la Gran Rusia, sino por el miedo a la guerra, la destrucción y los rasgos autocráticos de la cultura política rusa.

La población de la Federación Rusa, incluso en aquellos territorios donde operan importantes organizaciones que promueven el separatismo, está mayoritariamente conformada por rusos étnicos. Los servicios de inteligencia están capacitados para detectar cualquier actividad sospechosa y neutralizarla en tiempo récord, antes de que las células se propaguen al resto de la sociedad y el país.

El Cáucaso, Tartaristán y Circasia son algunas de las localidades a las que el Estado de Rusia les debería prestar mayor atención y protección, con el fin de evitar un proceso de balcanización. En la opinión pública local de estas zonas, especialmente en Circasia, se sigue criticando al Estado Ruso por haber apoyado la independencia de Abjasia y Osetia del Sur30, regímenes de facto bajo los estándares de la comunidad internacional, mientras que condena las organizaciones independentistas en la Federación Rusia.

Las regiones periféricas de Rusia, rodeadas en algunos casos de ex-repúblicas soviéticas pro-occidentales, podrían ser una amenaza para el régimen político que impera en la Federación Rusa. El exitoso proceso de democratización que ha tenido lugar en Georgia, en las adyecencias de Chechenia, podría extenderse, más temprano que tarde a la Federación Rusa, especialmente en el hipotético contexto de una nueva crisis política y económica en el país eslavo.

Por último, el derecho internacional obliga al Estado de la Federación Rusa a respetar los derechos de las minorías étnicas, más allá del monopolio legítimo de la violencia que tienen los Estados y el principio de soberanía. Bajo el argumento de proteger el territorio ruso, la comunidad internacional no permitirá que se vulneren los derechos humanos de los grupos independentistas, quienes tienen el legítimo derecho de expresar libremente su opinión y asociarse con aquellos que comulguen con sus ideas, en el marco de la legislación interna de la Federación Rusa. El Estado Ruso está obligado a comportarse de conformidad con las normas del Derecho Internacional General, el cual establece un estándar mínimo internacional en materia humanitaria.

Al haber suscrito la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948; los Pactos de Derechos Civiles y Políticos y Económicos, Sociales y Culturales de 1966; la Convención para la prevención y sanción del delito del genocidio del 9 de diciembre de 1948; y la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes del 10 de diciembre de 198431; el Estado de la Federación Rusa está sujeto a sanciones si la coerción contra los grupos separatistas supera el límite tolerado por la comunidad internacional.

Un dato relevante:

En octubre de 2002, un sospechoso de ayudar a organizar los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos dijo ante un tribunal alemán que el presunto líder de los secuestradores de los aviones, Mohammed Atta, quería luchar en Chechenia. Supuestamente, un árabe llamado Khattab, asesinado en en 2002, a quien el ejército ruso mató en 2002, mantenía ocasionales contactos telefónicos con el líder de al-Qaeda, Osama Bin Laden. Según la inteligencia estadounidense, existieron conexiones entre los rebeldes chechenos en Georgia y la red de Bin Laden (BBC (2004).

Notas al pie:

1La Federación Rusa, también es conocida como Rusia o Federación de Rusia. La Cancillería de la Federación Rusa reconoce las tres denominaciones como válidas. Para más información: https://panama.mid.ru/constitucion-de-la-federacion-de-rusia

2La actual Federación Rusa es resultado de la desintegración de la Unión Soviética en los años noventa del siglo XX.

3El autor de este trabajo estudió “Lengua y Cultura Rusa” en la Universidad Estatal Politécnica de San Petersburgo de la Federación Rusa, entre los años 2013 y 2014. Tiene conocimientos del castellano y el ruso.

4Los rusos consideran que Kiev (actual capital de Ucrania) fue la madre de Rusia.

5Según Félix Vacas-Fernández (Doctor en Derecho, especialidad Derechos Fundamentales, y Profesor de Derecho Internacional Público de la Universidad Carlos III de Madrid) y José Luis Calvo (Teniente Coronel de Infantería diplomado de Estado Mayor en España y profesor de Estrategia y Relaciones Internacionales en la Escuela de Guerra del Ejército Español), el caso de Chechenia tuvo rasgos de genocidio.

6Andrey Manoilo es Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Moscú, el centro universitario ruso más reconocido a nivel internacional. Manoilo es miembro del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa y es uno de los principales asesores del Kremlin.

7 Rusia es el país más grande del mundo y es 60 por ciento más grande que Canadá, el segundo país más grande.

8Los rusos se ven a sí mismo conquistadores. El pueblo que conquista y no es conquistado. Después de la invasión de los tártaros en el siglo XIII (Kievan Rus), Rusia nunca ha sido colonizada por una potencia extranjera. Los rusos han estado acostumbrados al rol de conquistadores y no al de conquistados. Su espíritu guerrero y resiliente les permitió ocupar muchos territorios y dominar un sinfín de etnias, que si bien algunas de ellas todavía existen en la Federación Rusa, a estas alturas son pequeñas minorías. El proceso que tuvo lugar en Rusia en los noventa ha sido catalogado de “cuasi-colonización” por diversos analistas, entre los cuales destaca David Kotz.

9En tiempos de Pedro El Grande, el Imperio Ruso implementó importantes reformas civiles, con el fin de modernizar y occidentalizar a los rusos, considerados bárbaros por los viajeros y diplomáticos extranjeros, especialmente por sus prácticas sodomíticas. Para más información, consultar los trabajos del académico estadounidense Kevin Moss, especializado en la historia de la homosexualidad en Rusia: http://community.middlebury.edu/~moss/RGC2.html. Moss es profesor en Middlebury (Vermont, Estados Unidos).

10La mayoría de estos grupos están ubicados en el Cáucaso y en el sector de Rusia que forma parte de Europa.

11Para más información sobre el genocidio de Circasia, consultar: https://web.archive.org/web/20091011120907/http://www.circassianworld.com/new/general/1382-circassian-dimension-2014sochi-szhemukh.html

12Esta teoría podría ser plausible, si consideramos que en el federalismo ruso todas las repúblicas autonómas están obligadas a enviarle dinero al Kremlin de Moscú. En el caso de las repúblicas más prósperas, como Leningrado (San Petersburgo) y Tartaristán (Kazán), podría ser beneficioso que se revisen algunas de las condiciones estipuladas.

13La inclinación a la autocracia por parte de las élites dominantes del Imperio Ruso era tal, que incluso Nikolay Karamzin, principal exponente del sentimentalismo literario ruso, le dijo a Alexander I en 1811 que la autocracia y la noción del Estado Fuerte eran responsables de la grandeza del Imperio Ruso. Para más información, consultar “Memoir on Ancient and Modern Russia”.

14El modelo de democracia liberal occidental, el cual se intentó aplicar en la Rusia de los años noventa, entra en contradicción con la tradición autocrática del pueblo ruso.

15La concepción de democracia y república ha evolucionado a través del tiempo. Lo que hoy conocemos por democracia no es igual a la democracia ateniense. Estos conceptos se deben ubicar geográfica y temporalmente, con el fin de comprenderlos en su adecuada dimensión.

16Pedro El Grande es reconocido como uno de los grandes autócratas de Rusia.

17En el Cáucaso, chocan dos civilizaciones: la cristiana y la musulmana. Esto también significa que el Cáucaso muy vulnerable y conflictiva.

18Alrededor de 100.000 millones de barriles de petróleo, en reservas, se encuentran en el Mar Caspio.

19Las regiones en Rusia que reclaman su independencia del Kremlin en Moscú son alrededor de veinte, si bien no todas son tan problemáticas para el Estado de la Federación de Rusia como el Cáucaso.

20A partir de 1992, el régimen de Dudáyev coordinó y apoyó una serie de iniciativas orientadas a crear estructuras estables que unieran a los distintos pueblos del Cáucaso en una única entidad político-administrativa. Entre ellas destacó el proyecto de crear una Confederación de Pueblos Montañeses del Cáucaso, como un intento de resucitar la conocida como República de la Montaña, especie de confederación de pueblos caucásicos proclamada en 1917. En esta Confederación estaba previsto incluir a Abjacia, Chechenia, Ingushetia, Kabardino-Balkaria, Karachai-Cherkessia y Osetia del Norte.

21Debido a su cercanía a Irán y sus raíces musulmanes, el pueblo checheno ha simpatizado en varias ocasiones con los proyectos de crear un Estado Islámico transnacional y transcontinental. El islamismo checheno ha estado siempre muy influenciado por las órdenes sufíes, que inspiraron a Mansur y a Shamil, y cuya labor los wahabitas repudian con firmeza

22El día 24 de febrero de 2005 se dieron a conocer las tres primeras sentencias del Tribunal de Estrasburgo sobre el caso de Chechenia, en las que se condenó a Moscú a indemnizar económicamente a los ciudadanos chechenos, debido a que vulneró los derechos más fundamentales salvaguardados por el Convenio de Roma.

23Entre los años 1992 y 1996, la incorporación de Rusia al Consejo de Europa se vio dificultada. Aunque Rusia solicitó formalmente su adhesión como miembro pleno, transcurrieron prácticamente cuatro años en los cuales su estado fue el de “país invitado especial”.

24Consultar la Resolución de la Comisión de Derechos Humanos 2000/58 (25 de abril) y la Resolución de la Comisión de Derechos Humanos 2001/24 (20 de abril).

25El Tribunal Europeo de Derechos Humanos admitió a trámite, el día 16 de enero de 2003, seis denuncias de ciudadanos chechenos contra Rusia por supuesta violación de los artículos del Convenio de Roma relativos al derecho a la vida, prohibición de la tortura y de tratos inhumanos y degradantes, derecho a un recurso efectivo y protección de la propiedad.

26Un antecedente cercano, que bien podría servir como aproximación, es el de la crisis en Ucrania 2013–2014. La comunidad internacional todavía no le ha levantado las sanciones diplomáticas y económicas que le ha impuesto a la Federación Rusa.

27Statfor es una agencia estadounidense de inteligencia militar y asuntos geopolíticos. Fundada en el año 1996, por George Friedman, en Austin (Texas).

28Especialmente en estos tiempos de globalización, los países no son órbitas aisladas y es muy difícil pensar en un país autosuficiente. En menor o mayor medida, se depende de otros países.

29En respuesta a las sanciones occidentales, los rusos desarrollaron su influencia blanda, hasta que finalmente utilizó paralelamente su poder duro para inclinar la balanza a su favor, aprovechándose de sus recursos gasíferos y petroleros, como arma para consolidarse geopolíticamente. De esta forma, incluso se observó el impacto del poder inteligente, concepto nuevo que integra al soft power y el hard power.

30La comunidad internacional no reconoce a Abjasia como un país soberano e independiente, sino como un Estado de facto que, en realidad, sigue siendo legítimamente parte de Georgia. Venezuela es uno de los pocos países que reconoce la soberanía de Abjasia. Su embajada se encuentra ubicada en el Hotel Gran Meliá Caracas, Urb. Bello Monte, sector Sabana Grande, Parroquia El Recreo del Distrito Capital.

31Asimismo, el Estado Ruso se integró al Consejo de Europa en 1966 y ratificó el Convenio de Roma para la protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de 1950, cuyo grado de protección de los derechos humanos es más elevado que el universal.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Vicente Quintero @vicenquintero

Vicente Quintero is a Venezuelan social scientist and author of the book ‘El Tercer Reich en Venezuela’. He holds a Bachelor’s degree in Liberal Studies from the Universidad Metropolitana of Caracas (Political Science, Economy, History and Philosophy) and decided to focus his dissertation research on the national security policy of Russia (Government and Public Policy) at the Central University of Venezuela.

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Written by Vicente Quintero

Social researcher. Politics, Philosophy, History and Economics. Poetry. Amazon: https://www.amazon.com/dp/B08FCTQP3L/

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