La masonería en Venezuela, más allá del mito: Antonio José Sucre y Nicolás Eugenio Navarro
Mucho se ha escrito de la masonería y del presunto poder milenario de sus miembros. Estos afirman haber sido perseguidos por la Iglesia Católica, el franquismo, el comunismo, el fascismo y hasta el nazismo. ¿Por qué y hasta qué punto? ¿Dónde comienza la verdad y dónde termina la propaganda? ¿Cuál es el verdadero secreto de los masones? Es nuestra tarea hacer revisionismo histórico y desmontar mitos. Este artículo analiza, desde una perspectiva católica, los grandes mitos de la masonería, debido a que han sido ellos algunos de los más férreos críticos del culto. No todo lo que se dice a favor y en contra de la masonería es verdad. Es nuestra tarea ser críticos y analizar con objetividad.
Ser parte del club de los masones es algo que podría abrir muchas puertas en la política y el mundo de los negocios. Por lo menos, esa es la teoría de algunos historiadores como Daniel Lahoud. De todas formas, ello no es exclusivo de los masones. Esto sucede con cualquier club: la membresía a un grupo determino, especialmente si este es exclusivo, permite hacer contactos clave: un factor que a veces puede ser decisivo para alcanzar el éxito. Los sociólogos y politólogos lo llaman “capital social”. Toda membresía a un grupo es un símbolo de estatus y los seres humanos valoramos el prestigio. Y es que, al revisar los documentos sobre la masonería, el principal gancho parece haber sido ese: acceder a cargos gubernamentales y obtener empleo.
Los masones, más que glorificados, han sido prácticamente deificados y divinizados en América - y por supuesto, como no, satanizados también. Muchas veces sin suficiente fundamento-. A los masones se les relaciona con el urbanismo de Washington DC, el santo grial, la hegemonía del dólar estadounidense, el Código Pigpen, la fundación de los Estados Unidos de América y la misma Revolución Francesa, la cual asumió un lema de raíces masónicas -pero transformó su filiación, entre otras cosas-. Francisco de Miranda (el primer estadounidense extranjero en los Estados Unidos), George Washington, Simón Bolívar, José Antonio Páez, James Monroe y muchos otros personajes americanos, han sido asociados con la masonería. El discurso histórico y mediático nos ha vendido que los masones han estado prácticamente detrás de todo lo que sucede.
En el caso específico de América Latina, todavía se está investigando la historia de la masonería en la región y los resultados, hasta ahora, no han sido concluyentes. Desde México hasta la Argentina, los historiadores están en la búsqueda de la verdad, más allá de las leyendas y la publicidad. Por alrededor de dos siglos, se ha difundido la siguiente matriz de opinión: “Simón Bolívar era masón”. A raíz de la publicación del libro El Fantasma de Bolívar en la Masonería Venezolana, del venezolano Eloy Reverón, ha surgido una nueva ola de investigadores que exigen mayor rigurosidad académica y revisionismo histórico.
“ El Fantasma de Bolívar masón es el mito del héroe similar al caballero andante que salía en busca de aventuras y se enfrentaba a feroces dragones en defensa de la doncella”, dice el historiador venezolano Andrés Eloy Reverón García, fundador de la cátedra de Historia de la Masonería en la Universidad Central de Venezuela. El contacto de Bolívar con la masonería pudo haber sido mucho más corto y efímero de lo que pensamos: unas vacaciones en París que no duraron más de seis meses en el año 1805. Y eso ni siquiera está confirmado: es una teoría que todavía debe ser revisada.
La masonería en América Latina ha vendido a Bolívar como uno de sus miembros históricos más notables. Historiadores como Eloy Reverón sugieren que esto pudo haber tenido fines propagandísticos: nadie mejor que Bolívar, el héroe creado y mitificado por la historiografía oficial venezolana, para representar los intereses de la comunidad de la masones en Venezuela, aún cuando la relación de Bolívar con la masonería pudo haber sido, en realidad, algo meramente circunstancial y esporádico. Luego de una revisión minuciosa de diversos archivos históricos sobre Bolívar, se determinó que no existen evidencias contundentes que demuestren que Bolívar consideraba a la masonería parte de su identidad y proyecto de vida.
Tampoco existen pruebas que vinculen a Miranda, Sucre y Rodríguez con la masonería. De hecho, es curioso que no fue sino hasta el siglo XX que la opinión pública venezolana comenzó a asumir que los próceres de la independencia habían sido masones. La masonería terminó siendo no solo un factor de la independencia de Venezuela, sino además una de sus causas. Aún cuando la sociedad de masones en Venezuela señaló en 1950 que Miranda había sido el fundador de la primera logia masónica y el padre de dicha institución, Constantino Moradei Donato afirma (1978):
Según algunos, Miranda es el fundador de la primera logia en Venezuela, pero Mons. Navarro niega aun eso. De hecho, las reuniones habidas a orillas del Guaire en la estancia de Bolívar, no fueron tenidas masónicas, sino reuniones secretas de carácter político.
Tanto Tavera Acosta como Parra Pérez sostienen que la primera logia fundada en Venezuela fue en Carúpano por Carlos McTuckers.
Por lo demás, si en otras naciones como en Argentina, las logias influyeron mucho en la Independencia, hay que decir que en Venezuela no tuvieron Influencia directa en la Declaración de la Independencia como sostienen Mons. Navarro y el mismo Parra Pérez.
En realidad, en los días de la Emancipación no se oye una voz de la Masonería, y de ninguno de nuestros grandes proceres puede decirse que fuera masón. Ni siquiera de Miranda puede eso sostenerse con seguridad. — Obispo Constantino Moradei Donato, Venezuela, su iglesia y sus gobiernos
La divinificación de las masonería ha hecho que, para los jóvenes ambiciosos y talentosos, hacer carrera en una logia sea una opción muy atractiva. Lo glorioso, lo divino, lo pomposo y lo maravilloso tenía que ser relacionado a la masonería. Y después de todo, debe admitirse que el trabajo ha dado sus buenos frutos: hoy en día, los masones tienen la reputación de ser exitosos, talentosos y muy aventajados. La llave del conocimiento está en manos de la francmasonería y los grandes secretos de la humanidad. ¿Pero cuáles son estos secretos? Para Antonio José Sucre, todo el hermetismo de los masones se resume en un solo y gran secreto. “Yo creo en el hombre” es, según Sucre, el gran secreto de la masonería.
El único secreto fundamental de la Masonería es su objeto mismo, es decir, realizar el racionalismo haciendo la guerra á la revelación y á la Iglesia Católica, su divino órgano aquí en la tierra. Es su secreto fundamental estar organizada para hacer esta guerra al catolicismo, por donde quiera y siempre, sorda ó descarada, segun los tiempos y las circunstancias. Nada de nuevo aprende, pues, el racionalista que se entra de mason; porque no hace mas que afiliarse en el ejército que combate por su doctrina favorita — la negacion de la fe.
Y si no, ¿qué dice el autor del Sarsena ó el maestro elegido, que fué mason durante cuarenta y siete años, que pasó por todos los grados reales de la gerarquía y que murió en su lei de fiel hijo de la viuda? Confiesa que todos los misterios de las logias se resumen á algunos datos fabulosos sobre la Antigüedad de la Masonería; á ciertos cuentos absurdos sobre el asesinato de Hiram y sobre la palabra perdida; y á una que otra sentencia hueca en que no se encuentra la más pequeña huella de verdadero misterio.
Otro insigne mason encanecido sobre las armas y al servicio de la orden, dice Alban Stolt, confiesa que: “El mayor y el último secreto de los masones es el de no tener ninguno. La importancia que se dá a esas puerilidades, añade, es tambien causa de que espíritus elevados y sabios de primera nota, como los Lessing, los Boss, los Krauser, los Herder, hayan dejado la órden y le hayan vuleto la espalda con supremo desden: por eso es tambien que en nuestros dias no se cuentan en ella personajes eminentes por sus talentos, su saber y su genio. Mucho hablan los manales, ello no obstante, de revelaciones, de luz, de oriente, de estrellas resplandecientes. Pero en dónde están esa luz y esas esplendorosas revelaciones. En las palabras y nada mas que en las palabras: lo que los malos periódicos de pacotilla apellidan luz, oriente, &., puede traducirse de muchos modos; pero todas las versiones se refunden en esta: NO CREER EN LO QUE ENSEÑA EL CRISTIANISMO Y SOBRE TODO LA IGLESIA CATOLICA. Lo que necesita la turba masónica es una religión que cada cual se forme á guisa y antojo suyo, con algunas vagas nociones sobre Dios, que no inquieten la coinciencia, y que, si fuere posible, alejen del pensamiento la idea de Dios vivo, legislador y juez.” ¿Podrá haber, seóres, testimonio mas terminante y fehaciente que el acabo de contar? No perdaís de vista que quien así se espresa, no es por cierto un profano, un fanático que blasfema contra la Masonería porque no la conoce ó porque ha renegado de ella; sino un mason-magnate, grado 33 de la iniciacion y gran maestre de la gerarquía, que vivió y murió levantando planchas é iluminando templos.
(…)
Sí: no creer en la revelación cristiana y hacer la guerra á la Iglesia Católica-su viviente y divino órgano- tal es el único secreto fundamental, tal el único objeto, tal el único fin último de la Masonería. (…) Sé mui bien que la Masonería tiene de contínuo en sus labios la palabra libertad; pero los hechos hablan más alto para demostrarnos que le gusta mas el poder que la libertad; y que para las logias no hay amor á la libertad ni cosa ninguna que le vaya en zaga á su odio por la Iglesia.
El gran secreto de los masones puede ser resumido en la frase “Yo creo en el hombre”. La Masonería mantiene oculto su símbolo secreto porque este no es un símbolo de fe; ni tan siquiera un símbolo de razón. No quiere decir nada, solamente que no creo en Dios ni en su palabra. (…) Los verdaderos secretos de las logias son los medios políticos que usan para lograr su fin supremo, secretos que no se revelan sino en el momento preciso de obrar. Secretos que permanecen como objeto real del juramento incontestablemente ilícito de sus adeptos.
(…) Comprobado lo habeis visto, señores, con testimonios de masones que hacen autoridad, con documentos auténticos de las logias (…), que la Masonería es la enemiga eterna é irreconciliable de la Iglesia. [La masonería] es, en toda verdad, la Iglesia á la inversa, el viceversa de la Iglesia, como diria el espiritual Frai Gerundio. — Antonio José Sucre
El credo de la masonería es la moral universal y su valor supremo a salvaguardar es, entre comillas, la libertad. Una institución que tiene mucho de culto religioso en sus formas: una suerte de Iglesia a la inversa, con el hombre por encima de una deidad. No es un hecho aislado que, en pleno auge de la masonería en Caracas, la Iglesia Católica sufrió un importante retroceso y la sociedad venezolana pasó por un progresivo proceso de descatolización. En Venezuela, Antonio Guzmán Blanco llegó al extremo de plantear la creación de una Iglesia Católica Nacional independiente del Vaticano. No nos debe extrañar, viniendo del mismo hombre que anexó a su hacienda un viejo cementerio.
En Caracas, las conferencias anti-católicas en logias masónicas fueron frecuentes. En una ciudad que todavía a principios del siglo XX tenía más aspecto de aldea que de urbe, no era difícil que los católicos se enteraran de las reuniones masónicas y recibieran, además, un informe detallado de los temas discutidos. A continuación, un extracto de las declaraciones de Nicolás Eugenio Navarro, ilustre historiador católico venezolano, en respuesta a Luis Razetti. Punto por punto, Navarro refutó todas las afirmaciones de Razetti en la conferencia anti-católica. Los masones, divinizados y glorificados por muchos, también pueden ser muy temerarios y cometen grandes errores.
El doctor Razetti ofrece á sus oyentes como una novedad la lista de los libros sagrados, y al hablar del canon parece dar á entender que ha habido sustituciones en la determinación de los documentos auténticos de la palabra inspirada. Nó, doctor: los «varios cánones » no son sino las colecciones sucesivas de libros sagrados que debieron formarse al correr de los tiempos, aumentándose cada vez según fueron apareciendo nuevos escritos de ese linaje y siendo debidamente reconocidos como tales por la autoridad legítima en la materia: la Sinagoga bajo la antigua alianza, la Iglesia bajo la ley nueva. El Concilio de Trento no redactó, pues, un nuevo canon, sino que dió una nueva promulgación y ratificación al canon desde los primeros siglos recibido en la Iglesia y cuya integridad pretendía vulnerar el protestantismo; el Concilio Vaticano, por su parte, hizo igual renovación al explicar y precisar el concepto de la inspiración bíblica.
Otro alarde de erudición fallida resultan ser en la conferencia del doctor Razetti las páginas dedicadas al «origen de la Vulgata Latina».
Resume algunos datos acerca de la lengua hebrea y luego sentencia magistralmente:
“Es fácil comprender que un idioma tan imperfecto y que carece de vocales, se presta maravillosamente para que las variaciones en su escritura hayan sido frecuentísimas, sobre todo si se piensa que durante muchos siglos el texto no se conservó escrito, sino por tradición oral, y que cuando se escribió fue manuscrito por copistas más ó menos ignorantes, y sobre todo, interesados”
Doctor Razetti, doctor Razetti, por Dios! no desvaríe usted tánto, que los modernistas habrán de llamar flaco el servicio que usted ha pretendido hacerles. ¿Se imagina usted que el abate Loisy, ese personaje ilustrísimo que maneja las lenguas muertas como si las hubiera aprendido en la cuna», va á perdonarle la enormidad de esa sentencia? Sepa usted que él no podrá contener una sonrisa de compasión al ver lo atrasados de noticias en materia de «lenguas muertas» que andan sus panegiristas de Venezuela. Y eso que usted está empeñado en que veamos «hacia adelante para abrirle caminos al progreso». ¿De dónde ha sacado usted aquello de las «variaciones frecuentísimas en su escritura», y mui particularmente lo del «sobre todo» — ¡un sobre todo monumental, como de once varas! — de la «tradición oral», etc.,?
Lectores: es absolutamente falso que el texto original de la Escritura permaneciera nunca, ni por muchos ni por pocos siglos, en estado de tradición oral. Ese texto estuvo escrito desde el primer momento, y precisamente por ello se da á la revelación ahí contenida el nombre de: palabra de Dios escrita. El doctor Razeitti ha confundido zurdamente el texto hebreo clásico con las paráfrasis arameas llamadas tárgumes, que eran comentarios en lengua corriente de dicho texto hechos para el pueblo en las Sinagogas, ni más ni menos que como tomamos nosotros un versículo en latín de la misma Escritura para encabezar nuestros sermones, traduciéndolo en seguida á los fieles y explicándoles su sentido en lenguaje vulgar. (…)
Pero lo que no se puede perdonar á nuestro conferencista es lo contenido en este pasaje, donde culminan sus conocimientos lingüísticos: «Los libros anteriores á la cautividad de Babilonia (583 antes de J.-C.) fueron escritos en caracteres fenicios cuneiformes, que era la escritura que conocían los hebreos entonces. Más tarde fueron transcritos á la escritura llamada cuadrada, que según los autores, no es sino la misma cuneiforme modificada por los calígrafos».
En verdad que ya eso es demasiado, doctor Razetti. ¿Cómo confunde usted así y mezcla en híbrido contubernio dos categorías de signos tan completamente distintas entre sí, sin relación ninguna ni en cuanto al origen, ni en cuanto á la manera de escribirse, ni en cuanto al valor fonético, ni en cuanto á la forma, ni en cuanto á nada? Los Libros Santos no se escribieron nunca, doctor, ni antes ni después de la cautividad de Babilonia, en caracteres cuneiformes: esta clase de caracteres, propia de la lengua asiria y que proviene directamente del sistema jeroglífico de los caldeos, no tiene nada de común con los caracteres fenicios, que derivan del sistema jeroglífico de los egipcios: el asirio se escribe de izquierda á derecha, el fenicio de derecha á izquierda; los caracteres asirios tienen valor silábico y á veces ideográfico, los fenicios tienen sólo valor literal; aquéllos figuran cuñas (de ahí el nombre cuneiformes) resultando las palabras y frases conforme á las varias posiciones y combinaciones de esas cuñas, y éstos asumen figuras diversas, como nuestras letras, que al fin y al cabo no son sino modificaciones de ellos, resultando las palabras y frases de la mezcla de sus sonidos. Jamás pudo, por tanto, existir enlace entre las dos categorías de signos para formar caracteres fenicios cuneiformes. Como la Biblia hebraica fúe escrita en letras fenicias, que eran las propias de ese idioma, resulta que nunca estuvo en caracteres cuneiformes, y por ende, aquello de que «la escritura llamada cuadrada es la misma cuneiforme modificada por los calígrafos», viene á ser pura y simplemente una calumnia gratuita levantada á «los autores». (…)
El doctor Razetti formula ahí una conclusión completamente opuesta á la verdad de los hechos. Nada ha sido tan propicio á realzar la veracidad de los Libros Santos, ningún progreso científico ha contribuido mejor á la comprobación de los relatos bíblicos, que esas exploraciones en los oscuros orígenes de la humanidad efectuadas por la arqueología y la prehistoria. Si el conferencista de la logia hubiera vertido esas palabras en el seno de una corporación científica europea, habríanlo puesto en seguida á las puertas del salón: tuviéranlo aquellos sabios como una pesada burla. La obra cuasi milagrosa de Champollion y de sus continuadores en el desciframiento de los jeroglíficos egipcios, así como todos los demás triunfos de la egiptología en los últimos años, no han servido sino para derramar una luz maravillosa de comprobación respecto de los datos que la Biblia suministra en aquellos pasajes en que el pueblo hebreo aparece en contacto con el país de los Faraones.
(…)
Doctor Razetti, yo lo estimo á usted, á pesar de sus exorbitantes alardes de irreligión, porque tengo la debilidad de rendir parias al talento y gusto de los hombres que propenden tenazmente al adelanto social. Usted no carece de talento, ni seré yo quien le niegue sus magníficas dotes de divulgador y progresista. Pero pertenece usted al número de los que se ciegan, de los que, obsesionados por una idea fija, todo lo ven al través de sus preocupaciones y fácilmente pierden el tino: los pasos de usted son, pues, como aquellos que San Agustín calificaba de grandes pero fuera del camino: magín passus sed extra viain. Uno de los prejuicios que usted abriga es que el Catolicismo no tiene sabios, que toda la ciencia está refugiada en la incredulidad, y que la Iglesia carece de buenas armas, fuera de la autoridad, que oponer á quienes la impugnan. Es una grande equivocación. Investigue mejor, examine con imparcialidad y sin precipitación y se convencerá de que anda mui escaso de noticias. Ya ve usted que aun en esta escuálida Iglesia de Venezuela y en medio de este clero cuya ignorancia tánto se complace usted en pregonar, no falta quien, llegado el momento, salte bien armado á la arena para derribar á los contrarios. Dios proporciona así los campeones de su causa, según la talla de quienes la impugnan y el medio en que la lucha se empeña, en este perpetuo arremeter del error contra la verdad.
En definitiva, no todo lo que se ha escrito de la masonería es cierto. Pero tampoco caigamos en el otro extremo: tampoco todo es falso. Es necesario el revisionismo histórico y dialogar críticamente con las fuentes primarias disponibles. Hay que ver más allá de la propaganda; los masones no tienen poderes sobrenaturales y no son invencibles. Los masones son personas como todos nosotros, bien articuladas entre sí; con virtudes y defectos. Un grupo con una hermética estructura.
Para muchos, la masonería fue una oportunidad para hacer negocios y darse a conocer, sobre todo en países como Venezuela, que en el siglo XIX era uno de los países más pobres y menos desarrollados del continente americano. Daniel Lahoud nos cuenta que: “Las logias debían ser lugares donde podía conseguirse negocios y trabajos, cosa muy importante en una sociedad en la que es difícil subsistir y muy probablemente la relación entre la masonería y el gobierno pemitía a los masones disfrutar de los contratos con el gobierno, quien en buena medida debió favorecer a los miembros de esta institución”.
No perdamos de vista la objetividad a la hora de analizar y estudiar la historia de la masonería en nuestros países americanos. La masonería debe ser entendida como un club de crecimiento personal y social. No todo lo que brilla es oro: los masones han tenido grandes méritos y muchas de sus obras para con la humanidad han sido muy positivas. Pero no son seres con cualidades sobrehumanas y, muy probablemente, mucho de lo que se ha escrito sobre ellos es más leyenda que verdad. Y no todo lo escrito ha glorificado a los masones: también existen muchas teorías conspirativas que enlodan la reputación de los masones; sin suficiente base. Seamos críticos.
Notas:
- Aunque Antonio José Sucre afirmó que los masones no creían en Dios, lo cierto es que en Venezuela existieron muchos masones católicos y judíos. En la tesis de grado de Daniel Lahoud se aborda el tema con profundidad. Y uno de los requisitos para ser masón es creer en Dios, aunque es probable que el concepto de Dios de Sucre no corresponda al de los masones. Las afirmaciones de los pensadores católicos citados podrían tener cierto sesgo.
- En la inauguración del Templo Masónico de Caracas, Antonio Guzmán Blanco dijo lo siguiente: “Este es el Templo de la humanidad civilizada lo he levantado sabiendo muy bien lo que hacía y asumiendo la totalidad de las responsabilidades que tan insólito hecho entraña. Desde este punto de vista, encontraréis explicado cómo es que al mismo tiempo que levanto este Templo de la Masonería, estoy construyendo otro al catolicismo, que será el más suntuoso de Sur América y como, si tuviera tiempo, erigiría una Sinagoga y otro templo a la secta protestante. La civilización del siglo XIX es el triunfo de la Masonería. Con el Decálogo, que es el código de la moral universal y eterno, primero, y con Jesucristo, como modelo, después: antes por medio de la asociación y después de Gutemberg, por medio de la imprenta, ha realizado una verdadera transformación en que a barbarie, la ignorancia, o el fanatismo, se han sustituido por la libertad, la igualdad y la fraternidad. Jesucristo y Gutemberg son las dos grandes antorchas de la Edad Moderna : Jesucristo como generador de la redentora civilización y Gutemberg como inventor de la máquina para popularizarla hasta en las últimas extremidades sociales.”
- José Antonio Ferrer Benimeli fue el primer historiador que cuestionó la teoría del Bolívar masón, pero fue Reverón García el pionero en el análisis de la construcción del mito.
- En 1956, Ramón Díaz Sánchez encontró en la Biblioteca Nacional de París un documento sobre la recepción de grado de compañero de Bolívar. Logia San Alejandro de Escocia.
- La Iglesia Católica considera que los masones son los legítimos descendientes de los Templarios y de allí viene su profundo sentimiento anti-católico.
- En las grandes urbes hispanoamericanas existieron sociedades patrióticas y secretas, pero estas no necesariamente tenían que ser logias masónicas.
- El sacerdote Antonio José Sucre no debe ser confundido con el prócer Antonio José de Sucre, aunque ambos estaban emparentados. Antonio Sucre, citado en este artículo, fue sobrino del prócer.
- La masonería había sido estigmatizada en España, debido a la guerra entre la Iglesia Católica y las logias. La reputación de los masones no era buena y estos eran asociados con los problemas y las conspiraciones en España. En el contexto de la emancipación de los territorios españoles en América, las autoridades hispanas reafirmaban la supuesta afiliación de los próceres venezolanos a las logias masónicas, no porque estuvieran seguros de sus membresías en ellas, sino por el desprestigio que tenían los masones en España.
- Francisco de Miranda fue el primer estudiante extranjero en los Estados Unidos. Más que su presunta y cuestionada filiación masónica, es muy posible que haya sido su origen étnico el que le abrió las puertas entre las élites comerciantes. ¡Muchos eran judíos y compartían los mismos apellidos de su árbol genealógico: Miranda, Espinosa (Spinoza o Espinoza), Rodríguez y otros. El origen sefardí de Miranda todavía no ha sido plenamente demostrado, pero es un hecho que el pueblo donde el apellido se originó era marrano casi en su totalidad. Para más información, hacer clic aquí.
- El día 11 de mayo de 1990, un pirómano aleman provocó un incendio de gran magnitud en el Templo Masónico de Caracas, Venezuela. El nombre del alemán era Peter Litwin Skrijka. Su intención también era destruir el Panteón Nacional de Venezuela.
- El costo aproximado de la reparación del Templo Masónico de Caracas en 1990 fue de 700 mil dólares, es decir, 1 millón 400 mil dólares aproximadamente. El incendio ocasionado por Litwin destruyó completamente la Cámara Capitular.
- El Templo Masónico de Caracas, en su época, fue una de las obras de ingeniería más costosas y ambiciosas de Latinoamérica.
Material referencial:
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Cobos, E. (2009). La muerte y su dominio. El Cementerio General del Sur en el guzmanato, 1876–1887. Caracas: Centro Nacional de Historia.
Lahoud, D. (2006). El pensamiento del padre Antonio José Sucre. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello. http://biblioteca2.ucab.edu.ve/anexos/biblioteca/marc/texto/AAR7988.pdf
Landaeta-Rosales, Manuel (1906). Los cementerios de Caracas desde 1567 hasta 1906. Caracas: Herrera Irigoyen.
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Navarro, N. (1910). Tres refutaciones : con motivo de otras tantas conferencias anticatólicas patrocinadas por la Masonería de Caracas. Caracas: Emp. El Cojo. https://ia802500.us.archive.org/25/items/tresrefutaciones00nava/tresrefutaciones00nava.pdf
Reveron-Garcia, E. (1992). Masoneria en Venezuela, 1850–1867. Caracas: Universidad Central de Venezuela.
Reveron-Garcia, E. (1997). El fantasma de Bolívar en la masonería en Venezuela. Caracas: Anuario de Estudios Bolivarianos.
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Wheeler, R. (1925). The Foreign Student In America. New York: Association Press.
Autor: Vicente Quintero @vicenquintero