Aventuras en el Palacio de Miraflores

Vicente Quintero
5 min readOct 24, 2020

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Observaciones y reflexiones basadas en hechos reales.

Jacques Louis David: The Consecration of the Emperor Napoleon.

Aventuras en el palacio de Miraflores. Sin apellidos; la aventura es algo que no necesita de apellidos. Los apellidos, en este contexto, son relevantes en tanto los usamos para referirnos a los objetos de deseo. Porque la divinidad de la aventura es su condición natural. Natural, pura, y a la vez sexual. En este caso, y tratándose de un palacio residencial presidencial, se trata de aventuras tan plenas como la vida misma. Pensar en el palacio presidencial es un ejercicio que hace eyacular la águda imaginación de las masas, unas veces más educadas y otras veces más salvajes. Después de todo, más allá del nivel de refinamiento, existen hilos que nos conducen los unos a los otros. Uno de esos hilos es la fantasía. Fantasía que podemos apellidar fantasía de la ficción política.

Porque para las masas lo fascinante de la política es la ficción que nace, emana y hasta evanesce de ella. Imaginar lo que está pasando tras bastidores. Leer predicciones de astrólogos y columnas de periodistas que tienen acceso a ‘fuentes privilegiadas’. Así va pasando la vida: hablando del ruido de sables que el primo del primo de un amigo suyo que trabaja en un ministerio aparentemente escuchó y de la presunta vida libertina de las esposas de los altos generales. Lo consumen porque lo disfrutan y lo disfrutan tanto que dejan de vivir sus vidas para vivir la vida de los demás a través de los chismes. Chismes que creen, aún sin pruebas presentadas en la mayoría de los casos, porque resultan divertidos y confirman sus prejuicios, emociones, sentimientos y posiciones sociales, ideológicas o partidistas. De esas cosas les encanta hablar: la presunta suite japonesa para que el presidente se divierta con sus damas alternas, la secretaria que se acuesta con el ministro detrás de la puerta del despacho ministerial, la violación del patrón a las señoras de servicio y las reprochables vidas de los hijos homosexuales de los altos funcionarios públicos. Porque todavía esas cosas resultan escandalosas en la sociedad.

La política está llena de intrigas y conspiraciones. De sabores agridulcemente amargos. Y en un palacio, es la alfombra, más que la misma almohada, la que mejor registra estas experiencias. Las alfombras, sobre todo esas que pasan años y décadas sin una limpieza, no solo acumulan polvo. También acumulan piel, cabello, saliva, restos de comida y otras tantas cosas. Así, las alfombras nos terminan contando muchas cosas. Son ellas las que nos hablan de las primeras damas, pero también sobre las barraganas, los delfines y los triángulos amorosos, frecuentemente intersexuales, es decir, van más allá de lo heterosexual u homosexual. En el palacio se juegan muchas cosas interesantes y hasta se intercambian esposas o roles.

Aunque mudas, son las alfombras las que han estado en el lugar de los hechos. Sobre ellas, es que la gente baila, conversa, bebe tragos, hace el amor y hasta asesina al otro. Específicamente en Caracas, y sin dejar de lado que la capital venezolana no es la única ciudad del mundo que tiene un lugar llamado ‘Palacio de Miraflores’, el asesinato del ex-vicepresidente ejecutivo venezolano Juan Crisóstomo Gómez, hermano presuntamente homosexual del ex-presidente Juan Vicente Gómez, ha dado mucho de qué hablar durante décadas. No fue asesinado de una (1), sino de veintisiete (27) puñaladas, en el Palacio de Miraflores, en aquella Caracas gomecista que ya ofrecía grandes placeres cuando caía la noche.

Este hecho pudo haber tenido cierta relación con la muerte de Margarita Torres, es decir, la sed de venganza quizá fue la motivación del asesinato de Juancho Gómez. Margarita Torres, hija de Dionisia Bello — pareja oficial de Juan Vicente Gómez — , iba a contraer matrimonio con Santos Matute. Pero Matute la rechazó al escuchar rumores sobre la pérdida de su virginidad. Torres cayó en una profunda depresión y se suicidió. Otros sugieren que la causa fue pasional; la pareja masculina de Juancho Gómez le propinó puñaladas en su cama del Palacio de Miraflores a raíz de los celos. Isidro Barrientos, el presunto asesino, de la Guardia de Miraflores, fue recluido en la Rotunda, al sur de Caracas. Desde entonces, los historiadores, los apologistas y los opinólogos han salido, una y otra vez, a interpretar los hechos y justificar lo ocurrido, desde distintos enfoques y con hipótesis alternativas muy interesantes. El expediente desapareció; de modo que, algunos detalles cuesta precisarlos con exactitud y nos queda inferir lo qué pasó. Pero fue la alfombra la que estuvo ahí, y quizá, ni siquiera la hayan limpiado desde entonces. Como ocurre con muchas alfombras de hoteles, palacios y restaurantes. Es inefable la sensación que da imaginarlo; el pasado sigue ahí.

Es que nuestras sociedades están dominadas por el yugo del superyo. El qué dirán ejerce un enorme poder sobre nuestras acciones y decisiones. Así, el reprimido sujeto constantemente deshace lo que el mismo hizo. Más que arrepentido, deshace porque está muy avergonzado de lo que es, lo que siente y lo que quiere. Ese mismo sujeto, en su enajenada condición, suele divinizar a quien ejerce el poder y está en una posición de autoridad. El cargo se presenta entonces como la escalera al Cielo. Entonces, asume que tiene poder porque es, de alguna forma, especial y mejor que él. Su fantasía es imaginar que ese protodivino poder pueda ser usado a puerta cerrada y con las luces apagadas. A los súbditos espectadores les encanta pensar en la sexualidad de los hombres poderosos que viven en el palacio. Porque no solo la cama del palacio es un lugar de deseo. La cama de la habitación presidencial no es necesariamente el centro del poder del palacio. A veces, lo puede ser el sofá. Depende de lo cómodo que este sea y lo útil que resulte como fuente de inspiración para hacer, diseñar e implementar políticas y estrategias.

Los palacios presidenciales son, con frecuencia, de uso residencial. El sexo es una necesidad básica del ser humano. Pasión, política y sexo son tres variables fundamentales en la vida dentro del palacio presidencial. Los Palacios de Miraflores no son la excepción: la vida se vive y se desvive en ellos. Más que perder la virginidad, en ellos está se consagra y hasta sale repotenciada. Porque la auténtica virginidad no necesariamente se pierde. No. Es más: del Palacio se puede salir hasta más virgen que antes. Pero difícilmente una barragana se convierte en primera dama.

Nota: La mejor obra escrita en Venezuela sobre el período de Juan Vicente Gómez y que relata el asesinato de Juan Crisóstomo Gómez es, probablemente, ‘Gómez el amo del poder’ de Domingo Alberto Rangel.

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Written by Vicente Quintero

Social researcher. Politics, Philosophy, History and Economics. Poetry. Amazon: https://www.amazon.com/dp/B08FCTQP3L/

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